Golpeados por la crisis muchos griegos han perdido la esperanza en elecciones
Remei Calabuig. Atenas, 15 ene (EFE).- Muchos jóvenes, pensionistas, trabajadores de clase media y autónomos griegos tienen algo en común: La crisis económica que su país arrastra desde hace seis años, que les ha hecho perder buena parte de sus ingresos y afrontar desencantados las elecciones del próximo 25 de enero.
Fotis, de 34 años, trabaja desde hace diez como conserje en un edificio de oficinas del centro de Atenas y ha visto cómo sus ingresos y los de su mujer, «dos afortunados que trabajan», se han reducido entre un 30 % y un 40 % respecto a antes de la crisis y ambos han dejado de cobrar mensualmente, sino que tan solo ven sus nóminas «cada dos o tres meses».
«Los impuestos son muy altos y los ingresos por hogar mucho menores. No puedes hacer planes para el mañana, solo puedes vivir al día», afirma a Efe.
Grecia no puede zanjar por si sola esta situación, sino que Europa «debe moverse unida» o al menos «los países del sur que son los que más problemas tienen», dice Fotis, quien, no obstante, muestra su desesperanza hacia la clase política que «se comporta como hace quince o veinte años, cuando cada uno iba solo a salvar su silla».
El diagnóstico que hace de la actual situación es la «inseguridad», la «angustia» y la «presión» a la que se ve sometida la población, porque las familias conviven con el temor a perder el empleo o el seguro médico y a no poder pagar los medicamentos.
Los recortes del gasto público los conoce bien Katerina que a sus 50 años trabaja desde hace 28 como funcionaria del Ministerio de Finanzas, que le ha restado a su salario 800 euros al mes.
La ayuda social que percibía por tener un hijo discapacitado también se ha reducido, lo que ha cambiado «radicalmente» su vida.
«Si no tienes deudas quizás puedes afrontar el impacto de la crisis reduciendo tus gastos, pero si las tienes es imposible», cuenta a Efe.
Katerina ve en las próximas elecciones una gran oportunidad para el cambio, pues, dice, «es necesario derribar este Gobierno».
Jristos, en cambio, hubiese preferido que no se adelantasen los comicios, sino que el Gobierno actual «concluyese su obra», pues tiene miedo «de los que hacen promesas».
Este ortopedista de 55 años trabaja como autónomo en una clínica privada y se considera afortunado en comparación con sus compañeros del sistema sanitario público, pues sus ingresos, pese a reducirse, lo han hecho «en menor medida» que los de los funcionarios.
Para otros, en cambio, la crisis ha reportado nuevas oportunidades de negocio.
Es el caso de María, una joven emprendedora, que piensa que Grecia es el «país ideal» para crear una empresa partiendo de un «capital pequeño».
En el otro extremo generacional está Yorgos, un pensionista de 78 años, que ha sido conductor de los autobuses públicos de Atenas.
«Mi pensión era buena, me permitía vivir dignamente y cumplir con todas mis obligaciones, pero desde que me la rebajaron entre 600 y 700 euros ahora vivo con 1.000 euros y ni siquiera puedo pagar los impuestos», señala a Efe.
Las historias más dramáticas son, sin duda, las de gente como Kostas, un jubilado que, después de «trabajar duramente toda una vida», sobrevive en la calle con 400 euros y tiene que buscar envases en la basura para venderlos y tener algún ingreso extra.
Asegura que el sistema político está plagado de «gángsters» y ve en la victoria del izquierdista Syriza «la última oportunidad para salvar el país».
Para los que dan sus primeros pasos en el mundo laboral la situación no es mejor.
«Es muy difícil para un joven encontrar un trabajo», lamenta Nikos, que a sus 21 años trabaja seis horas diarias como vendedor ambulante de una gran compañía por lo que percibe 480 euros al mes.
Esta precariedad, explica, la comparten la mayoría de sus amigos que cuando encuentran algún trabajo suele ser «a jornal».
Aún así su visión del futuro es positiva y se muestra confiado en que «si el pueblo se atreve a votar otra cosa» es posible que haya un cambio.
«Grecia puede lograrlo todo», apunta. EFE