Grecia acusada de abandonar a los refugiados en alta mar
Andrés Mourenza. Atenas/Lesbos, 28 abr (EFE).- Grecia está empujando ilegalmente pateras fuera de sus aguas territoriales, una práctica contraria al derecho internacional y que pone en riesgo la vida de refugiados e inmigrantes, de acuerdo a denuncias de refugiados sirios, ONGs y activistas de derechos humanos recogidas por Efe.
Ahmet es un superviviente de la masacre de Hula, ocurrida en mayo de 2012 y en la que, según la ONU, fuerzas leales al presidente Bashar Al Asad mataron a 165 personas. Este refugiado sirio huyó a Damasco, donde un bombardeo derribó la casa en la que se escondía. Pasó varios días bajo los escombros hasta que fue rescatado.
Luego decidió escapar hacia Europa, a través de Turquía. Tras pagar una importante suma a un traficante, la noche del 17 al 18 de marzo embarcó en la costa occidental turca con destino a la isla griega de Lesbos. En total eran 80 refugiados, principalmente de Siria y Afganistán, repartidos en dos lanchas a motor.
En torno a las 5.00 de la mañana, cuando las barcas se hallaban a unos 150 metros de la costa de Lesbos, una patrullera de la Guardia Costera helena les abordó. «Encendieron las luces y nos dieron el alto. El barco nos embistió tres veces. Nosotros pedimos ayuda, ¿Por qué no nos ayudaron?», se queja Mohammed en declaraciones a Efe.
«Nuestra lancha comenzó a hacer agua. Gritamos para que nos rescatasen porque había cinco niños de entre 1 y 5 años en nuestro bote, pero no nos ayudaron. Los hombres tuvimos que tirarnos al agua y empujar la barca hasta la orilla», explica Massud.
Este incidente no es un hecho aislado, según activistas locales que han recogido testimonios de otros refugiados que denunciaron haber sido empujados por la Guardia Costera griega hacia Turquía, a pesar de haber sido encontrados en aguas territoriales helenas.
Incluso un grupo denunció que los guardacostas inutilizaron el motor de su embarcación, dejando a los inmigrantes en alta mar, que hubieron de remar con sus manos de vuelta a la costa turca.
Desde que el pasado año Grecia reforzó su seguridad en la frontera terrestre con Turquía, con cerca de 2.000 efectivos policiales y la construcción de una valla de unos 10 km de longitud, la principal ruta migratoria de entrada a la UE ha cambiado y ahora la mayoría penetran en territorio europeo a través de las islas griegas, un viaje mucho más peligroso.
Las cifras oficiales muestran que durante el primer trimestre de este año, 1.623 personas fueron detenidas cuando trataban de alcanzar las islas de Lesbos, Samos, Quíos y el archipiélago del Dodecaneso, frente a sólo 118 en el mismo periodo de 2012.
Con el incremento del flujo de refugiados -especialmente debido a la situación en Siria- también han aumentado las denuncias de lo que en la jerga se conoce como «push-back» o «empujón», un tipo de deportaciones forzosas que no quedan registradas.
Yorgos Kosmópulos, de Amnistía Internacional, explica a Efe que su organización ha recogido testimonios para un informe y señala que «en Turquía hay inmigrantes que aseguran haber sido empujados por la Guardia Costera griega hasta en cinco o seis ocasiones».
«Es una práctica muy peligrosa, y el que lo hagan a barcas donde hay familias enteras con niños lo hace incluso peor», añade.
El año pasado, el Tribunal de Estrasburgo sentenció que Italia había violado la legislación internacional sobre derechos humanos por haber devuelto un barco de inmigrantes a Libia.
Respecto a Grecia, el jefe local del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), explica que su agencia también ha recibido denuncias de «push-back» que están investigando, ya que lo considera «una cuestión muy seria».
Aún así, reconoce que, allá donde entran en juego las fronteras marítimas, es «muy difícil» delimitar si lo que están haciendo los guardacostas es evitar que las pateras entren en aguas griegas o realmente las están expulsando.
«No creo que los guardacostas estén empujando a refugiados. En los últimos años han salvado muchísimas vidas», dice el general de división Emmanuel Katriadakis, representante de asuntos migratorios del Ministerio de Orden Público.
«Lo que se hace es que, cuando aún se encuentran en aguas turcas, se avisa a las autoridades turcas para que los detengan».
Según la ONG Human Rights Watch, en 2011 murieron 1.500 personas en el mar Mediterráneo tratando de ganar las costas europeas, y en 2012 la cifra superó las 300. En los últimos meses, al menos 37 han muerto tratando de llegar a la isla de Lesbos.
Ayad, un sirio que lleva años viviendo en Atenas, perdió a cinco parientes a principios de marzo: su hermana, su cuñado y tres sobrinos, de 3, 6 y 7 años. «Hablamos con ellos por teléfono cuando partieron de Turquía. A medianoche volvimos a telefonear y nos dijeron que ya veían la costa de Lesbos, que llegarían en 30 o 45 minutos», relata.
Al cabo de media hora, Ayad llamó de nuevo pero el teléfono de sus familiares estaba apagado para siempre. Diez días más tarde, el mar comenzó a escupir los cadáveres de los refugiados sirios. Nadie sabe lo que le ocurrió a la patera, porque, esa noche, el mar estaba en calma y no había viento. EFE