Atenas exhibe facetas poco conocidas del Greco con documentos y manuscritos
Ingrid Haack. Atenas, (EFE).- ¿Quiénes eran los amigos del Greco en Toledo? ¿Quiénes sus amigos, sus clientes, sus padrinos? ¿Con quién se tomaba una copa de vino?
Estas son algunas de las preguntas que plantea la exposición «El círculo de amigos del Greco en Toledo», que el Museo Benaki inaugurará mañana en Atenas, en presencia de la reina Sofía, al término del Año Greco, que conmemora el cuarto centenario de la muerte de este pintor cretense.
La exposición es sumamente modesta en cuanto a las obras que se exponen -entre otras cosas, por la falta de recursos de Grecia, en profunda crisis-, pero es rica en documentos y manuscritos que acercan al interesado a la vida de Doménikos Theotokópoulos en su etapa toledana.
«Muchos de sus secretos se han ido descubriendo tan solo en los últimos diez años. Sabemos muy poco de muchas de las personas que le rodeaban», explicó hoy Richard Kegaan, catedrático de Historia en la Universidad de John Hopkins de Maryland (EE.UU.) y uno de los «padres» de esta exposición sobre el mundo que rodeaba al Greco, durante la rueda de prensa de presentación de la misma.
Quien vaya a visitar la muestra esperando ver las grandes obras de este maestro se verá decepcionado, pues solo se exhiben cuatro cuadros, dos cedidos por el Museo del Prado, uno por el Museo del Greco en Toledo y, por último, uno de una colección privada de Londres.
Uno de estos cuatro cuadros ni siquiera es obra del Greco: un retrato de Pedro Salazar de Mendoza, un regidor amigo del pintor que le ayudó a resolver un litigio en torno al «Entierro del conde de Orgaz», atribuido a Juan Rodríguez, pintado casi dos siglos después de la muerte de Doménikos Theotokópoulos.
«No se trata de una exposición de arte propiamente dicha, sino de una exposición de historia del arte», explicó Alexis Kalokerinós, catedrático de la Universidad de Creta y organizador de otra muestra titulada «Doménikos Theotokópoulos entre Venecia y Roma», que llegará la semana próxima a Atenas tras haber pasado ya por la Creta natal del Greco.
Según explicó el comisario de esta muestra, el catedrático de Historia del Arte Nikos Jatzinikolau, la exposición recoge manuscritos de los archivos de Toledo y de la Biblioteca Nacional de España.
Se trata de documentos personales, contratos firmados por el artista y litigios varios de un maestro que, según recalcó Kegaan, vivía eternamente endeudado y que por ello necesitaba padrinos y gente que le apoyara.
Aunque uno de los principales clientes del Greco era la Iglesia, «no existe ni una sola frase que haga referencia a que estuviera interesado en temas religiosos. Sus clientes eran los que le pedían temas religiosos», explicó Jatzinikolau.
Entre los documentos expuestos, hay uno sobre el encargo de una de sus obras más célebres, el «Entierro del conde de Orgaz», del que se desprende que el sacerdote de la diócesis de Santo Tomé le da instrucciones precisas, por ejemplo sobre el lugar en que debe ir situada cada una de las personas que aparecen en el cuadro.
En otro documento se puede ver un contrato firmado por el Greco en el que consiente en ceder parte de la planta baja de un palacio en propiedad del Marqués de Villena por un periodo de 15 meses.
También hay manuscritos firmados por los griegos que vivían entonces en Toledo, con quienes estaba relacionado el Greco, o documentos que atañen a su vida más personal.
Entre estos figura uno en el que, acercándose el momento de su muerte, pide a su hijo que redacte su testamento, al sentirse incapaz de hacerlo él mismo.
Otros documentos hacen referencia a su hermano mayor, Manussos, un pirata que le respaldó económicamente hasta que él mismo cayó en la ruina y del que se muestra un escrito del 22 de octubre de 1604 que anuncia que, por estar ya muy enfermo, no puede seguir recogiendo fondos por la liberación de griegos cautivos de los turcos.
Uno de los pocos retratos exhibidos es el de Rodrigo de la Fuente (1585), cedido por el Prado, un cuadro que a día de hoy sigue siendo enigmático, porque, como explicó Kegaan a Efe, ni siquiera está claro que el retratado sea la persona en cuestión, cuya familia, un clan de judíos conversos, ayudaron mucho al Greco.
«Se asume que es el doctor Rodrigo de la Fuente, porque lleva un anillo en el pulgar izquierdo, algo habitual en los médicos en esa época, pero no hay pruebas de que realmente lo sea. ¡Cosas de los historiadores!», añadió jocoso Kegan.