Entrevista a Bernardo Atxaga
El escritor vasco Bernardo Atxaga ha presentado recientemente en el Instituto Cervantes de Atenas su novela «El hijo del acordeonista» (Alfaguara), y ha conseguido un rato libre justo antes de irse a la feria del libro de Tesalónica, para conversar con Atenasdigital.com sobre literatura, España y acerca de su carrera profesional.
Las obras de este autor guipuzcoano abarcan desde el cuento y la novela al ensayo, la poesía y el teatro. Sus obras han sido traducidas a infinidad de idiomas y ha sido galardonado dos veces con el Premio de la Crítica y con el Premio Nacional de Narrativa entre otros.
¿Es la primera vez que está usted en Atenas?
No, esta es ya la tercera vez. La primera fue hace 20 años cuando publiqué Obabakoak, una novela por cierto a la que le debo mucho, fue un libro con mucho éxito. De esa primera vez en Atenas recuerdo ver desde una ventana el Acrópolis, una imagen que está grabada en mi mente.
Y, usted que ha conocida la Grecia de hace 20 años, ¿cómo encuentra el país en la actualidad?.
La crisis se nota. Hoy pasé por Syntagma y de diez establecimientos había ocho cerrados, no recuerdo eso la primera vez que vine. Aún así, Atenas tiene mucha animación, siempre ha sido una ciudad animada y lo sigue siendo, a pesar de la situación económica.
Poesía, novela, cuento… Entre todos estos géneros en los que ha trabajado, ¿cuál es su favorito?
Antes de escribir yo era economista, me hice escritor profesional a partir de los 30 años. Se convirtió en una forma de vida por lo que, en realidad, me da igual el género, lo que me gusta es escribir.
De todas sus obras, ¿con qué libro se queda?
Mi libro más feliz es Memorias de una vaca. Esta obra contiene humor, es un texto divertido. Sin embargo, el libro al que le debo todo es Obabakoak, me pagó la casa y prácticamente todo lo que tengo.
Muchas de sus obras han sido traducidas a idiomas como el finlandés, el coreano o el danés. ¿Cómo le hace sentir que sus libros sean leídos en esos países?.
Muy feliz. En mi carrera destacaría dos momentos especialmente felices, el primero sería cuando me dicen que un libro mío va a ser editado en el extranjero, y el otro es cuando voy conduciendo con mi coche y en la radio suena una canción cuya letra he escrito yo. Son instantes de gran satisfacción.
¿Cómo describiría «El hijo del acordeonista «, el libro que ha presentado en Atenas?
Es un libro de fortuna más conflictiva. Ha sido criticado y elogiado. El conflicto nace conforme la obra se acerca al presente, he tocado el tema de la guerra civil y de la violencia y por eso la obra ha sido un tanto polémica, pero bueno, del conflicto se aprende para hacer el siguiente libro.
En «El hijo de acordeonista” toca el tema de la guerra civil, ?cree que es un asunto del que todavía queda mucho de que hablar?
Personalmente, he escrito sobre ello porque recojo lo que he escuchado de las personas que vivieron el conflicto, como mis padres. Al igual que el texto que escribí sobre el bombardeo de Guernika, intento recoger experiencias e historias ajenas.
¿Cómo está la situación en España para los jóvenes escritores?
Escribir es un oficio que corre peligro. En este mundo hay un regla universal: El que se muere de hambre no puede hacer nada. Muchas veces no se puede vivir de la literatura y ésta se convierte en algo que se convine que el trabajo que se tenga. Es cierto que ahora mismo la situación para los escritores desconocidos está difícil. El libro electrónico no lo facilita, a la editorial le sale gratis, se distribuye por la red de librerías digitales y favorece a la piratería. Habría que crear otras formas de publicar.
En su opinión, ¿España es un país que lee?
No creo que sea el país de Europa que más lea, pero por lo menos todavía conversa. En España se habla más que se lee y no creo que eso sea algo negativo. Hay países fríos donde la gente lee mucho pero habla menos. Algo que me preocupa es que se pierdan las culturas de cada región del mundo para abrazar las costumbre americanas, algo que ya he visto en algunos lugares. La cultura de cada lugar es parte de su vida interna, la comida por ejemplo es un claro ejemplo de esa vida. En EEUU recuerdo que todos los dulces eran los mismos en todo el país fueras donde fueras y eso no decía nada bueno.
Después de una carrera tan dilatada como la suya, ¿no está cansado?
Claro que estoy cansado, al igual que en arquetectura existe el cansancio del material que soporta al edificio, pero escribir es el motor que me hace seguir, me mantiene activo. La literatura también cansa, pero si la pelota sigue botando en tu interior significa que todavía hay algo que puedes hacer, además, no sabría hacer nada más.
Entrevistador: Luis Cañivano Heredia
Foto: Gorka Salmerón