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Museo Benaki explora la ‘contaminada’ relación de ser humano y medio ambiente

marzo 30, 2017 3 Cultura No hay comentarios

Óscar Valero. Atenas, 29 mar (EFE).- El Museo Benaki explora, a través de la mirada de once videoartistas internacionales, la contaminada y controvertida relación del ser humano con el medio ambiente en su exposición «Paratoxic Paradoxes», abierta hasta el 21 de mayo.

La mayor parte de los trabajos, comisionados por la griega Nadja Argyropulu bajo el paraguas del colectivo Polyeco Comtemporary Art Iniciative (PCAI), fueron realizados especialmente para esta muestra.

La arquitecta griega Malvina Panayotidi fue la encargada de diseñar las salas en las que las diferentes «imágenes en movimiento», como califica estos vídeos el libreto de la exposición, son proyectadas.

El trabajo más canónico de esta muestra es la película de más de dos horas de duración con pinceladas de videoarte de la alemana Anja Kirschner llamada «Moderation».

Este filme, terminado en 2015, narra el proceso creativo de una directora de cine de terror durante la producción de su nuevo largometraje, en el que se entrelazan las vidas de los participantes -la productora, los actores, la guionista y la propia directora- y elementos sobrenaturales que conectan su realidad y la ficción que están creando.

La conjugación de elementos de la realidad, con el trasfondo de una denuncia política, está asimismo presente en el vídeo de la griega Lukía Alavanu, «Bananaland», que muestra la dura existencia de los recolectores de plátanos de la pequeña localidad de Los Ángeles de Ecuador y sus condiciones paupérrimas de vida.

Alavanu mezcla el sonido de una grabación antigua de propaganda corporativa en la que se describe las plantaciones como lugares casi idílicos con tomas iluminadas con apenas un foco de luz para resaltar la precariedad de las casas y los agricultores.

La artista estadounidense de origen catarí Sophia Al Maria también trabajó en Latinoamérica, concretamente en la región rica en combustibles fósiles de La Guajira, en Colombia, para su vídeo «The Magical State».

En él una mujer poseída por el «espíritu del crudo» describe la extracción de carbón y petróleo de la tierra como un exorcismo que le practican ritualmente, lo que sirve como alegoría de la explotación de los seres humanos y del cuerpo de la mujer, convertido en un objeto del que extraer riqueza hasta dejarlo como materia de deshecho.

El contrapunto al montaje vertiginoso y lleno de colores chillones de Al Maria, aunque con el tema de la objetivización en común, se da en el corto vídeo en bucle «Prima Materia» del heleno Vasilis P. Karuk.

Rodado en blanco y negro, una mujer, como una especie de Afrodita o de Gaia, respira pesadamente en primer plano mientras en un lejano segundo plano decenas de fábricas echan su humo a la atmósfera en un estilo muy cercano al de los artistas plásticos que hacen uso de los gif animados para sus trabajos.

En contraste, la artista nacida en Argentina aunque formada en Israel Mika Rottenberg presenta con «Minus Yiwu» una sobrecarga de colores a través de la grabación del interior de decenas de tiendas de la ciudad de Yiwu, donde se manufactura una gran parte de los productos que llegan a los pequeños comercios del primer mundo.

En ellas los encargados, a menudo solos, aparecen como sepultados por los miles de productos que los rodean.

Para resaltar este efecto en el espectador la artista sustituyó la cortina con la que se accede a la sala de proyección por unas tupidas cortinas hechas de espumillón navideño de brillantes colores.

También hace uso del sentido alegórico la checa Eva Koátková en su película «Stomach of the world», en la que recorre la conocida metáfora del mundo como cuerpo humano a través de la mirada de un grupo de niños que, a través de una serie de juegos, muestran la visión de la artista sobre la organización, la regulación y la disciplina que somete a ese cuerpo y, al tiempo, lo hace funcionar.

Por último, el artista estadounidense Wu Tsang se desmarca de la alegoría evidente con «We hold where we study», donde utiliza la coreografía de dos parejas de bailarines para reflexionar sobre la identidad y la violencia que ejerce el ser humano hacia la naturaleza en forma de contaminación. EFE

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