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diciembre 2, 2016 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo No hay comentarios

Estábamos, como quien dice, antesdeayer, tomando cañitas en una terraza soleada, y ya está aquí diciembre y el frío. Sí, porque hasta antesdeayer (y ahora es literal), frío, lo que se dice frío, no había hecho. Algunas lluvias y tal, pero con unas temperaturas estupendas. Pues ya no. Ya con gorro y abrigo. Aunque no me fío yo mucho, que igual pasado mañana vuelve a hacer calor. Que Grecia es así.

La Lola

La Lola

Pero lo que está claro, haga la temperatura que haga, es que en este bendito mes nos va a tocar cumplir con todas las tradiciones «saca cuartos» que siempre lleva unida la navidad.

Algunas ya nos las contó la semana pasada Eva, de bocadosdemadriz.com, a la que, además quiero saludar desde aquí ya que tuvo la amabilidad de mandarnos un comentario mostrando su alegría por que me hubiera gustado su artículo y agradeciéndome que citara la fuente. Que te parecerá que es una cosa sin importancia, pero que se lo digan al Rector de la Universidad Juan Carlos de Madrid, al que “le han pillado copiando”. Un cachondo el tío. Publicaba artículos a tutiplén y ahora se está demostrando que ninguno de ellos era original, que simplemente los copiaba. Y encima cobraba un plus por publicación de artículos. Un artista. Así que Eva, te seguiré leyendo y por supuesto, citándote.

Pero a lo que íba. Mi lista de superventas de «saca cuartos» navideños:

  1. La lotería. La razón última por la que compramos compulsivamente todos los números de lotería que nos ofrecen los allegados, no es que tengamos fe en que nos vaya a tocar y a solucionarnos la vida. No, la compramos “no vaya a ser que toque”. O sea, que no te crees tú ni harta de vino que ninguno de estos papelillos vaya a ser el que te saque de pobre, pero mira que si resulta que toca en el décimo que han comprado los antiguos alumnos de tu colegio, o en el polideportivo donde practicabas la natación, y a tí te lo han ofrecido y has dicho que no… anda, venga, dame una participación.
  2. El regalito de la profe. Vaya por delante que todos los regalos me parecen poco para estos seres que son capaces de aguantar a nuestros niños 7 horas al día, pero un poco de mesura, por favor. La “madre delegada” de la clase, te manda un correo diciendo que, como cada año, va a recoger el dinero, y propone una cantidad, y siempre sale una pedorra que solo tiene un niño y mucho dinero y dice que le parece poco, y que también le tenemos que hacer regalo a la “profe” ayudante. Y no pasa mucho tiempo antes de que se incluya en el saco al de gimnasia, a la de música y hasta a la que cuida en el recreo. Suma y sigue.
  3. Las rifas. Te aparecen los niños con un talonario de tickets para la rifa del colegio y tú, para evitar que vayan dando la vara a todas tus amigas que están exactamente en la misma situación que tú ¿qué haces?, pues se los compras todos. 50 € por niño sin los que te quedas, como te quedaste sin abuela.
  4. El amigo invisible. Invisible e indigente, a este paso. No sé si es que yo tengo mucha vida social, pero si me pongo a contarte los grupos en los que participo de esta entrañable costumbre, te da algo: el de pilates, el de zumba, el de las inmortales, el de las de la “tabernoterapia”, el del periódico… un no parar.
  5. Las buenas obras. Mira que yo este es un tema que tengo en la cabeza todo el año, como lo deberías tener tú. Que no es por dármelas de solidaria, pero suelto dinero todos los meses a por lo menos tres ONG’s y tenemos dos niños apadrinados. Pero a ver con qué cara le dices tú a tu hijo que no, que no va a participar en el donativo para el niño del orfanato al que va a ayudar su clase este año. O que no, que no vas a comprar un juguete para que se lo lleven por la navidad a los campamentos de refugiados. Yo no puedo. Anda, acércame el monedero…

Conclusión: que el único consuelo a tanto expendio, es que, si lo hago, es porque tengo con qué, y eso ya es un privilegio, así que a acallarse y a apoquinar.

Pero tranquila, que no te voy a amargar mucho más con mis quejas navideñas. Dos viernes más y mis churumbeles cogerán las vacaciones y te dejaré tranquila. Que por cierto, este año las cogen prontísimo, el dieciséis, Los del cole, supongo que ante las quejas de los padres trabajadores que no saben dónde dejar a sus hijos, ya mandaron también un correo diciendo que por un “módico precio”, los niños podían seguir yendo al colegio a un campamento deportivo, pero por ahí ya no he pasado. Ni ellos quieren madrugar, ni yo tenerles que preparar la tartera. Y mira, eso que me he ahorrado. Quien no se consuela es porque no quiere.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

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