Samarás, entre la troika y la presión de ministros que piden menos reformas
Atenas, (EFE).- Apenas estrenado el nuevo Gobierno griego, el primer ministro Andonis Samarás afronta nuevos obstáculos internos: mientras la troika de acreedores urge a cumplir los requisitos previos al siguiente desembolso de la ayuda, algunos ministros díscolos piden renegociar parte de las reformas acordadas.
El Gobierno griego debe concluir hasta finales de junio seis medidas inicialmente previstas para el pasado mayo. Parte de estas medidas ya han sido tomadas, como la nueva ley que reorganiza los mercados callejeros. Otra medida ya tomada es la revisión de la lista de los impuestos especiales a favor de terceros, exigida por los acreedores. Estos impuestos especiales están destinados a financiar, en parte, una serie de cajas de seguridad social concretas.
El Ejecutivo debe además elaborar en los próximos días un código de comportamiento de los diputados y de los ministros para reducir la corrupción, un plan de acción para recaudar las deudas al Estado, una ley para eliminar trabas burocráticas para las inversiones y otra para reducir el margen de beneficio de las farmacias.
Pero si el flamante ministro de Finanzas, Gikas Jardúvelis, aseguraba la semana pasada a sus homólogos en el Eurogrupo de que el Gobierno cumplirá sus promesas, algunos de sus colegas intentaban «en casa» renegociar parcialmente las obligaciones de sus ministerios.
El primero fue el nuevo ministro de Educación, Andreas Loverdos, quien chocó con el titular de Reforma Administrativa, Kyriakos Mitsotakis, al rechazar el despido de los funcionarios de universidades, que habían sido puestos en el esquema de reserva laboral el otoño pasado sin ser todavía recolocados.
En este conflicto Loverdos recibió el apoyo tácito del partido Pasok, el socio socialdemócrata de los conservadores de Samarás en el Gobierno, al que pertenecía hasta el otoño pasado.
«Pasok cree que toda medida acordada con los acreedores puede ser renegociada, una vez que las condiciones lo permitan», declaró a los medios el portavoz de Pasok, Dimitris Karydis.
Por su parte, Paris Kukulópulos, el nuevo viceministro de Agricultura y mano derecha del líder de Pasok, Evángelos Venizelos, se opuso a la privatización de las compañías de aguas y de la privatización parcial de la compañía pública de electricidad, DEI.
Esta última es uno de los requisitos previos al desembolso del próximo tramo de ayuda, inicialmente previsto para el mes de julio, que probablemente será entregado en agosto.
Pero no todos los problemas de Samarás vienen de los ministros de su socio socialdemócrata, duramente vapuleado en las recientes elecciones europeas. El recién nombrado ministro de Interior, Argyriris Dinópulos, uno de los primeros que respaldaron a Samarás en la conquista del liderazgo de su partido, Nueva Democracia, declaró apenas tres días después de asumir el cargo que «no habrá despidos de funcionarios en la administración local».
Buena parte de los 11.000 funcionarios que deben ser despedidos en 2014, según el compromiso del Gobierno griego con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional), deben proceder de la administración local.
El último en plantear mejoras ha sido hoy mismo el nuevo ministro de Sanidad, el conservador Makis Voridis, quien exigió un incremento de los fondos a la sanidad pública, si bien matizó que no reclama un aumento del presupuesto estatal, sino una redistribución de los fondos entre los distintos ministerios.