Amnistía denuncia expulsiones en caliente de refugiados sirios en Grecia
Atenas, 29 abr (EFE).- Los refugiados procedentes de Siria y de otros países en conflicto, así como los inmigrantes indocumentados, son «rutinariamente» expulsados «en caliente», además de sometidos a continuas vejaciones, palizas e incluso robos por parte de la Policía y la Guardia Costera de Grecia.
Estas son las conclusiones del informe «Grecia: frontera de esperanza y miedo», publicado hoy por Amnistía Internacional (AI) sobre los «push-back» o «devoluciones en caliente», es decir, aquellas en las que a las personas que han entrado en el país de forma irregular se las expulsa sin un examen sobre su situación y sin darles la oportunidad de solicitar asilo.
AI recuerda que esta práctica está «explícitamente prohibida por las leyes griegas, europeas e internacionales».
El Gobierno griego se comprometió el año pasado ante la ONU a no deportar ni detener a los refugiados sirios, en respuesta a las críticas en este sentido ya formuladas anteriormente.
En su nuevo informe, AI constata que el amplio volumen de denuncias, recogidas tanto por ésta como por otras asociaciones, indica que los cuerpos de seguridad griegos expulsan ilegalmente a posibles demandantes de asilo de forma «rutinaria».
Esto es lo que le ocurrió a J. y S., dos refugiados sirios que habían cruzado la frontera entre Turquía y Grecia a través del río Evros el pasado noviembre.
«Sobre la 1.00 o 1.30 de la madrugada llegamos a la orilla del río y (la Policía griega) nos entregó a una gente que llevaba capuchas y uniformes negros o azul oscuro. Nos quitaron el dinero y los pasaportes y luego, en grupos, nos llevaron en pequeñas barcas a la parte turca», narraron en su entrevista con AI.
En la parte terrestre de la frontera turco-griega, separada por el río Evros y por una valla de 10 kilómetros levantada en 2012, las devoluciones en caliente se producen no sólo apenas llegan los inmigrantes, sino incluso cuando ya han penetrado ampliamente en el interior del territorio griego.
Es el caso de una expulsión colectiva de unos 200 refugiados, en su mayoría perseguidos durante varias horas por la Policía griega en noviembre del pasado año que, cuando trataban de refugiarse en un iglesia, los redujo a golpes y con el uso de porras de eléctricas para después devolverlos a Turquía.
En la frontera marítima la situación es aún peor ya que los «push-back», según AI, ponen en peligro la vida de los inmigrantes y refugiados.
«(Los guardacostas) nos dijeron que nos llevarían a Atenas. En vez de eso, nos pusieron en un bote de plástico y nos dejaron en medio del mar», relataron a AI los afganos D. y R. A los guardacostas no les importó abandonar a su suerte a esta joven pareja, a pesar de que R. estaba embarazada de seis meses.
El caso más sangrante del que se tiene constancia ocurrió el pasado enero, cuando una patera con refugiados afganos y sirios se hundió mientras era remolcada por la Guardia Costera griega de vuelta a Turquía y perecieron 11 personas, ocho de ellas niños.
Según Ehsanulla Safi, uno de los supervivientes, el accidente se produjo porque los guardacostas les remolcaron a gran velocidad y zigzagueando, lo que, unido a las condiciones de fuerte viento y olas, provocó el hundimiento.
Los supervivientes fueron llevados a un islote «a punta de pistola» señala el informe y el capitán les amenazó con «causar más problemas» si informaban de lo ocurrido, explicó Safi, quien perdió a su mujer, sus hijas de ocho y nueve años y su hijo de 18 meses.
Los entrevistados por Amnistía Internacional denunciaron palizas, malos tratos -por ejemplo, darles de beber agua de mar en lugar de agua potable- y humillaciones varias, además de robos de los teléfonos móviles y dinero, una queja que Efe también ha recabado de otros refugiados.
«Tenía más miedo de la policía griega que de los militares en Siria», lamentó un joven que escapó de la guerra civil en el país árabe, citado en el informe de AI.
Amnistía exige que la Unión Europea tome cartas en el asunto y retire a los efectivos de Frontex de Grecia hasta que cesen las devoluciones en caliente, aunque también acusa a Bruselas de no hacer lo suficiente contra estas prácticas.
Además se queja de que mientras Grecia ha recibido de las instituciones europeas más de 227 millones de euros para aumentar la seguridad y el control de sus fronteras, sólo se han otorgado 12 millones para ayudar a la acogida de refugiados.