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Flores

mayo 2, 2014 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo 3 comentarios

Dice un refrán español que “cuando Marzo mayea, Mayo marcea”. Aquí Marzo -para mi regocijo, porque el frío me gusta tirando a poco- mayeó. Y aunque otro refrán “en Abril, aguas mil”, se cumplió a rajatabla (¡lo que pudo llover el sábado pasado!),el caso es que Mayo ha empezado “mayeando”. Una gloria de día tuvimos ayer.

 

La lola

La lola

Claro, que para gloria, la que tuvimos los atléticos (de Madrid) la noche inmediatamente anterior. Tres goles como tres soles le metimos al Chelsea, y ¡clasificados para la final de la Copa de Europa!, que será nada menos que contra el Real Madrid. La primera vez que, en la historia de esta competición, se van a enfrentar en la final dos equipos de la misma ciudad. ¿Y qué ciudad?, ¡Pues pongamos que hablo de Madrid! ¡Qué quieres hija!, momento de exaltación madrileña.

Lo siento, pero no puedo evitar poner la foto que me mandaron según terminó el partido, por aquello de que son dioses griegos. Hay que ver lo rápida que es la gente. No han pasado ni dos segundos desde que han pitado el final y ya te están mandando montajes divertidos con los protagonistas de la gesta. Y es que la cosa tenía ingredientes para que las imaginaciones volaran, porque, que por un lado el Madrid eliminara a un equipo alemán al que entrena el ex-entrenador del Barça, y que el Atleti elimine al equipo inglés que dirige el ex-entrenador del Madrid, pues mola, la verdad. Vamos, que podría poner todo un reportaje fotográfico de guasas varias, pero me quedo con ésta. Y, oye, sin ánimo de meter cizaña, porque mi padre era del Madrid y mi santo también lo es (que tenemos a los pobres niños con el corazón dividido), pero para mí que aquí (por lo menos en la foto) tiene las de ganar Neptuno o Poseidón, ya que estoy en Grecia. (Para quien no lo sepa, la estatua de La Cibeles está en la plaza donde celebran sus victorias los madridistas, y la de Neptuno, donde celebran -celebramos- los atléticos)

Pulso entre La Cibeles y Neptuno

Pulso entre La Cibeles y Neptuno

Pero dejo ya el tema futbolero, porque antes de todo este clima de regocijo, me llevé un buen susto.

Resulta que estoy yo tranquilamente en casa a mis cositas cuando llaman al telefonillo. Va la asistenta a ver quién es y me dice: “Señora, que mandan algo de la empresa de su marido”. Voy a la puerta y me encuentro con un señor portando una corona de flores con una cabeza de ajos colgando en medio. Casi me da algo.

Cojo el teléfono y llamo a mi marido con un nudo en la garganta, rogándole a todas la vírgenes posibles que esto de mandar coronas a casa no sea la costumbre en Grecia para comunicar defunciones.

Pues no, no lo es, gracias a los dioses de Olimpo. Resulta que lo que sí es costumbre es colgar una de estas coronas en la casa el primero de mayo. Por lo visto en la empresa de mi marido las confeccionan los trabajadores y se las regalan a los jefes (no se yo si es muy políticamente correcto precisamente para el día de los trabajadores, la verdad). Y aunque  mi media naranja no es que sea el director del cotarro, no te creas, parece que, por aquello de ser extranjero, quisieron hacerle partícipe de esta tradición.

Un poco más tranquila ya, me puse a buscar información sobre el tema para poder contártelo: la tradición se remonta a los antiguos griegos y a las fiestas de celebración de la primavera. En la víspera del primero de mayo, como una costumbre familiar, se tejían coronas con las flores que por esas fechas habían empezado a florecer, haciendo distintas combinaciones, dependiendo de lo que quisieran que les proporcionasen: rosas, claveles, lilas y geranios para que la toda la casa floreciera; madreselva y olivo para que entrara en ella la felicidad; mazorca, margaritas y amapolas para tener siempre la casa llena de amigos; plantas gramíneas, raíces y frutos para ahuyentar los chismes; una rama de magnolia para que la chica de la casa encuentre el amor y ajo para ahuyentar a los malos espíritus y el mal de ojo.

Mira tú qué bonito, oye. Y yo pensando en muertos. Que mal fario.

Ahora, que para mal fario, el otro tema relacionado con flores que tuve también ayer. Después del precioso día que hizo y como estábamos tan animados con este ambiente pre-veraniego, decidimos irnos con unos amigos por la noche a un “Buzuki”, o sea, a un sitio en los que hay música tradicional griega en vivo. Como sabrás, antes, en estos sitios, tenían como costumbre romper platos para festejar al cantante en cuestión. Pero hace años lo prohibieron. Ignoro si por el gasto o por los heridos. El hecho es que cambiaron los platos por flores blancas. Tú vas a uno de estos sitios y, si te gusta lo que oyes, compras una bandeja de estas flores allí mismo y se la lanzas al intérprete y queda precioso. Hasta ahí todo bien.

Lo malo es que comenté en alto que me encantaban esas flores tan blancas y que ya me había fijado que a los griegos también les debían gustar mucho porque una vez había visto un camión de una floristería llegar al cementerio del barrio y me había llamado la atención que todas las coronas eran idénticas y todas de ese color, y va uno de nuestros acompañantes, autóctono él, y dice: “¿y de donde te crees que las sacan…? hay que reciclar, y a ellos no les sirven para mucho”.

Jo que mal rollo. No se si será verdad, pero yo, cuando llegué a casa y ví la guirnalda, a punto estuve de colgarme la cabeza de ajo al cuello.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

 

Hay 3 comentarios en esta entrada:

  1. Maria Jose dice:

    Con Lola siempre se aprende algo nuevo

  2. O. dice:

    Enhorabuena Lola, tu equipo mereció la victoria!!!!!!!
    No olvidare poner margaritas,(porque amapolas ya no encuentro casi nunca) para que mi casa este siempre llena de gente como tu…..La próxima salida a un Buzuki.? Porfi porfi.
    Cariños reina mora.

  3. Expatriada inmortal dice:

    Cuanto aprendo contigo Lola!
    Lo de las flores «recicladas» me ha llamado mucho la atención. Y conociendo, como voy conociendo a los griegos, no me extrañaría nada que así fuera.
    En cuanto a lo de los ajos si que me sorprende. Mira que hacer esas cosas! Como si tuviéramos por vecino al mismísimo Conde Dracula!

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