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Síndrome post-vacacional

septiembre 16, 2016 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo No hay comentarios

Seguro que tú, como yo, has picado más de una vez en el enésimo truco de cualquier medio de comunicación para que leas alguna noticia. No me digas que no te has encontrado nunca con algo tipo: “Lleva a su hijo al cole y no podrás creerte lo que pasa después” Y ahí vas tú a ver qué pasa y a ver si te lo crees. Y no pasa nada. Vamos, que no pasa nada fuera de lo normal. Igual que el padre se da cuenta de que el niño no lleva ropa interior, o que se ha traído la tortuga de casa metida en el “lunch box”.

La Lola

La Lola

Pues ayer me colaron una. Ya te conté la semana pasada cómo andaba con mis propósitos de orden. Los niños ya terminan su segunda semana de colegio y yo intento volver al “trabajo”, siendo ello organizar la casa, leerme los tropecientos correos que mandan del colegio dando instrucciones sobre el nuevo curso, los deberes, las actividades extraescolares, los uniformes… y entrar yo también en esa rutina que tan difícil resulta domeñar después de las vacaciones, sobre todo cuando sigues teniendo un sol espléndido, 30 grados y una piscina. Todavía no he sido capaz de ir ni un día a pilates… con eso te lo digo todo.

Y hete aquí que me encuentro un artículo sobre esto precisamente, y con un subtítulo de lo más alentador: “De la depresión al subidón por el síndrome post-vacacional”, y ahí voy de cabeza. Que yo por un subidón mato.

Y me empiezo a enterar de la historia de un tal Carlos, que había tenido una mala reentrada al trabajo. Tan mala que -decía el artículo- se había vuelto invisible a los compañeros. No le hacían caso, no le resolvían sus dudas y (esto me hizo pensar que, o el autor del artículo era malo, malo, o aquí había algo extraño) no le subían la barrera del parking. Si, yo también me quedé con esa cara.

Pues para hacerte corto el cuento, te diré que lo que había hecho que Carlos volviera a ser «visible» era alquilarse un BMW deportivo por  49€ al día. Y su vida había cambiado. Y ya le abrían la barrera del parking. Hay que fastidiarse. Yo pensando que iba a encontrar la panacea para salir de mi atontamiento y resulta que era un anuncio de una empresa de alquileres de coche. Eso no está bien.

Conclusión, que a ponerse las pilas que aquí no hay truco que valga.

Y hemos empezado con fuerza. Con el niño ya en “upper school”, que viene a ser nuestra secundaria, la cosa se está empezando a poner seria. De entrada, le han hecho una lavada de cerebro (que apoyo y aplaudo) con el tema de la responsabilidad, de la puntualidad y de la ausencia de faltas a clase. Pero ya sabes cómo son los niños. No tienen término medio. Y se lo ha tomado tan en serio que ha empezado a ponerse el despertador para levantarse solito y nos levanta a toda la familia a las 6:30 para no llegar tarde. De nada vale decirle que viviendo a 10 minutos del colegio no son menester tales madrugones. No hay manera.

Como ya tiene deberes en plan serio, ha decidido que no puede compartir lugar de estudio con su hermana en el cuarto de juegos y que necesita su espacio, así que a los montones de la “Magia del orden” se ha sumado todo lo que ha sacado de su habitación. Y ya estamos entrando en la fase “No entres en mi habitación sin llamar”, que me parece que fue ayer que se lo decía yo a mi madre, oye.

Y luego lo del movil. Porque resulta que como medio colegio (o perdón, medio “upper school”) ya tiene, se está poniendo de lo más pesado con el tema. De momento lo hemos solucionado con un teléfono antiguo de mi marido sin ponerle tarjeta. Porque a él lo que le interesa es el WIFI. Y se conecta con sus compañeros porque dice que tiene “dudas que aclarar”, pero para mí que de aquí al “cuelga tú, no cuelga tú” hay un paso. Madre mía mi niño, que ya le veo a punto de caer en las garras de alguna lagarta vete a saber tú de qué nacionalidad y credo.

De momento me conformo porque la pequeña sigue en su mundo infantil. Eso sí, está empezando a cansarse de los aires de superioridad que se da el hermano y las guerrillas fraternales empiezan a ser insufribles.

Y yo, como siempre, en medio, apagando fuegos e intentando centrarme en lo mío… que cada vez tengo menos claro qué es.

Que ya sé yo que la semana pasada te había dicho que te iba a contar del nuevo proyecto, pero mira cómo estoy y ya se me ha acabado el espacio de la columna, así que tendrá que ser en otro momento.

Y es que además, poniendo blanco sobre negro mi realidad, me he agobiado, así que te voy a dejar porque me han entrado unas ganas locas de alquilarme un deportivo y darme unos voltios por el barrio, a ver cuántas barreras de parking me abren. Voy a mirarlo.

Buen finde.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

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