El molotov que llamó a mi puerta
Después de estar todo el día de un lado para otro tomando fotos de la ciudad como buen turista que soy, solo me apetecía estar encerrado en mi piso sin hace nada especial. Una cena ligera, un charla agradable con algún compañero de piso y posiblemente ver algún capitulo de Twin peaks, una serie de detectives de principio de los años noventa que estoy siguiendo ahora.
Como pertenezco a esa generación nacida en la época de Internet, de los ordenadores con Wi-fi y de las cosas con lucecitas que brillan, mi Facebook está siempre abierto mientras cocino o simplemente busco algo en la red. De repente, mientras estaba sentado en mi cuarto sin pensar en nada concreto, el molesto soniquete del chat de Facebook me sacó de golpe de mis cavilaciones. La frase «¿Qué ha pasado hoy en tu barrio?”, aparece en la pantalla de mi portátil. «Nada», respondo. «Creo que ha habido un poco de lío porque hoy había huelga general en toda Grecia, pero nada más».
La pantalla del chat se queda un momento en silencio hasta que unas nuevas palabras aparecen produciendo el sonido característico de las redes sociales. «¿Seguro?, ¿te suena este sitio?», dice mientras mi ordenador me avisa de que estoy recibiendo un archivo de parte de la persona con la que estoy hablando. Al abrir el documento descubro que se trata de una fotografía. La impactante imagen de un policía anti disturbios ardiendo aparece ante mi. Era una imagen de los disturbios que habían habido a primera hora de la tarde debido a la huelga. Como broche macabro, en la pared que hay junto al agente envuelto en llamas se puede, más o menos, leer «Athens burns». Pero, cuando me fijo mejor en el entorno que aparece en la fotografía descubro que el lugar me es familiar. No tardo más de unos pocos segundos en darme cuenta que aquel policía está ardiendo justo al lado del portón de mi casa. Me quedo por un momento petrificado, pensando que a aquel hombre le había caído encima un cóctel molotov sin que ni siquiera me enterara de lo que estaba sucediendo a unos pocos metros de mí.
«¿Es tu casa verdad?», dice de nuevo el chat. Abro la puerta de mi apartamento, bajo las escaleras, abro el portón y el olor a chamusquina me golpea en la cara. Hace menos de dos horas que los disturbios han terminado y la vida ha ha vuelto a la normalidad. Miro hacia abajo y descubro que los escalones de la puerta de la calle de mi apartamento están quemados y los trozos de una botella de cerveza que una vez fueron un molotov están esparcidos por la acera.
Texto: Luis Cañivano Heredia
Imagen: Demotix.com