Exarjia, un barrio autogestionado en el centro de Atenas
Remei Calabuig, Atenas, (EFE).- Cuajado de centros sociales, cooperativas, clínicas gratuitas, cocinas colectivas, espacios de arte, casas «okupa», librerías y cafés se erige Exarjia, un barrio del centro de Atenas con una larga tradición de activismo que ha hecho de la autogestión el instrumento para cubrir sus necesidades.
Quienes lo conocen coinciden en que Exarjia es un lugar diferente, no solo porque allí se gestó la revuelta estudiantil del Politécnico, que hace 40 años supuso el principio del fin de la Junta de los Coroneles, sino también porque, con el paso del tiempo, los vecinos han conseguido gestionarlo de forma autónoma.
Uno de los proyectos del que más orgullosos están los habitantes de Exarjia es el parque Navarinu, que nació de las manos de los vecinos hace ya cinco años.
Lo que en 2009 era un aparcamiento de coches se convirtió en un lugar de recreo con columpios, zonas verdes y huertos urbanos para el disfrute de los vecinos.
«Queremos demostrar que la autogestión puede ser eficaz en la práctica, que no se queda solo en el plano ideológico», explica a Efe una de las activistas del centro social «Nosotros», que no desea ser identificada.
Este café fue el primero del barrio que empezó a funcionar de manera autogestionada en septiembre de 2005.
Allí se imparten clases gratuitas de idiomas, yoga, música, fotografía y teatro y hay un bar que se atiende por turnos y cuyos beneficios sirven para pagar el alquiler del local.
Según aseguran sus impulsores, el centro está abierto a todo aquel que tenga «algo que aportar» y que participe los lunes en la asamblea que celebran para tratar todo tipo de asuntos.
De manera parecida funciona otro de los bares-centros sociales,»K-Vox», este sí «okupado» y situado en un edificio en una de las esquinas de la emblemática plaza de Exarjia, punto de reunión de las asambleas vecinales.
Si bien se creó con el objetivo de recaudar fondos para los presos encarcelados por motivos políticos, sus aspiraciones actuales no dejan de tener una finalidad más amplia, pues, como afirma una de sus impulsoras, su mayor logro es la clínica médica, donde se atiende gratuitamente a todas las personas que no tienen cobertura sanitaria en Grecia.
Pero su labor social parece no gustar a todos, ya que hace unos días la sede de «K-Vox» recibió varios disparos de bala de unos desconocidos.
La razón, según la activista, es que el barrio mantiene una guerra abierta contra las mafias que distribuyen droga y se ha organizado, al margen de las autoridades, para conseguir acabar con esta práctica.
La lucha contra la venta de narcóticos es la última batalla que libran los vecinos, ya que desde el asesinato del adolescente Alexis Grigorópulos en 2008 a manos de un policía, los agentes no suelen patrullar Exarjia, lo que ha creado una especie de frontera invisible y que las riendas del lugar queden en manos de sus habitantes.
«Es un barrio libre de Policía, lo que no quiere decir que no tengamos problemas porque la mafia se está aprovechando de ello», admite Nikos, un vecino que considera que es tarea de sus moradores solucionar este problema.
La sospecha de varios de los vecinos es que las autoridades preparan una operación urbanística en Exarjia y, antes, para adquirir el suelo a bajo precio están empujando a drogadictos y narcotraficantes al barrio para propiciar su degradación.
El Ayuntamiento de Atenas, en declaraciones a Efe, reconoce que planea iniciativas para «revalorizar el barrio y recuperar sus características de antaño, cuando coexistían personalidades importantes con el pensamiento radical».
Sin embargo, se queja de que en Exarjia actualmente se dan la mano el «crimen y el extremismo político».
El Ministerio de Orden Público ya ha amenazado en varias ocasiones con entrar en el lugar y «restaurar la ley», pero cada vez que los antidisturbios penetran son repelidos por los vecinos.
Para Panagiotis, otro joven que participa de la vida social de Exarjia, la primera solución para combatir el tráfico de drogas pasa por aceptar que hay un problema y, en segundo lugar, por lograr una buena conexión entre los vecinos que permita actuar de forma coordinada.
«La Policía no va a estar aquí, pero sí los movimientos sociales», añade Nikos, quien además de participar en las asambleas vecinales, cada sábado cocina en un comedor social donde se preparan platos tradicionales de distintas culturas.
Iniciativas como los centros médicos, las clases gratuitas o las cocinas colectivas de Exarjia cobran si cabe más relevancia en tiempos de crisis, ya que suponen la única alternativa para muchas personas a las que la debacle económica que vive Grecia las ha privado de posibilidades.
Sin embargo, «lo más importante es el modelo (social) que propugnan» estas iniciativas, sostiene la activista de «Nosotros».