No tiene nombre
Que no termino de levantar cabeza, oye. Se me está haciendo la cuesta de Enero empinada empinada. Y no por lo económico, gracias a los dioses, sino por los virus, los fríos y demás contratiempos. Estoy bajita. De moral, digo. Intento levantarme con energía, pero al primer “me duele…” de uno de los niños, o al primer “hoy no creo que llegue a cenar…” de mi marido, me vengo abajo. … Seguir leyendo