América
No me lo esperaba, la verdad. No soy de las que, al ver el resultado de las elecciones en Estados Unidos, dije “lo veía venir”, o “me lo imaginaba”. Para nada. De hecho, el martes por la noche, al darle las buenas noches a la pequeña, le dije: “mañana, quizás, habrá por primera vez una mujer dirigiendo el país más poderoso del mundo”.
Está visto que lo mío no es la adivinación. Tampoco me esperaba ni lo del “Brexit”, ni lo del “no” al plan de paz de Colombia, ni que Rajoy siguiera siendo presidente de España. Y sigo sin entenderlo.
He intentado buscar respuesta navegando por la red. He encontrado algunos argumentos que tienen bastante lógica: que si el sistema democrático no se ha adaptado a los nuevos tiempos, que si lo que funcionaba bien en la Grecia clásica no puede hacerlo en una sociedad mucho más grande, que no participa de las decisiones nada más que cada cuatro años jugándoselo todo a un voto y que además está sumida en una crisis económica y social debido a la especulación, a la corrupción, a la concentración del poder y del dinero en muy pocas manos y con un desarrollo tecnológico que va comiendo terreno a la fuerza humana. Lógica tiene, pero a ver cómo lo solucionamos.
Incluso, ya que soy de natural positiva, he intentado verle la parte buena a la cosa. De cabeza me he ido a un artículo en un periódico que se titulaba “Las cosas positivas que encontrarás en la elección de Trump como presidente de Estados Unidos”. Lo abro y me encuentro que el artículo no es más que un cartel que pone: ¡NADA!. Gracioso, pero descorazonador.
O ver la contestación de José Mújica (ex-presidente de Uruguay) al preguntarle su impresión sobre los resultados de las elecciones en USA. “Socorro”, fue su respuesta.
El humor suele ayudar en estos casos, y twitter siempre es un consuelo. Entradas como “Legalizan en varios estados la marihuana y la eutanasia: la van a necesitar”, o “Orange is the new black” (haciendo referencia al tono de piel del ex-presidente y del actual), te hacen más llevadero el descalabro.
¿Pero en qué está pensando la gente cuando va a votar?, como decía otro tuitero: “No envidio al que tenga que redactar los libros de texto de historia del año 2016”. ¿Como es posible que se equivoquen tanto las encuestas?. Decía una amiga mía que lo que pasa es que la gente miente sobre lo que va a votar. ¿por qué?, le preguntaba yo. “Porque les da vergüenza admitir que han votado lo que han votado”. Pues ya es fuerte el tema.
La frase que más me ha gustado es ésta que se atribuye a Gandhi: “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados”. Ahí lo dejo.
En fin, que, como diría mi madre, “que sea para bien”, aunque mira que lo dudo.
Pero bueno, que no es de política de lo que te quería hablar hoy (o al menos no solo) sino de algo que me lleva llamando la atención muchos años y que se ha repetido aún más en todos estos meses de preparación a las elecciones en Estados Unidos hemos escuchado a candidatos, congresistas, artistas y demás habitantes de aquel país llenarse la boca sobre todo con una palabra: América. Que si hay que hacer grande a América de nuevo. Que si América necesita esto o necesita lo otro. Que si Dios bendiga a América.
Llámalo desviación de profesora de español, pero, ¿sólo yo me doy cuenta de esta apropiación tan descarada?
Ha sido siempre uno de mis caballos de batalla, y siempre me ha sorprendido ver que la gente, en general, no repara en ello. América, señores, es un continente, no un país, y ya sabemos que cuando este señor dice “nosotros los americanos”, no se está refiriendo precisamente a alguien de, por ejemplo, Tijuana.
Quizá yo lo tengo tan claro porque hace ya muchos años, paseando con un amigo mexicano por la Plaza Mayor de Madrid, vi a un grupo de personas en pantalones cortos (era invierno), con calcetines y sandalias, hablando en inglés muy alto y con claros signos de haber pasado por más de un mesón de la zona degustando los caldos patrios. Hice entonces un comentario tipo “hay que ver, lo que dan el cante estos americanos”. Mi amigo comentó: “Yo también soy americano”. Bueno, contesté, me refiero a norteamericanos. A lo que él apunto: “Yo también soy norteamericano”. “¿Estadounidenses? dije tímidamente. “Eso es más correcto”, admitió, “aunque yo les digo “puñeteros gringos”.
Se que esa denominación tampoco es “políticamente correcta”, pero desde luego, es mucho más amable que las palabras que les ha dedicado a esos “otros” americanos el flamante nuevo presidente naranja de los Estados Unidos de América.
No soy creyente, pero aquí la frase viene al pelo (que ese sería otro tema a tratar…) “Que Dios nos pille confesados”.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
Totalmente de acuerdo con lo expresado en tu columna,especialmente en la auto denominacion de » americanos» o «norteamericanos» que se dan los nativos de Estados Unidos…Ellos son estadounidenses,ese es su gentilicio,por supuesto ademas de norteamericanos y americanos.
Americanos somos todos los nacidos en algun pais de las Americas, norteamericanos los nacidos en Norte America,es decir en Canada,Mejico y Estados Unidos…siempre me ha molestado esa apropiacion indebida.
Perdona la falta de acentos,pero tengo teclado griego y no la habilidad suficiente para cambiar a cada rato de idioma en el teclado.
Felicitaciones por tu columna , siempre la espero
.
Saludos de una chilena,sudamericana y americana viviendo en Grecia