El kit del buen griego (parte I)
No hace falta vivir mucho tiempo en Grecia para redactar esta lista de utensilios que el más estereotipado de los hombres griegos jamás pasaría por alto. Es verdad que los habitantes masculinos de la cuna de la cultura tiran platos al suelo cuando se emociona bailando. También es cierto que gritan mucho (aunque eso creo que es un rasgo de todos los mediterráneos en general), al igual que hablan por los codos con cualquiera que se cruce en su camino y se comen a piropos a las chicas que van por la calle. Aún así, lo que define el nivel de «grieguismo» de una persona es la cantidad de objetos pertenecientes al «kit del buen griego» que tiene en sus bolsillos.
El «kit del buen griego» está compuesto en primer lugar por un begleri o, en su defecto, un komboloi. El primero es una cuerdecita de no más de diez centímetros que tiene en cada extremo dos pesadas bolas. El segundo es algo parecido pero el triple de largo y con muchas más bolas e, incluso, una borla en uno de los extremos. La forma de utilizar estos objetos es primordial para saber con exactitud cuán griego es su portador. Tanto el begleri como el komboloi se utilizan de forma prácticamente similar: se les da vueltas con una mano, movimiento que va seguido del característico «clac» «clac» que hacen las bolas al chocar entre sí. Esto es toda una disciplina y hay griegos que realmente saber hacer auténticas florituras con estos dos objetos. Si la persona a la que analizamos no tiene ni uno ni otro, su nivel de «grieguismo» pierde puntos gravemente.
El segundo objeto en orden de importancia en el «kit del buen griego» sería el café frappé, que viene siendo un café instantáneo con hielo y cubierto de espuma muy popular en la república helena. Todo buen griego que se precie pasa varias horas del día sosteniendo uno de estos cafés en la mano. Si, además, con la extremidad superior que le queda libre le da vueltas a un begleri o a un komboloi tenemos ante nosotros a un pura sangre de las tierras Griegas.
De momento yo estoy ganando puntos de «grieguísmo» ya que me he aficionado al becleri, aunque si hacer nada fuera de lo normal. El frappé es una asignatura pendiente, ya que al parecer no tolero mucho el sabor del café frío. Aún así, el «kit del buen griego» no acaba aquí. En la siguiente entrada explicaré los otros dos objetos que lo complementan y que todo buen griego tiene.
Texto: Luis Cañivano Heredia
Imagen: D. Quintel
yo no he estado en grecia, pero me han comentado varias personas que en las tipicas tabernas griegas, organizan cenas con baile tipico de alli y acaban rompiendo platos
Yo amo el Frappe 🙂