Grecia y la máquina de tragar rescates
Andrés Mourenza. Atenas, 6 sep (EFE).- Las cantidades todavía se discuten, pero en Atenas y en diversas capitales europeas todos dan por seguro que Grecia necesitará un nuevo rescate, a pesar de haber recibido ya dos por valor de 240.000 millones de euros.
¿Qué ha fallado para que tal cantidad de dinero no haya bastado a las arcas griegas para volver a su curso normal mientras otros países como Portugal e Irlanda presentan síntomas de recuperación?
Es cierto que Grecia ha logrado reducir su abultado déficit, pero no está logrando recaudar el dinero exigido, debido a que la actividad económica ha disminuido (y por tanto se pagan menos impuestos) y a que el plan de privatizaciones no ha logrado sus objetivos.
De acuerdo con el economista Yorgos Vitros, el ajuste impuesto por la troika ha sido «corto de miras» y en lugar de presionar por «reformas estructurales» que hiciesen la economía griega «competitiva y productiva», se ha limitado a recortes y subidas de impuestos para que Grecia dispusiese del dinero y así devolver el rescate.
«Ha sido un error terrible, porque sólo si crecemos podremos devolver la deuda», opina en declaraciones a Efe.
Yorgos Pagulatos, exasesor del primer ministro Lukas Papadimos, añade que los recortes han ahondado la recesión -la economía griega se ha reducido un 25 %- y la han convertido en una «Gran Depresión», con una deuda «insostenible», que este año alcanzará el 175,7 % del PIB, según las previsiones de la Comisión Europea (CE).
El jefe de análisis macroeconómico del instituto económico IOBE, Mijalis Vasiliadis, apunta un tercer factor, los continuos errores en las predicciones.
«Creímos que en 2013 la economía volvería a crecer. El problema es que se utilizan modelos macroeconómicos diseñados para periodos de estabilidad. En la Grecia actual es muy difícil hacer conjeturas para más de 2 a 3 años, y la troika los hace para una década», dice.
En un reciente informe, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguraba que, en 2014 y 2015, Grecia necesitará cerca de 11.000 millones de euros de financiación externa, una cifra que por primera esta semana el ministro de Economía griego, Yanis Sturnaras, reconoció plausible.
A pesar de que el primer ministro griego, Andonis Samarás, anunció esta primavera que Grecia podría retornar a los mercados en 2014, no parece factible ya que pagaría en torno a un 10 % de interés por el bono a 10 años.
Los títulos a corto plazo -Letras del Tesoro a 3 y 6 meses- son los únicos que coloca Grecia desde hace tres años y debe pagar un interés del 4 a 4,25 %, frente a lo que ofrecen España (0,3 a 0,85 %), Portugal (0,76 %) e Irlanda (0,2 %).
De esta manera, a Grecia no le queda otra opción que volver a recurrir a sus socios europeos.
La cuestión es que un nuevo rescate vendría acompañado de nuevas medidas de austeridad, algo que Grecia no puede permitirse políticamente, pues la coalición gobernante ha sufrido muchas defecciones en poco más de un año de legislatura y Samarás ha prometido que no habrá más recortes.
Tampoco parece viable socialmente, pues los griegos habrán perdido en 2014 la mitad de su capacidad adquisitiva respecto al inicio de la crisis.
De ahí que lo que cada vez cobra más fuerza como solución es una nueva quita de la deuda griega, algo de lo que las autoridades alemanas no quieren ni oír hablar.
Pagulatos cree que se podría lograr una reestructuración extendiendo los plazos de devolución de los créditos o pasando los 50.000 millones de euros usados para recapitalizar la banca griega a las cuentas del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM).
De hecho, estos 50.000 millones proceden de la quita hecha el año pasado a los tenedores privados de deuda, como explica Vassiliadis: «A la vez que se borró deuda, tuvimos que pedir prestado para recapitalizar los bancos griegos que habían perdido mucho dinero en la quita».
El Gobierno griego se aferra a la promesa hecha por la CE de que si logra superávit primario -antes del pago de intereses de la deuda- se tomarán medidas para facilitar el pago de la deuda, lo que Atenas entiende por reestructuración.
Pero para lograr el superávit primario, el Gobierno de Samarás está utilizando todo tipo de trucos contables como retrasar las devoluciones de Hacienda o no llevar a cabo las inversiones presupuestadas, algo que no ha pasado por alto la propia Comisión, que en su reciente informe señalaba que «las perspectivas fiscales (de Grecia) para 2013-14 son objeto de gran incertidumbre».
El horizonte se perfila oscuro y no se despejará hasta pasadas las elecciones alemanas -en cuya campaña la crisis helena ha sido un tema recurrente- y la visita de la troika a Grecia prevista para este mes.
Sólo entonces, con las cosas claras en Berlín, los acreedores internacionales se atreverán a plantear la posibilidad de un tercer rescate y la alternativa de una nueva reestructuración de deuda. EFE