El último concierto
Atenas, 16 de Junio – El Director de la Orquesta y el Coro de la ERT, Markos Moissidis, no ha dejado un momento de sonreir. Si hace unos días, cuando le vimos por primera vez en su estudio en el primer piso de la Radio y Televisión Helénica, se trataba más bien de una sonrisa “irónica, porque no te podías creer que estuviera pasando lo que estaba pasando”, hoy es abierta y sincera: “Gracias por vuestra ayuda. El viernes 14 (la noche en la que habría tenido que tener lugar el Requiem en el Teatro de Herodes Ático, ndr) tuvimos un concierto que duró toda la noche, con seis orquestas sinfónicas y tres coros, y millares de personas en el jardín dasde las seis de la tarde hasta las dos de la mañana”.
En el concierto, muy emotivo, se turnaron casi 500 músicos desde todas las orquestas de Atenas y el Pireo, y los integrantes la Orquesta sinfónica y el Coro de la ERT, todos ya sin trabajo. La cámara enfocó durante largo rato las caras de los músicos, algunos de los cuales no podían parar de llorar. El repertorio incluyó obras de los compositores más populares: Beethoven, Mozart y Verdi, cuyo coro Va’ pensiero del Nabucco propagó la emoción a las multitudes de ciudadanos que, en el jardín, en las calles, desde las terrazas de sus casas seguían el concierto sobre pantallas gigantes. Quien no pudiera asistir y, sin embargo, quisiera ver esta y otras actividades de la programación ininterrumpida de la ERT, las puede encontrar grabadas en YouTube, en el canal ERTWebTv.
Consciente de la importancia del trabajo en equipo como buen director de orquesta, Markos Moissidis lleva protestando codo a codo con los suyos, con los casi tres mil trabajadores de la Radio y Televisión Helénica y con los millares de ciudadanos que cada día vienen a dar su apoyo hasta la sede de Agía Paraskeví desde el día en el que el gobierno de Samarás decidió bajar el telón abruptamente, en la medianoche del martes 11 de junio. Como cada trabajador con el que hemos hablado, Moissidis ama profundamente la ERT y lo que significa para todos ellos: “Aquí hay gente con veinte, treinta, cuarenta años de experiencia. No es un trabajo de oficinas, cada plaza es única. En Grecia no existen cursos especiales (para formar a los profesionales de la Radio y Televisión): la ERT era también una escuela. Pero no solo: es el mayor archivo de Grecia, y es un servicio público, no se puede cerrar así. Hay que hacer algo.”
La protesta, engendrada en este despacho luminoso desde el que se ve y se oye a los ciudadanos que llegan al jardín con mucha claridad, se ha extendido como una mancha de aceite: en un comunicado, enviado a “los compañeros, amigos artistas, músicos y managers de todas las emisoras de Radio y Televisión del mundo”, Moissidis, en nombre de los más de 200 trabajadores que directamente representa y de los valores superiores a los intereses del mercado, pide ayuda y solidaridad en defensa de la cultura y, en última instancia, de la misma democracia. No es casualidad que las últimas notas que la Orquesta Sinfónica de la ERT tocó fueran las del Himno nacional, y que la última palabra cantada por el Coro fuese “libertad”.
Tetxo: Linda Baseggio