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abril 17, 2015 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo 2 comentarios

Hala, ya se ha terminado la semana santa, que aquí llaman Semana Grande. Lo cual no quiere decir que se hayan acabado las vacaciones de los niños, que por aquí siguen, de descontentos generalizados, porque les organizas unas excursión a cualquiera de los pintorescos lugares que están a tiro de piedra, y ellos que vaya, que por qué, que si no se pueden quedar un día tranquilos en casa, pero eso sí, respondes a su “¿y hoy que vamos a hacer?” con “pues quedarnos tan tranquilos en casa” y ya la tienes montada. Todo el día frustrada está una.

La Lola

La Lola

Y hablando de Semana Santa, desde luego, hay que ver cómo eres. Una de dos, o te crees a pies juntillas todo lo que digo, sin que te entre ni un poquito de ganas de comprobar si lo que digo es cierto, o bien (y me temo que eso estará más cerca de la realidad), ni siquiera me lees.

Te explico, porque ya te estoy viendo la cara de “ya le ha dado algo a Lola”:

Con esto de tener a los críos zumbando alrededor todo el día, ando un poco corta de inspiración y sobre todo de tranquilidad para ponerme al teclado. Siempre quedan las tradiciones y demás, pero claro, el tema está pelín manido y sin ir más lejos, yo misma os conté parte de las costumbres el año pasado mientras pasaba las vacaciones en Macedonia ¿te acuerdas?. (Si no te acuerdas, que seguro que no, siempre puedes volver a leerlo. Se llamaba «Milagro»).

Como tengo que reconocer que yo tampoco me acordaba muy bien lo que había escrito, me fui a releerlo. Lo típico: las velas que los padrinos regalan a los niños, (y los zapatos, que sigo saber de dónde sale la costumbre), los huevos pintados, la gastronomía que acompaña, las velas oscuras, las blancas para recoger el fuego nuevo…

Ya sabes ¿no?, el fuego nuevo que simboliza la resurrección de Jesucristo. Ese fuego que “aparece” milagrosamente en la cueva donde supuestamente fue enterrado y que, dicen, no quema durante los primeros 33 minutos. El mismo que los fieles esperan recoger de mano (o de vela, en este caso) del sacerdote y que llevan a su casa con mimo, donde hacen la señal de la cruz tres veces en el dintel de la puerta.

Pues de ese fuego nuevo, decía yo el año pasado que, habiéndome documentado para saber cómo iba la cosa, no me explicaba cómo, si el fuego “aparecía” en la cueva de Jerusalén a eso de la “una de la mañana”, podía empezar a repartirse por Grecia a las doce de la noche por mucho vuelo especial que pusieran (a no ser que fuera el coche de “Regreso al Futuro”, claro).

De hecho, al día siguiente de escribir yo esto, hubo revuelo en Atenas porque un escritor que militaba en las filas de un partido político recién creado, tuvo que dejar su cargo porque la lió parda al declarar que le parecía que lo del fuego del Sábado Santo era un cuento y que le parecía fatal que el Estado se gastase dinero en fletar aviones para transportar un fuego que, según él, no existía.

No te voy a decir que me puse nerviosa por si me llamaban la atención, porque una es consciente del alcance de su popularidad, y no me veía yo cuestionada por las altas esferas de la iglesia Ortodoxa, la verdad, pero sí que pensé que, dada la actualidad del tema, hubiera quien que manifestara en contra de mis ideas por medio de algún comentario. Pero no. Nada.

Y hete aquí que este año los compañeros de EFE nos mandan un par de artículos muy interesantes sobre el tema de la Semana Santa, uno de ellos dedicado al “Fuego Nuevo”y entonces es cuando y me entero de que ese “la una de la mañana” que yo había traducido de alguna web, vete a saber en qué idioma (políglota que es una), es en realidad la una del medio día.

¡Hombre, así sí!. Así entiendo que haya tiempo de traerlo a Atenas desde Jerusalén con los aviones fletados por el Estado (habrán respirado tranquilos los fieles de derechas, viendo que el actual gobierno no les ha prohibido el dispendio). Ahora entiendo que les de tiempo incluso a fletar otros tantos vuelos domésticos para acercar el “fuego nuevo” a los cuatro puntos cardinales de Grecia.

Así que, por ese lado, me quedo más tranquila… aunque a la vez este nuevo descubrimiento me trae un par de dudas más a la cabeza.

La primera, si el fuego está “disponible” en Grecia a eso de las seis de la tarde… ¿Por qué no adelantan un poco el momento de compartirlo y se cena a una hora más normal y no después de las doce? que no veas el hambre que entra y lo pesados que se ponen los niños que se niegan a acostarse antes (y que de todas maneras mal podrían dormir con los fuegos artificiales y los petardos por doquier).

Y la segunda: ¿Si a Jesucristo, como todo buen cristiano sabe, le crucifican el viernes y el sábado a la una del medio día ya aparece la llama de la resurección…? ¿tú cómo cuentas ahí tres días?.

En fin, que el misterio sigue…

Lola Larreina para AtenasDigital.com.

Hay 2 comentarios en esta entrada:

  1. Carmen dice:

    Lola, comparto contigo lo de que a los ñiños no hay quién los entienda y que lo de un ‘día tranquilo en casa’ con ñiños, no tiene nada de tranquilo!!
    También tienes razón que lo del fuego nuevo es un reto a las matemáticas 😉

    Me encanta leerte!

  2. Óscar dice:

    ¡Hola, Lola! ¡Muy interesante como siempre!

    Apelando a la comprensión y a la tolerancia, todo el mundo tiene derecho a creer lo que quiera, o mejor dicho; a creer lo que le han enseñado. Dicho esto, me parce lógico que no te cuadren los ritos sobre los hechos descritos en la Biblia ¡Ese gran y fabuloso libro de libros! A mí no me convence el cuento tradicional del fuego nuevo, ni el mito de la resurrección, ni el de Cristo hijo de dios concebido por el espíritu santo, ni siquiera el dios de los cristianos. Procuro ser libre de pensamiento, sin estar esclavizado por un sentimiento que lo explica todo y que los cristianos llaman fe.

    En la civilización occidental desde el registro de la filosofía de la antigua Grecia se identificaba y se cuestionaba el concepto de la divinidad entendido en los términos de doctrinas religiosas. Para los filósofos, el conocimiento era más importante que la religión per se, y por eso aparecieron multitud de maneras diferentes de pensar. Pero el pensamiento libre sufrió un largo paréntesis en la Edad Media porque la iglesia impuso el cristianismo por obligación. Esto explica que todavía hoy suframos sus secuelas. No es casual, que la iglesia ortodoxa conserve y trasmita la cultura de los primeros cristianos, por ejemplo. En el Renacimiento se retomaron e incorporaron los planteamientos de la filosofía antigua y en la Ilustración se desarrollaron hasta límites que a la larga provocaron la revolución francesa, por ejemplo. Germen de nuestro fugaz Estado del bienestar. Pero fue en el siglo XIX con la aportación de dos filósofos alemanes de nombre Friedrich; un tal Hegel y un tal Nietzche, que se atrevieron a afirmar con rotundidad que dios había muerto en la civilización occidental. No te digo ya, la llama nueva… En la actualidad, me resulta de una profunda ignorancia o una enorme hipocresía seguir creyendo en ritos religiosos cuando en la práctica, y por desgracia, el único dios verdadero es el dinero. En esto, los que escribieron la Biblia fueron muy inteligentes al incluir aquello de «dale al César lo que es del César, y a dios lo que es de dios». Paradójicamente, en la Grecia de hoy dentro de las iglesias la vela más simple cuesta 1€ y la decorada 4€. Una institución con la mayor posesión de bienes inmuebles del país, que está exenta de cualquier impuesto y que ni siquiera el estado controla o conoce sus cuentas.

    Me han contado algunos griegos devotos que un sacerdote ortodoxo y otro judío son los dos únicos testigos del milagro del fuego nuevo en donde se supone estuvo enterrado el nazareno en Jerusalén, y que se repite cada año desde su resurrección. Cuando me lo contaron la primera vez, tuve que reprimirme preguntar cuál de los dos lleva el mechero… Y yo me pregunto; si el milagro de la llama de la resurrección que se repite todos los años es cierta, ¿por qué tanto secreto? La Biblia explica que Jesús realizaba milagros para demostrar y explicar el reino de dios y lo demás. Por otra parte, cada cuatro años vemos en directo retransmitido por los canales de televisión de medio mundo cómo el sol del Peloponeso enciende el fuego de los juegos olímpicos en una pacífica y elegante ceremonia en armonía con la naturaleza. Sin embargo, cada año vemos en las noticias cómo unos exaltados devotos se pelean por conseguir la llama nueva. Y luego se quejan y condenan el fanatismo de otras religiones…

    Sin embargo, a los niños los entiendo perfectamente. Hace décadas que yo también lo fui, pero me acuerdo perfectamente cómo me sentía y lo que quería hacer cuando llegaban las vacaciones de semana santa.

    ¡Un abrazo, Lola!

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