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Vacaciones

junio 27, 2014 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo 1 comentario

Me lo preguntó el otro día una lectora en los comentarios, y la contesto públicamente:. Si señorita, me voy de vacaciones hasta septiembre, como los niños. Este será mi última columna del verano y, si la jefa no decide prescindir de mí, volveré a la par que los colegios abran sus aulas.

La lola

La lola

Y no es que una sea una vaga, pero oye, ya empecé a planteármelo cuando ví en este mismo periódico que los señores parlamentarios habían decidido cogerse cuatro meses de vacaciones. O más o menos. Porque cerrar el parlamento durante cuatro semanas y tenerlo hasta octubre con sólo un tercio de los diputados trabajando de forma rotatoria, ya es tomarse el verano con relax ¿no?.

Y yo me voy de retiro. No, espiritual no. Más bien tirando a mundano. Una amiga me ha ofrecido acogernos a los niños y a mí en su casa de verano, que está a 30 minutos en coche y así los maridos pueden seguir con sus obligaciones laborales mientras nosotras “pastoreamos” a los churumbeles para que se desfoguen en la playa. Y en agosto a visitar a la familia.

¡Por fin se han acabado (al menos hasta septiembre) los “lunch boxes”, los “play dates” y los “sleep over”! Las tres combinaciones de palabras que más he llegado a odiar en este mi primer año como expatriada. Y los “birthdays parties” a las 4 de la tarde a finales de Junio en un parque de tirolinas y sin cervezas frías. (No sé que tienen los griegos con las cervezas, pero en los cumpleaños, es muy raro que haya. Vino sí, y coktails también a veces, pero cerveza, no.)

Lo de los “lunch boxes”, la “tartera” de toda la vida, me ha tenido loca durante todo el curso. Empezaré para reconocer que no soy un dechado de virtudes en la cocina. Y eso de tener que prepararles la comida cada día a las siete de la mañana me ha traído por el camino de la amargura. Vamos, que lleva tú a los niños a un colegio internacional estupendo que te cuesta un ojo de la cara, y que ni siquiera les den de comer. Al principio creía que era yo sola, que siempre he tenido un poco de alergia a las artes culinarias. Pero no, porque, madre a la que le he comentado que era una de las cosas que más agradecía de las vacaciones, madre que me ha confirmado que a ella le pasaba lo mismo ¿o no?.

Lo de los “play dates” y los “sleep over”, o sea, traerte un niño (o varios) a casa para que juegue con los tuyos y que -en el peor de los casos- se te quede a dormir, he intentado evitarlo yo desde el principio de los tiempos, pero claro, cuando resulta que hay madres mucho más enrolladas que tú, que encuentran maravilloso montar una guardería cada tarde en su casa (aunque en la mayoría de los casos la guardería la regente la “nanny” de turno y la madre se dedique a sus cosas, y eso, cuando se queda en casa), pues te sientes obligada a corresponder. Y no veas lo mal que lo llevo yo. Primero, porque no tengo “nanny”, o sea, que me lo como yo solita, y segundo, porque no logro sentirme cómoda diciéndole a un niño de 10 años, y además en inglés, “como vuelvas a meterte en mi baño y untar las paredes con la crema de día, te tarifo con tu madre, con tu nanny o con la madre que las parió a las dos”. No me sale bien, que quieres.

Y es que mucho colegio pijo, mucha internacionalidad, pero hay que fastidiarse lo mal educados que son algunos. Claro, que les debe venir de casta, porque en las últimas celebraciones escolares a punto he estado de liarla. Tú imaginate: el festival de fin de curso, el polideportivo del colegio con su escenario montado y todo lleno de sillitas para los padres. El “head master” (me encanta esta palabra, me recuerda a Harry Potter) que dice muy amablemente que dado que se está grabando el evento en video y que se pondrá a disposición de los padres, que por favor no se pasen con el tema de las cámaras, pues molestan a los demás y desconcentran a los niños. Y va la típica madre (en este caso era madre, pero los padres tampoco se libran) que, en cuanto sale su niño a escena, pilla el Ipad, que con su tamaño te tapa medio escenario y como quien no quiere la cosa se va levantando de la silla hasta que tiene el plano bien pillado. Los que estaban cerca de ella movían el cuello para un lado y para otro intentando buscar un ángulo por el que ver, pero los que estábamos un poco más atrás lo teníamos más chungo, nos lo tapaba todo con sus supertableta, la petarda de ella. Hubo algún padre que intentaba “chistar” a ver si se daba cuenta, pero como eran más educados que ella, no se atrevían a hacerlo más fuerte por no molestar a los de la representación. Y claro, pasa lo que pasa, que se me hincha la vena y me sale el espíritu de barrio, así que me fuí para la señora y de un tirón la senté en su silla. Casi se le cae el iPad, pero ni miró para atrás. Y ahí se quedó sentadita el resto de la función. Estaríamos buenos.

Así que como verás, ando con los nervios a flor de piel. Lo mejor que puedo hacer es retirarme a la costa ateniense y relajarme en lo mejorcito de Grecia: su mar. Ójala tú puedas hacer algo parecido. ¡Hasta septiembre!

Hay 1 comentario en esta entrada:

  1. mir dice:

    Hasta septiembre!…. si no nos vemos en alguna despedida! 😉

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