Limpiadoras, el nuevo símbolo de resistencia contra la austeridad en Grecia
Remei Calabuig, (EFE) Atenas.- Su lucha, lejos de terminar, las ha convertido en un símbolo de resistencia frente a las políticas de austeridad. Hace ya tres meses que las limpiadoras del Ministerio de Finanzas griego resisten en un campamento improvisado a las puertas de su antiguo puesto de trabajo en protesta contra los despidos.
Organizadas en turnos de mañana, tarde y noche esta reivindicación se ha convertido en su nuevo empleo desde que hace un año el ministerio comunicase a estas 595 mujeres que prescindía de sus servicios.
«Por la noche siempre estamos al menos 8 mujeres, y en cuanto somos menos empiezan las llamadas de teléfono y vienen otras», explica a Efe Constantina, una de las combativas mujeres.
Tras 13 años como limpiadora, esta mujer de 38 años sobrevive con 330 euros al mes, ya que desde que fueron despedidas ninguna de ellas ha cobrado la indemnización correspondiente.
«No han conseguido quitarnos de aquí. Esto se ha convertido en el centro de nuestra protesta. Es muy difícil estar aquí las 24 horas del día, pero estamos consiguiendo aguantar y no hemos abandonado ni un solo momento», aseguró Constantina frente a la sede del ministerio.
En mayo se les abrió una pequeña esperanza cuando un Tribunal de Primera Instancia de Atenas falló que el ministerio debía readmitirlas hasta que finalizase el proceso judicial en curso, una decisión que pocas semanas después revirtió el Tribunal Supremo.
En numerosas manifestaciones y en varios intentos por reunirse con el ministro de Finanzas, Gikas Jardúvelis, se han encarado con la Policía antidisturbios que no ha escatimado en usar la violencia para frenar sus intenciones.
Estos enfrentamientos han llevado a algunas de ellas a necesitar asistencia hospitalaria y ha catapultado su lucha a las portadas de los medios internacionales más importantes.
Las 595 trabajadoras formaban parte de la plantilla estatal de funcionarios y se encargaban de limpiar el ministerio y las delegaciones de Hacienda en todo el país, hasta que en septiembre pasado el Gobierno las colocó en el llamado esquema de reserva laboral.
Los funcionarios incluidos en este plan pasan a cobrar el 75 % de su salario durante ocho meses, a cuyo término deben ser trasladados a otro puesto de la Administración en el que haya vacantes o, en caso contrario, ser definitivamente despedidos.
El despido de estas 595 limpiadoras forma parte del paquete de recorte de 11.000 empleos públicos este año que el Gobierno del conservador Andonis Samarás pactó con la «troika» de acreedores a cambio de la asistencia financiera a Grecia.
«Considero un ataque y un insulto que nos ocupemos todo el día de este tema cuando tenemos 1,5 millones de desempleados», afirmó la portavoz del Ejecutivo, Sofía Vultepsi, en declaraciones recientes.
Vultepsi sostuvo que «todos somos limpiadoras, pero no todos podemos ser funcionarios», sino solo aquellos «con algún tipo de formación sobre una determinada materia, como médicos, enfermeros, profesores o uniformados».
La batalla de las limpiadoras no es diferente a la que mantienen otros empleados públicos despedidos -médicos, profesores, policías municipales o antiguos empleados de la radiotelevisión pública ERT-, sin embargo su forma de hacerla visible las ha convertido en un icono del rechazo popular a la política de recortes del Gobierno.
Sin embargo, ni las dificultades económicas ni la dureza policial han hecho mella en su ánimo.
«Ahora ya no tiene ningún sentido volver a nuestras casas. Tenemos que seguir y ganaremos. Solo con la lucha podemos ganar, con nada más», aseguró a Efe Yuli, una de las veteranas que con 55 años ha dedicado 20 al ministerio.
Yuli mantiene que si finalmente la justicia griega, que tiene previsto pronunciarse el 23 de septiembre, falla en su contra recurrirán a los tribunales europeos.
Ella tampoco tiene una situación fácil. Calcula cada céntimo para que los 400 euros que cobra al mes den para pagar el alquiler, la luz y mantener a sus dos hijos.
Pero no están solas. Se sienten reconfortadas por el apoyo popular que recibe su causa, pues, como comenta Constantina, cada día las tiendas de alrededor les llevan cafés y kuluris (típico bollo griego) en señal de solidaridad.
El ejemplo más claro fue el concierto que la gran dama de la canción griega, Jaris Alexiu, dio hace pocos días en la céntrica plaza Syntagma para mostrar, guante de fregar en mano, su apoyo a estas mujeres.
«Todos somos limpiadoras», gritó Alexiou frente a los miles de asistentes que parecían compartir de lleno este sentir.
En la cita, una representación de las limpiadoras ocupó el escenario en varias ocasiones para cantar junto a la estrella en una noche en que Atenas rindió homenaje a estas luchadoras que ya son un símbolo de oposición a los ajustes que ha traspasado las fronteras de Grecia.