Ovación para el flamenco de María Pagés en el Mégaron
Atenas, 9 de noviembre – Si tenéis que elegir un único espectáculo al que ir esta temporada, no os perdáis Utopía, el último maravilloso trabajo de María Pagés, en el Mégaron hasta el domingo. Definirlo flamenco sería reductivo, ya que Utopía es la sublimación de danza, música, arte, literatura y alegría de vivir, sostenida por la arquitectura ligera, poderosa y democrática de Oscar Niemeyer, el brillante arquitecto brasileño inspirador del proyecto, recientemente fallecido, y alimentada por el fuego rebelde y vital del flamenco más feliz.
Espectáculo redondo y vibrante, tiene distintos niveles de lectura: quien conoce la cultura española se divertirá buscando guiños a Machado, a Pau Casals, a Benedetti, a Cervantes; los amantes del flamenco saborearán los palos más puros, como Diálogo, farruca al estilo Gades, y los mestizos, como Es ahí donde quiero vivir, la guajira-tangos con un precioso juego de abanicos; quien aprecia las experimentaciones y las fusiones descubrirá que la samba y la música nordafricana y medioriental se encuentran armoniosamente en el flamenco y que la batería y el violín no desentonan con el zapateado o con las palmas. Los distraídos pensarán haberse equivocado de espectáculo oyendo las sonoridades brasileñas y los que creen haberlo visto ya todo, descubrirán que hay mucho mundo más allá de la Giralda.
La escenografía, cuya pieza fuerte son tres tubos móviles luminosos que representan la evolución de la arquitectura de Niemeyer y que acompañan a los bailarines y a los músicos con efectos ópticos, es un ejemplo del mejor diseño internacional: ligero, funcional, antibarroco y bellísimo. El mismo equilibrio, la misma sobria elegancia se refleja en los detalles de las coreografías, en las que piezas solistas de gran intensidad se alternan a otras en las que todos son a la vez solista y reparto, estrella y público. Los tres colores sobre los cuales está basado el espectáculo (blanco, negro y rojo) añaden elegancia y practicidad y los contraluces parecen sonreír al inmortal Flamenco de Carlos Saura y a su genial técnico de luces, Vittorio Storaro. El vestuario, diseñado por María Pagés, comprende un espectacular vestido rojo que transforma a la sevillana en una afrodita-geisha que surge, bellísima, de un mar de sangre para enfrentarse al tejido de sus miedos y en un fabuloso traje de bata de cola blanco y negro, del que literalmente despega y emprende el vuelo con unos brazos que han perdido las plumas pero no su función de alas.
Nada detiene a María Pagés en su búsqueda de una felicidad al alcance de la mano: capaz de experimentar sin perder de vista sus raíces y de abrazar la tradición sin olvidarse del futuro, consigue un equilibrio entre pasión y racionalidad que hechiza al público, le hace olvidar todo durante una hora y media y le regala la sensación de que otro mundo es no solo posible, sino deseable y necesario.
Texto: Linda Baseggio
Imgen: María Pagés