Comunicando, comunicando.
¡Hay que fastidiarse lo complicado que es el griego! Y que nadie se me ponga mal pensado ¿eh?, me refiero al idioma.
Y la verdad, pensar en aprenderlo cuando, yo por ejemplo, sé que me voy a pasar aquí solo una temporadita , y luego, de vuelta a la realidad patria, es ser un poco iluso. Los niños… pues igual ellos sí, que son como esponjas ¿pero yo?.
Ahora, que una, don de lenguas no tendrá, pero facilidad de comunicación, toda. Me estoy haciendo yo una experta en “capacidad de interpretación idiomática”. Venga, que te doy algunos consejitos, que seguro que te ayudan.
Lo primero, hay que tener ganas de comunicarte en griego. Es esencial. En mi barrio, ya te lo he dicho, viven muchos extranjeros, y en el colegio ya ni te cuento los que hay. Pues mas de uno y más de dos he conocido que llevan aquí un porrón de años y no dicen ni “nai” (que es Sí, pero pronunciado “ne”, que se parece mucho a “no”, o sea, un lío). Además, es de buena educación intentar aprender el idioma del sitio a donde llegas ¿no te parece?.
Los españolitos, sobre todo los expatriados, no es que no vengamos dominando el idioma, es que muchos no hablan ni inglés, que ya me contó a mi la jefa que por eso se le ocurrió montar este periódico, para ver si al menos se enteraban de lo que pasaba aquí.
Bueno, a lo que iba, los consejitos:
El primero es que te aprendas el alfabeto griego. Si, no me mires con esa cara. No es tan complicado, puede ser hasta divertido y cuando te lo sepas y empieces a ser capaz de leer las palabras, te darás cuenta de que hay muchas que te suenan un montón. Vamos, que se dicen igual que en español (a lo mejor tienen el acento cambiado, que eso pasa mucho, pero entenderlas, las entenderás).
En segundo lugar, te recomiendo que cuando vayas a comprar algo y no tengas ni puñetera idea de cómo pedirlo, empieces por decirlo en español. Por la misma razón del “consejo 1”, las posibilidades de que la palabra sea parecida son asombrosamente altas.
Como me pasó a mí al poco de llegar. Me da un poco de vergüenza, pero, bueno, venga, te lo cuento, que ya hay confianza… Pues nada, que como reminiscencia del parto de la niña, sufro bastante “en silencio”·, tú ya me entiendes. El caso es que con los nervios de la mudanza, se me acabó la cremita, tiré el tubo, y no me acordaba del nombre.
Me fuí a la farmacia y me entraban sudores de pensar cómo iba a explicar lo que quería. Después de descartar tres farmacias porque me asomaba y veía que tras el mostrador había un hombre y no una mujer por fin encontré a una farmacéutica. Con cara de angustia le dije en inglés que no sabía cómo se decía en griego lo que buscaba, pero que en español era “Crema para hemorroides”, la chica sonrió y me dijo: “Krema giá imorroídis”. ¡casi lo mismo! ¡Qué alivio! (en todos los sentidos):
Ahora, que te voy a hacer una advertencia: no te vayas a entusiasmar demasiado con lo de que el idioma se parece y pensar que cuando oyes algo que te suena a español, va a ser eso lo que están diciendo. Te lo digo porque en una ocasión, tomando un café con una amiga española que habla griego,una chica vino a pedirnos dinero y, no me preguntes por qué, quise saber tenía hijos. Mi amiga se lo preguntó en griego y ella contestó (o al menos es lo que yo oí) “Es jodío”. Yo me quedé un poco asombrada, pero ví que a mi amiga no le extrañaba nada. Cuando ya me disponía yo a decirle que sí, que estaba deacuerdo con ella, mi amiga me tradujo: “Tiene dos”. O sea, lo que en griego viene a ser “Ejo dío”. Así que cuidadito.
Y para terminar este cursillo acelerado de comunicación de supervivencia, te tengo que avisar que algunos de los gestos que tú crees que son comunes en el mundo mundial, a veces no lo son.
Por ejemplo: decir que no con la cabeza. Aquí lo hacen contínuamente. Vamos, lo hacen tanto, que a mí me parece que rallan en lo maleducado, porque gestos para decir que no, tenemos todos, pero a mí no me ha pasado nunca en España que haya entrado en una tienda, haya preguntado si tienen, por ejemplo, una crema para el sol y que la dependienta no haya abierto la boca y se haya puesto a decirme que no con la cabeza. Pues aquí sí lo hacen, pero con la pequeña diferencia de que ellos para decir que no, hacen un movimiento de cabeza hacia arriba combinado con un casi imperceptible levantamiento de cejas como si estuvieran asombrados, y en muchas ocasiones lo acompañan con un chasquido de lengua. ¡Oye bonita, que sólo te he preguntado si tienes crema para el sol, no te me pongas así! te dan ganas de decirle.
Hay muchos otros, como decir que sí inclinando levemente la cabeza hacia a un lado, o decirte que van a tardar un minuto frotando el índice y el pulgar como si te estuvieran pidiendo dinero, o darte las gracias llevándose una mano al corazón (que queda my sentido, la verdad).
Y lo que nunca, pero nunca, le tienes que hacer a un griego, es enseñarle la mano abierta como si le quisieras decir “¡párate ahí!, porque lo más probable es que no sólo no se pare, sino que te parta la cara.
Lo que te digo: comunícate, pero con cuidado. Buen fin de semana.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
¡Como me he reido con tu post! Es cierto, es cierto, comunicarse es fácil, el idioma no tanto pero ahi estamos. He llegado hace cinco meses y estoy enamorada de mi hogar :») muy contenta con la decisión de venirnos. Tenemos un niño de cinco años que solo del parque ya habla más que nosotras. Eso si, «Sigá-sigá» vamos avanzando todos.
Gracias!