La primera, en la frente.
Me llama la jefa y me dice: “Lola, ya sé que hablamos que tu colaboración empezaría cuando tuviéramos la nueva web lista, pero necesito que me eches una mano: la Embajada ha tenido el detalle de incluirnos entre la prensa acreditada para la reunión informal de ministros del interior en el marco de la presidencia griega de la UE, y quiero que vayas a cubrir el evento”.
Me quedo helada. La “colaboración” era una columna semanal sobre mis impresiones de recién llegada al país como expatriada, siguiendo a mi santo en su nueva aventura laboral. Al menos eso es de lo que hablamos cuando nos conocimos, en el colegio de los niños, hace unos meses. Yo andaba todavía un poco perdida y mi Sebas, el mayor, estaba enfadado conmigo y con el mundo (mira que le ha hecho poca gracia lo de la mudanza) y me gritaba lindezas de las suyas en nuestra lengua madre. “¿Eres española?”, me dijo de repente una niña de ojos grandes y azules. “Nosotras también. Esta es mi hermana y esta es mi madre, y tiene un periódico.”
Con esa presentación, y con mi hijo más calmado al darse cuenta de que podían entender las burradas que decía, se metieron en el colegio y nos quedamos la jefa y yo. “Un periódico, qué interesante, a mi siempre me ha gustado escribir” comenté, por decir algo y para sobrellevar el bochorno del numerito de mi hijo, y de ahí surgió el tema. Nada de actualidad, que eso ya se lo cubría EFE, me dijo, sólo mis impresiones, cotilleos, lo que se me ocurriese… y nada de insultos, ni tacos ni cuestiones soeces, que no somos el “Qué me dices”.
Pero vamos, que de ahí a cubrir una “reunión informal de ministros del interior en el marco de la presidencia griega de la UE”, iba un trecho.
Al día siguiente de la llamada de auxilio de la jefa, me llega un email de la Embajada en el que se me informa de que el Sr. Ministro del Interior hará unas declaraciones a la prensa española presente, antes de que comience la reunión. Las hará en la sala “Sail”, del palacio de convenciones de Zapion.
Es como si me hablasen chino, pero ya me enteraré de dónde está cada cosa.
Tras un ataque de estrés y unas cuantas respiraciones, intento poner mi mente a trabajar. Lo primero: investigación… ¿Quien coño -perdón, quedamos que nada de tacos ni de insultos- ¿quién es el Ministro del Interior?… bendita internet… D. Jorge Fernandez Díaz… últimos titulares sobre él que encuentro: “Fernandez Díaz compra un camión con cañón de agua contra manifestantes.» “Fernández Díaz “no contempla” retirar las “concertinas” de la valla de Melilla.” “Fernandez Díaz cree que Santa Teresa de Jesús está detrás de la recuperación económica.” (¡¡¡!!!) Tela. ¿Pero por qué tengo yo que hacer esto, si yo lo que quería era una columna tipo “Portera de día, de Luz Sánchez-Mellado”? Una tila. Ya estoy mejor.
El día de autos salgo de casa con tiempo para que no me pille el toro, que lo único que me falta es llegar tarde a mi primera “comparecencia”. Yo vivo en la afueras y tengo que ir hasta el centro. Cojo un taxi porque tampoco es plan perderme. No hay mucho tráfico. Bien. Llego a Zapion a las 8:30. Genial. Estoy mucho más tranquila.
Mi acreditación me espera en la entrada de periodistas. Qué emoción, oye. Qué importante me siento. Con mi tarjetita colgada bien visible empiezo a rodear el edificio siguiendo muy decidida a unos “colegas” cargados de cámaras y trípodes que, no hay duda, son periodistas.
Control de seguridad. Como en los aeropuertos. Al otro lado del arco detector de metales, un señor me pregunta muy amablemente, en inglés, que a dónde voy. Pues a la rueda de prensa del ministro español, claro. “¿Rueda de prensa? ¿Eso no es más tarde?”. Le digo que a mí me han citado a las nueve, y con tanto arco y tanta historia ya son menos diez. “Tiene que dar toda la vuelta al edificio por fuera y ponerse con los demás periodistas a la entrada, y dese prisa, que ya están llegando”. Me doy prisa. Llego a la tribuna de periodistas donde una veintena de personas se parapetan detrás de enormes cámaras. Yo saco mi pequeña cámara digital. Me siento observada. Empiezan a llegar las comitivas. Puertas de coches que abren guardaespaldas. Gente con pinta de importante que es recibida por otra gente con acreditaciones colgadas. Ni idea de quienes son. Ministros del Interior, supongo. Justo estoy pensando que menos mal que es una reunión informal, porque no quiero ni imaginarme la que montan cuando es formal, cuando llega el ministro. Le reconozco porque llega con el embajador, y a éste le reconozco porque me dio la mano en la fiesta del 12 de Octubre. Les hago una foto. Desaparecen en el edificio. Me quedo con cara de tonta. Si este hombre va a dirigirse a alguna prensa, desde luego lo va a hacer ahora, y lo va a hacer DENTRO, y yo estoy FUERA.
Vuelvo a rodear el edificio y aparezco otra vez en el control de seguridad. Mismo arco. Mismo señor muy amable. Oiga, que el ministro ya ha entrado, que para mí que yo tengo que entrar también y buscar la sala esa “Sail”. “Un momento que lo consulto”. Desaparece por una puerta mientras otra se abre y veo como el ministro, seguido por el embajador, hace su aparición y en seguida desaparece por un pasillo. Vuelve mi hombre muy amable con una mujer muy amable. “Pase, pase, que está usted acreditada”. Bien. Muy bien. Un tercer señor muy amable aparece de repente y me dice “venga conmigo, por favor, yo le guío”. Estupendo. Qué despliegue de medios. Pero me lleva por otra puerta que no es por la que se ha metido el ministro y me planta, junto con más fotógrafos, en una suerte de “photo call”o como se llame como el que veo en las revistas, donde posan los que van entrando.
Yo sigo pensando que no estoy en el sitio correcto, pero el tercer “señor muy amable” me insiste en que no me preocupe, que ahora nos llevará a donde están los ministros y tendremos la posibilidad de “verles más de cerca”. Y cumple su promesa. Cuando se termina el desfile de recién llegados, nos “pastorean” hacia una sala donde está la gran mesa con sus banderitas y sus carteles de países como sale en la tele. Veo, sentado delante del cartel de “European Parlament” a Juan Fernando López Aguilar, que a este sí le conozco, porque fue el ministro de Justicia que hizo la ley del matrimonio gay y gracias a él mi vecino de Madrid se pudo casar con su novio de toda la vida, y porque además siempre parece estar recién llegado de la playa, con ese moreno suyo canario. Ganas me dan de acercarme y saludarle en plan “¡que soy española!”, pero pienso que no quedaría muy bien cuando está a punto de empezar una reunión tan importante.
Busco con la mirada el cartelito correspondiente a España. Lo tengo delante de mí. Le hago una foto. Un cuarto señor amable se acerca a mí y me dice que dentro de unos minutos los periodistas tendremos que abandonar la sala. Aprovecho para volverle a soltar mi rollo: que si creo que no estoy en el sitio correcto, que si yo tendría que estar con el ministro español, pero mire, ni siquiera ha llegado todavía. “No, efectivamente, no ha llegado, porque está terminando de hablar con la prensa española en la sala “Sail”, dice, y me deja con cara de haba y mi voz crítica interior gritándome «¡¡¡ya te lo decía yo, pasmada, y tú fiándote de los señores muy amables, si es que no vas a cambiar nunca!!!
No, si para criticar siempre está lista la tía, pero a ver qué hubiera hecho ella en mi lugar. Todos han sido muy colaboradores. Una pena que no me haya encontrado con el cuarto señor muy amable en primer lugar, y no con los otros tres señores también muy amables, ¡PERO MUY INÚTILES!
Así que me voy, que les den a todos. Me voy a darme una vuelta por Monastiraki, que está cerca y ya han empezado las rebajas. Confío en que los de EFE, que tienen más tablas, hayan llegado a buen puerto y la jefa tenga su crónica. Yo me llevo unas fotos, una acreditación, una amarga sensación de despropósito y una duda: ¿terminará haciéndose realidad esa columna mía después de semejante debut?. Lo descubriréis en breve.
Texto e imágenes: Lola Larreina para AtenasDigital.com
Dile a tu voz critica que hay una primera vez para todo y que la próxima vez ya sabes cual es el señor amable que sabe 😉
Gracias por compatir tus aventuras e inspirarnos a tomarnos la vida con humor!
Yo ya estoy esperando leer tu próxima colaboración en tu columna , Lola . Unas risas siempre vienen bien