Independencias

Anda que menudo disgusto me llevé el viernes pasado. O sea, yo intentando negociar con la baby sitter que se quedara dos días con los niños para poder ver a Luz Casal y a Sara Baras, y ella que no, que los dos no, que eligiera uno, elijo Sara Baras y lo cancelan. Como se suele decir, me quedé con un palmo de narices y sin Luz.

Claro que a mi Luz últimamente me pone un poco tristona. Yo la prefería en plan roquero y con su Rufino, pero si no hubiera tenido que elegir, por supuesto que habría ido a verla. Ya lo publicaron mis compañeros: “la Acrópolis a los pies de Luz Casal”, título paradójico donde los haya, ya que la estaba a los pies de la Acrópolis -literalmente- era ella.

Dicen las malas lenguas que la cancelación fue porque no vendió suficientes entradas, pero a mí, la verdad, me extraña. Con lo que gusta aquí lo español y el flamenqueo. Otros dicen que fue un fallo de programación porque pusieron demasiado juntas (el jueves y el lunes) las actuaciones de las dos españolas, pero también me extraña, porque me parece a mí que tienen un tipo de público tirando a distinto.

Así que me dije: Lola, pues tú algo patrio tienes que ver. Y me fuí a ver a mi Atléti jugar contra el Olimpiakos el martes… perdieron. Estoy que me salgo.

Y ahora que digo lo de patrio… vaya temporadita que llevamos de temas independentistas. Al cierre de la presente edición, como se dice en la prensa seria, no sabemos qué han decidido los escoceses, pero están los catalanes esperando el desenlace como agua de mayo: los que quieren la independencia deseando que gane el sí, y los que están en contra, el no. Y el presidente catalán que debe estar durmiendo muy poco con las dudas de si sacar las urnas a la calle, lo cual le podría llevar a la cárcel, o si las deja quietas, lo que le llevaría sin duda a tener que dedicarse a otra cosa. Un sinvivir.

Ahora que para independencia, la mexicana. O al menos la fiesta que hicieron para conmemorarla. En el patio del Museo de arte bizantino y cristiano, que tiene unos soportales preciosos y que engalanaron con banderas, que parecía aquello una película y que en cualquier momento iba a aparecer “El Zorro”. Y su mariachi,y su guacamole y sus margaritas y sus rancheras. Y el señor embajador, con su pajarita con los colores nacionales. Vamos, que todo muy bien.

Nos hicimos un “selfie” y lo pusimos en facebook y una amiga catalana contestó: ¡Qué bien, celebrar una independencia!. Y oye, no te digo yo que no, que para celebrar siempre está una lista, pero como que no veo el mismo ambiente a ritmo de sardana, la verdad, y eso que el cava me encanta.

Y en breve tenemos nuestra fiesta. Aunque nosotros no celebramos que nos independizáramos de nadie. No, nosotros somos más chulos que un ocho, nosotros celebramos que les quitamos la independencia a otros. O que les abrimos un mundo de posibilidades, dicen otros… Mira que escribo esto y pienso que igual me meto en camisas de once varas, pero oye, es un dato histórico, que no me lo invento yo. Pero mejor lo dejo, no vaya a ser…

Pues eso, que a ver cómo se lo montan este año en nuestra fiesta nacional, porque el anterior, que ha sido al único que he asistido, lo hicieron un día antes y a medio día. Jamón y vino no faltó, pero folclore y parafernalia, nada de nada. Y vale que a ningún país se le conozca por sus tópicos, pero hombre, un poquito de alegría no le viene mal a nadie, y menos en los tiempos que corren.

Y son muy raros… los tiempos que corren, digo. Hoy me he quedado ojiplática cuando he visto en atenasdigital.com que Tsipras, el líder de la oposición en Grecia y vicepresidente del Partido de Izquierda Europeo estaba en una entrevista con el Papa. Dicen que la cosa se ha fraguado desde el parlamento europeo entre el partido y un grupo católico para fomentar el diálogo, y es la primera vez que un líder de izquierda griego tiene una audiencia con un sumo pontífice. Pues nada oye, que muy bien, que dialoguen, que nunca está de más.

Y os dejo, que me han dicho que nuestra ex-reina está en Atenas para celebrar con su hermano, el ex-rey de Grecia, sus bodas de oro (las de él, las de ella ya sabemos que no las quiso celebrar) y me voy a dar una vueltecita por el centro a ver si suena la flauta y la veo. Ya os contaré.

Lola Larreina para Atenasdigital.com