La vida marina el tesoro del mar griego
Los mares griegos son el hogar de muchas especies protegidas y que están en peligro de extinción, tales como tiburones, delfines, focas y tortugas, incluyendo algunas grandes ballenas, según declara la organización “Archipiélago”
El enorme cachalote, que puede llegar a medir más de 18 metros y pesar alrededor de 50 toneladas, es la más común de las especies de ballenas encontradas en Grecia, con una población que cuenta con menos de 2.500 miembros adultos y que está recortándose en la actualidad. Otras especies de ballenas más pequeñas que forman grupos, son también comunes en las regiones marinas de gran profundidad.
La mayoría de las 47 especies distintas de tiburones encontradas en el Mediterráneo, viven el los mares griegos, y se enfrentan a un incremento del riesgo de extinción dada la creciente demanda de sus aletas. Los tiburones son capturados vivos y les cortan las aletas antes de devolverlos al mar, donde tienen pocas posibilidades de supervivencia.
Los delfines, tortugas marinas y focas encontradas en Grecia, están también en peligro de extinción. Las tortugas marinas, con la “caretta caretta” , que es la más conocida de las especies, están en gran peligro, especialmente durante el verano, cuando muchas de ellas son alcanzadas por las hélices de los barcos, o se ahogan al caer presas en las redes de pesca.
Otra especie en peligro de extinción es la “monachus monachus” o “Foca monje”, cuya población mundial dificilmente llega a los 450 miembros, con más de la mitad de ellos viviendo en los mares griegos.
Igual de imortantes, aunque menos conocidos por la opinión pública son las “praderas” de “Posidonia oceanica”, una especie de alga, así como varios tipos de coral. Ambos están amenazados debido al desconocimiento de la ubicación de las principales colonias, razón por la que no se sabe cuáles necesitan protección.
Las praderas de algas son el hogar de más de 300 especies de flora y 1.000 especies de fauna. Igualmente importantes en cuanto a su biodiversidad son los arrecifes de coral que necesitan más de 7.000 años para llegar a formarse y que, si son dañados, su recuperación puede llevar siglos.
Autora: Ana de Miguel
Fuente de la información: ANA
Fuente de la imagen: Whale trackers