El debate sobre la novela histórica marca el comienzo del festival literario LEA
Linda Baseggio.- Se inauguró ayer oficialmente en el Instituto Cervantes de Atenas el VI Festival de Literatura LEA, ante un público de lectores entre los que no faltaban autoridades de la cultura iberoamericana en Grecia. El Festival, dirigido por Adriana Martínez, llega ya, como dijo el director del Cervantes, Víctor Andresco, «a su mayoría de edad» y «sale a la calle para conquistar Atenas». Después del brindis tuvo lugar la primera mesa redonda de la semana, dedicada a la novela histórica.
Olga Merino y Alfonso Mateo-Sagasta, escritores españoles, dieron una sintética pero exhaustiva clase magistral de lo que quiere decir escribir novela histórica hoy en España. Distintos fueron los puntos que se tocaron en la charla, empezando por el equivocado papel del escritor de novela histórica al que se le pide, según Mateo-Sagasta, «una exigencia de verosimilitud» ya que tiene que «informar y educar al público», deberes no propios, según el autor, de un novelista. Merino, por su parte, subrayó «la superioridad de la novela frente a la historia porque apela a una realidad moral».
Otro de los argumentos en caliente fue la capacidad que tiene la historia, y su novela, de afectar al individuo, sobre todo la novela de la ‘intrahistoria’, del pasado reciente, a pesar de que se afirma que tiene que haber una distancia mínima a partir de la cual observar los hechos (treinta años según unos, hasta sesenta según otros). El autor de Ladrones de tinta cree que la clave está en «cómo contamos nuestra historia analizando nuestro presente de cara al futuro» pues «todas las sociedades se narran a sí mismas»: hay hechos en la historia de una sociedad que, aunque de breve duración en términos cronológicos (como la República española o el reinado de los Reyes Católicos), tienen una capacidad de influencia literaria superior a la de largos periodos.
Merino habló de la importancia del punto de vista desde el que contar la historia, sosteniendo que ahora es «la mirada del nieto» la que marca el necesario distanciamiento «que permite el claroscuro», poniendo como ejemplo Soldados de Salamina, de Javier Cercas.
Los autores discreparon sobre el concepto de mentira y verdad, ya que según Mateo-Sagasta «nada es mentira y todo es verdad, cada visión es cierta y la sociedad tiene que negociar con la historia», mientras según Merino, «hay verdades y verdades» y, en medio, «mucho marketing también», pero ambos autores se encontraron nuevamente ante la idea de Andresco, que leer sus novelas permite «tener una idea de lo que es España».
Merino notó cómo «entre la España del Siglo de Oro y la actual hay mucho paralelismo», dándole el «la» a Mateo Sagasta para que contara ejemplos sobre la burbuja inmobiliaria y la corrupción del siglo XVII. Y es que, como dijo Merino, «hubo picaresca en toda Europa, pero nunca como en España», ya que «el buscavidas» se sale de las clases sociales más pobres y se vuelve «un fenómeno transversal». Mateo-Sagasta añadió que «el pícaro español tiene un componente religioso y moralista» ausente en otros contextos más boccacciescos. Quizás, admitió Merino, «por falta de ironía».
La charla siguió con la necesidad, según la autora de Cenizas rojas, de una reflexión sobre la transición a la democracia (razón por la cual vaticina un «boom de novelas de la transición») y de la también necesaria «narración del futuro», según Mateo-Sagasta, ya que «los novelistas están alimentando los nuevos mitos».
Hacia el final de la charla, Andresco introdujo el concepto de μεράκι, el esmero, y le pidió a los dos novelistas, reconocidos detallistas, compartir los secretos del oficio. Merino admitió que, cuando escribe literatura se toma todo el tiempo que en el periodismo le falta para trabajar con cuidado el lenguaje, ya que siente que su patria es su idioma. Mateo-Sagasta está de acuerdo con la máxima «los pequeños detalles son los que hacen posible que el lector se trague una gran mentira» y auspicia el nacimiento de una mejor divulgación histórica, libre e independiente de los híbridos contemporáneos entre ensayo y literatura, como beneficio para lectores y autores de novela histórica pura, a la búsqueda de una «narración coherente de un pasado negociado».