Carnaval, carnaval.
Hay que reconocer que este país tiene cosas originales, y no me refiero a los mármoles esos que George Clooney quiere que devuelvan a Grecia (yo lo que quiero es que los traiga él personalmente, a ver si me manda la jefa a hacerle una entrevista). ¿Tú has visto en algún sitio que una tienda se dedique a un negocio diferente según el momento del año?
Lo más parecido que había visto yo era una alpargatería de mi barrio de Madrid que, cuando llegaba el invierno, vendía zapatillas de estar por casa. Pero eso es más normal, como quien vende ropa de invierno en invierno y de verano en verano ¿no?.
Lo de aquí es otra cosa… Hay una tienda en donde yo vivo (y las hay por todas partes de Atenas) en la que, cuando llegué en Septiembre, vendían muebles de jardín, tumbonas para la playa, sombrillas y esas cosas. En Octubre cerró, y yo le eché la culpa a la crisis, porque no hay mes que no hayan cerrado algo en los alrededores. Ya es como un pasatiempo. El día 1 de cada mes mi marido, los niños y yo nos damos una vueltecita por la parte más comercial del barrio para ver qué negocios han cerrado sus puertas al vencimiento del alquiler del local. Si, ya sé que es un pasatiempo un poco triste, pero hija qué quieres, es lo que hay.
Por eso también me alegré cuando ví que donde estaba la tienda de muebles había movimiento. Y en noviembre la llenaron de adornos de navidad. Eso ya me hizo tener la mosca detrás de la oreja, porque ¿quién abre una tienda que tenga única y exclusivamente adornos de navidad?.
Fue entonces cuando me enteré que son tiendas estacionales. Abren tres veces al año para vender muebles de exterior en primavera y verano, adornos de navidad en diciembre, y, lo que más me gusta a mí y que toca ahora: disfraces.
¡Hay que ver lo que les gusta aquí esto de los Carnavales! Hay una ciudad en el Peloponeso, que se llama Patras, que tiene unos carnavales famosos -aprokries los laman aquí- que vendrían a ser como los nuestros de Tenerife o de Cádiz, pero en griego. No se yo si tendré la fortuna de verlos, pero lo que tengo claro es que oportunidades de disfrazarme voy a tener unas cuantas, porque aunque oficialmente falten más de dos semanas para los carnavales, aquí llevan haciendo fiestas de disfraces desde que abrieron las tiendas estas que te digo. Y a mi me va un disfraz lo mismo que a un tonto un lápiz.
Ahora, que, en la próxima fiesta que vaya -si es que me vuelven a invitar a alguna- espero tener más éxito con el disfraz que en la primera, porque vaya chasco.
Te cuento: resulta que una cosa que me ha llamado a mi mucho la atención desde que vivo por estos lares, es la manera que tienen de vestirse las mujeres para salir hacer sus cosas de cada día. Vamos, lo que nosotros llamaríamos “arreglá, pero informal”. No sé yo si esto es así en todo Atenas, porque mi barrio es un poco pijo, pero ¡madre mía! ¡hay que ver cómo se ponen ellas!: Su chandal de terciopelo de Juicy Couture (marca que yo ignoraba que existiese antes de venir aquí) con cristales de Swarovsky adornando la pechera, sus botas UGG o, en su defecto,bailarinas (o sea, las manoletinas de toda la vida, pero en caro), su pelo de peluquería, su maquillaje de estrella de la tele y como colofón, un bolsazo de Gucci para arriba (que sea auténtico ya no te lo puedo asegurar) y con la marca lo más visible posible. Es como el uniforme de la zona.
Por eso me pareció divertido, cuando unas madres del cole me invitaron a una fiesta de disfraces, vestirme de aquella guisa. Al fin y al cabo nuestro colegio es internacional y hay gente de todas partes, y con más de una había yo comentado estas particularidades en el vestir. Y además, ¿no son los carnavales una excusa para reirnos de nosotros mismos y ridiculizar lo cotidiano?.
Pues ahí que me voy yo a la fiesta, con mi chandal de terciopelo (del Carrefour), con sus cristalitos de “Tchaikovsky”, mi pelo alisado y cardado, labios perfilados, sombra azul, mis pendientes de perlas, el bolso más grande que encuentro por casa, las Ugg de pega del Accesorize y llego a la casa (casoplón también, que es la mujer de un político famoso, griegos ellos) súper metida en mi papel.
Me abren la puerta (la señora no, una filipina de uniforme) y me llevan al salón donde me recibe la anfitriona con un “Loooooola, you look woooonderfulll”. Me planta dos besos y mientras me guía a la mesa de buffet me dice: “Ese look te queda fenomenal, pero dime… ¿por qué no has venido disfrazada?”
Lo que digo, un chasco. Feliz San Valentín.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
Lola, genial tu artículo, como siempre. Me he reído muchísimo. Confieso, como buena gaditana, que había pensado disfrazarme de griega en Carnaval, con un look muy parecido al tuyo y mi Santo de griego, esto es, pantalón vaquero, camisa oscura, cazadora de cuero negra,un auricular en la oreja, un café «frapé» en una mano y un cigarrillo en la otra, y ya está! Disfraz sencillo a la par de «carnavalero».
Ay hija mía, este país no deja de sorprendernos!
Que bien te lo pasas Lola,!!!!! Con chasco o sin chasco, …. Tu le sacas jugo a todo, que envidia jamia!!!!!vamos, que Gecia te esta sentando a las mil maravillas, ….mira que me están entrando unas ganas de conocer ese país….( no es una indirecta pa que me invites ehh)
¡Ja ja ja, Lola como mola! En mi barrio, que no es tan chic como el tuyo, bajan en bata, zapatillas y rulos para tirar la basura: un espectáculo. Eso sí, las zapatillas brillan que no veas: el Swaroskaki no conoce diferencia de clase.