Lista de precios
De cabeza al verano que vamos. Y yo a la “operación bikini”. El domingo pasado a mi marido se le ocurrió que fuéramos a comer a un restaurante en la playa. Yo, viendo el día que hacía, pensé que no estaría mal tomar un poco de sol, pero cuando tiré de la caja de los bikinis y me ví delante del espejo, decidí convertirme momentáneamente al islamismo…y porque no tengo burka en el fondo de armario, que si no, me lo pongo. ¡Ay! ¡Las lorzas!
Me pasa todos los años. Llegan los primeros rayos de sol y lo siguiente es convencerme de que ya no tengo edad para bikini. Pero los bañadores me dan un calor que no lo aguanto. Así que este año, por aquello de que aquí el buen tiempo empieza antes y dura más y de que tengo la playa a 20 minutos, me he propuesto ponerme estupenda para la época estival.
Pero como lo de las dietas y el ejercicio no va mucho conmigo, me he dicho: “Lola, ¿no eres una expatriada inmortal?, ¡pues al centro de belleza y que te arreglen!”.
Como en estas lides no estoy muy ducha, he ido a enterarme de tratamientos y demás con una amiga que acaba de llegar de España y trae “los precios frescos”, porque yo, ni idea de lo que esto puede costar y no quiero que me den gato por liebre.
Y es que reconozco que me he vuelto bastante desconfiada. La culpa la tiene una tienda en Monastiraki, en el centro de Atenas, a la que fui a comprar “artículos de algodón” para llevar a España cuando fuí en marzo. Ninguna prenda tenía precio, así que yo iba preguntando, y la señora contestando. Yo, toda cándida, ni regatee ni nada (de todas maneras siempre se me ha dado de pena). Salí de la tienda con una bolsa llena de camisas, pantalones y chaquetillas para toda la familia española. Un pastón me dejé, pero iba tan contenta con todo lo que llevaba. Pues fue llegar a la siguiente tienda, que encima tenía una pinta mucho más elegante y casi me da un síncope cuando veo que tienen prácticamente las mismas cosas, pero con precio. ¡Pues no me había cobrado la gualdrapa de la otra como diez euros más por cada prenda!.
No, no me quedé callada. Me volví a la otra tienda a decirle a la señora que cómo tenía ese morro. Pero ella, impasible me decía que lo que pasaba era que su ropa era “hecha en Grecia”, mientras que la otra seguramente sería china. Y no hubo manera de sacarla de ahí. Aunque le enseñaba las etiquetas en las que ponía “Made in Greece”, ella erre que erre con los chinos. ¡Qué coraje!
Así que ahora no me fío cuando no veo los precios puestos, y claro, en el salón de belleza, los precios los consulta la chica en el ordenador y nos va diciendo lo que cuesta el tratamiento por el que preguntamos. Bueno, lo pregunta mi amiga, porque hija, para estas cosas hay que saber. Que si criolisis, que si lipoescultura, que si punta de diamante, que si radiofrecuencia, que si luz pulsada, que si foto-rejuvenecimiento. ¡Un nuevo universo se va abriendo ante mí con cada palabreja!
Cuando mi amiga decide las cuatro o cinco cosas que tenemos que hacernos para llegar “niqueladas” al verano, viene el tema precio. Mi amiga no habla inglés, así que yo ejerzo de intérprete. La esteticista dice un precio por tratamiento, yo se lo traduzco a mi amiga y ella: “¡Uy, qué va!, ¡eso es muy caro!” Yo se lo digo a la otra y ella se pone a teclear en el ordenador con cara de circunstancias y a continuación nos da otro precio algo inferior. Mi amiga, que evidentemente tiene más dotes para el regateo que yo, tuerce el gesto y vuelve la carga: “Pues me sigue pareciendo caro, esto en España te cuesta…” y dice una cifra. Y yo traduzco. Y la otra de nuevo a teclear y a hacer cálculos en un papel.
“Es que además, si nos vamos a hacer varios tratamientos, lo suyo es que nos hagan mejor precio”, continúa mi amiga, y yo, encantada, vuelvo traducir, porque a mí me da una vergüenza enorme intentar que me rebajen un precio, pero hay que ver lo bien que se siente una consiguiendo algo más barato.
Así hemos estado un buen rato hasta que, al final de la negociación, el precio se ha quedado más o menos en la mitad de lo que nos había dicho inicialmente. ¡Menudo margen maneja esta gente!, le digo a mi amiga, y la empleada se me queda mirando con cara de “Eso también me lo traducirás ¿no?”.
Yo me quedo un poco cortada, pero no puedo menos que decir algo, así que vengo a decir que qué precios más altos tienen en Grecia, pero que qué buenos descuentos hacen.
Ella sonríe, viendo que nos tiene a punto de tirar de tarjeta de crédito y, como si quisiera justificarse un poco, nos dice “No crean que les he mentido sobre el coste de los tratamientos, es cierto que les estoy haciendo un descuento estupendo, si quieren comprobarlo, les puedo enseñar la lista oficial de precios”.
“Pues mira sí”, digo yo, acordándome de mi experiencia en el centro, “no nos importaría verla”.
La muchacha llama a una compañera que está en el despacho de enfrente y le dice: Kiria Eleni, (Señora Eleni), parakaló (por favor) to timocatálogo…
¡Timocatálogo! ¡Así se dice en griego lista de precios! ¡Timo-catálogo!. Este idioma no va a dejar nunca de sorprenderme.
Ya te contaré si este año logro ponerme por fin un tanga o si también son timo-tratamientos.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
¡Timocatalogo! Que palabreja mas curiosa y mas gráfica.
¡ Ay Lola! Que yo me estoy haciendo un tratamiento corporal para no llevar biki-burka este verano, y me estoy viendo como tú con las tiendas de Monastiraki, osea, que en Centro Estético de enfrente me lo podrían hacer igual o mejor y mas barato! De todas formas aquí siempre sospechas que te rodean los timo-tratamientos, los timo-restaurantes, las timo-copas… Que país, yo alucino!
Que timó ni que timo!!!! No eres inmortal???? Pues hazte todo lo que te venga en gana, que eso es bueno pa to!!!! Autoestima, felicidad ,,,,,etc etc etc, …..eso si, es bueno ir con la colegui para los temas financieros, ya nos contarás la experiencia!!!! Yo necesito una restauración profunda también, pal verano y pal día a día!!!!!se pondrán de moda las lorzas???? Ojala
El timo-catálogo! Me parto de la risa! Lo de este país es demasiado!