Cuando el poeta brilla por su ausencia
Linda Baseggio.- En una velada muy emotiva se reunieron anoche en Poems and Crimes los amigos del poeta Juan Vicente Piqueras para festejar la traducción al griego de su último libro, Atenas, con el que ganó el XXV premio Loewe. Si una de las razones del éxito de la lectura poética ha sido la indudable calidad literaria de la obra de Piqueras (Los Duques de Requena, Valencia, 1960), ausente por razones de salud, pero ya en pronta recuperación, no menos importantes para éste éxito han sido las personas que le quieren y a las que él quiere, quienes han colaborado de corazón.
En orden de aparición, Cristian Font, Cónsul de España y próximo vecino de casa del poeta (su próximo destino será Argel con el cargo de Cónsul general), dio su voz al mismo Piqueras (o Juanvi, para los amigos) leyendo su carta de agradecimiento. Pedro Olalla, escritor y helenista, hizo un retrato muy profundo y a su vez delicado de Piqueras y leyó los poemas en español. El escritor Petros Márkaris, leyó la versión en lengua griega alabando la excelente traducción de Kostas Vrachnós, que estaba sentado en la escalera muy callado, pero se veía emocionado.
Le siguió Víctor Andresco, director del Instituto Cervantes, que escribió el prólogo de la edición griega y también estaba sentado en las escaleras. Sami Gavrilidis, dueño del bar y de la editorial homónima, que se movía sonriente como siempre entre la imprenta y la barra. Adriana Martínez, directora del festival LEA, sentada al lado de Carola Silvestrelli, maestra de Yoga Kundalini y exponente de la familia Piqueras, documentaba todo para el ausente. Y muchas más personas y conocidos, fans y estimadores, que tantos amigos tenía y tiene Piqueras en la ciudad blanca.
Atenas es un libro de poemas que se lee con el corazón antes que con los ojos y se puede saborear como lo hacen los peripatéticos, moviéndose detrás de la geografía urbana dibujada por el alma del poeta, pero que gana un sabor especial visto desde “fuera” para darse cuenta de que, Atenas, uno la lleva dentro para siempre. En este sentido, Piqueras ha logrado conseguir un redondo y personal “cancionero de ausencias”, hecho de sombras que indicaron luces y de estrellas que señalaron el camino. Un poco como la vida, un largo viaje hecho de ‘adioses’. O, como diría el poeta que pasó por Grecia como pasa el viento, «hecho de dioses».