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Peripatética

marzo 17, 2017 7 Columnas, La Lola se va a los puertos No hay comentarios

No te confundas. Ni la palabra quiere decir que le dé pena a nadie, ni tengo ninguna afección psicológica grave. Lo que pasa es que me ha dado por andar. ¿Que no lo pillas?. Hija, un poquito de cultura filosófica: la escuela peripatética la fundó Aristóteles en la Grecia clásica y se llamaba así porque se dedicaba a dar sus clases mientras que paseaba con sus alumnos. Pasear en griego se dice “peripató”. Ahí lo tienes, como diría el abuelo de “Mi gran boda griega”.

La Lola

Pues eso, que me he vuelto andarina. Aunque el final del invierno esté empeñándose en dejarnos a todos caladitos y helados, el calendario no perdona, y hay que ir metiéndose en vereda que los días de sol y playa están a la vuelta de la esquina y no está una para enseñar nada. Mira que mis amigas se empeñan en subirme la moral diciéndome que no se me nota el sobrepeso, pero una tiene sus indicadores, a saber: la báscula, la cinturilla del vaquero y sobre todo, mi madre, que es infalible. Si cuando la veo me dice “qué guapa estás, qué buena cara tienes”, no falla, hay que volver a la lechuga.

Y por eso lo de caminar. Aparte del pilates, que es sosegado, no me veo ya pegando saltos en zumba, ni cargando las rodillas en spinning y lo de correr para mi siempre ha sido una cuestión de necesidad, que no de ocio, así que me dije: Lola, nada más fácil que salir a dar una vuelta por el barrio cada mañana.

Y es que lo de andar está muy bien. Y no lo digo yo. Lo dice, por ejemplo John Butcher, que ha creado una organización que se llama Walk21 y que anima a la gente a que ande y asesora a gobiernos y alcaldías para que hagan las ciudades más “caminables”. Me ha encantado esto que dice: “Caminar es la prescripción sin medicina. El control de peso sin dieta y el cosmético que no encontrarás en la farmacia. Es el tranquilizante sin pastillas, la terapia sin psicoanalista y el ocio que no cuesta un céntimo”.

Ya el bueno de Aristóteles se dio cuenta de que, caminando, las ideas fluían con más facilidad. Dicen que tiene que ver con el hecho de que al seguir un ritmo, el cerebro trabaja con más soltura y se pone en modo meditación, o “mindfulness”, como se dice ahora. O sea, que enfocas mejor.

Esto es un hecho. En mi barrio, y como en él en casi todos los de Atenas, como no enfoques, corres el peligro de estamparte contra un árbol que esté en medio de la acera, o hacerte un esguince al meter el pie en un agujero. De lo de sortear coches ya ni te cuento, que sé que me pongo muy pesada.

El caso es que ahora, cada mañana, en cuanto los niños y el padre salen por la puerta, me pongo las zapatillas, los auriculares, conecto el spotify y me largo. Y mientras que escucho la música, dejo que mi mente se vaya a donde quiera…

Ayer por ejemplo, se me fue al video (que ha sido “trending topic”) del profesor Robert Kelly de la Universidad de Busan, en Corea, que estaba haciendo una entrevista desde su casa con la BBC. Seguro que lo has visto, pero si no, no te lo pierdas, porque es tronchante. Míralo aquí.https://www.youtube.com/watch?v=3cKswlkPuHg

Cuando entra la niña, te ríes… cuando entra el taca taca, te ríes más, y cuando entra la mujer (con rasgos orientales) como una poseída para sacarlos a los dos de allí, mientras que el padre pone cara de circunstancias e intenta disimular, ya te da algo.

Yo lo ví en facebook, porque lo había compartido mi marido, y luego lo volví a ver con los niños, que se partían, y durante la cena lo comentamos y lo volvimos a ver, y el comentario de los cuatro fue el mismo: ¡la que le va a caer a la pobre niñera!

Bueno, pues los de la BBC supieron sacar provecho del asunto, y al ver la difusión que había tenido, decidieron hacer una nueva entrevista al profesor, esta vez con la familia, para hablar del asunto. Ahí estaba la niña monísima de gafitas rosas y el bebé del taca taca, que no paraba, y ahí estaba también la esposa del profesor, una mujer coreana. Sí, a la que nosotros (y el 80% de la gente que había visto el video) habíamos tomado por la niñera. ¿Tú también?

No me considero racista, ni sexista, ni casi nada “ista”. Pero ahí estaba yo, dando por hecho que si el hombre era blanco y profesor y la mujer era oriental y estaba cuidando de los niños, era la niñera. Muy mal.

Te lo confieso porque tenemos confianza, pero no me ha gustado nada el descubrimiento. Esto merece un examen de conciencia. En cuanto envíe el artículo, me pongo las zapatillas y me voy a reflexionar peripáticamente. Y si es tu caso, te recomiendo que hagas lo mismo.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

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