3. El corazón de la bestia
Caos, del griego χάος. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos. Confusión y desorden. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista. Así describe la RAE la esencia de Atenas, el puro caos que domina las cuatro puntas de la ciudad.
Conductores endemoniados y peatones suicidas mantienen una lucha sin cuartel por todas las calles de Atenas. Al principio me sorprendía no poder cruzar la carretera aunque el semáforo me diera la prioridad. La ristra de coches no se detiene ni por un momento y la luz verde no es más que un consejo que se puede seguir o no. Después de llevar algún tiempo en la ciudad, cuando esto me pasa me hace gracia, hay que aprender a disfrutar de las peculiaridades de este lugar.
Pero en el centro de todo ese ruido de motor furioso y de ese caos se encuentra el corazón de la bestia que es Atenas. Un lugar cálido y amistoso, siempre y cuando no te metas en lo que no te incumbe. La plaza principal de Exarchia emerge de la oscuridad con apariencia de lugar místico, lleno de claroscuros y contraluces.
Los símbolos anarquistas están por todos lados y el jaleo de los jóvenes que beben cerveza tirados por el suelo se entremezcla con el olor dulzón de las shishas. Dos caladas, tres caladas, cuatro caladas y ya formas parte de ese ambiente perezoso y cálido, tumbado entre cojines y con el humo afrutado flotando alrededor. Los peatones y los coches se alejan y todo el caos parece perderse en algún punto desconocido de la galaxia.
Entre tanto sobresalto era inevitable conocer el lado amable de Atenas, solo hay que sumergirse en las profundidades de la urbe.
Luis Cañivano Heredia para AtenasDigital.com