Alexis Tsipras: diablo personificado para unos y salvador para otros
Yannis Chryssoverghis. Atenas, 20 ene (EFE).- Para sus adversarios conservadores y buena parte de los medios griegos Alexis Tsipras representa el mal absoluto, pues de ganar las elecciones, «sacará a Grecia de la eurozona», con «políticas irresponsables», «confiscará los depósitos bancarios» y «convertirá el país en una segunda Corea de Norte».
Para sus seguidores, es el político que «acabará con la austeridad» y con «sus consecuencias sociales desastrosas», «devolverá al pueblo griego su dignidad» y «fortalecerá la democracia».
La popularidad de Tsipras, de 41 años, comenzó en mayo de 2012, cuando, para sorpresa general, su partido, el izquierdista Syriza cuya influencia electoral se situaba hasta entonces entre 3 % y 5 %, se convirtió en segunda fuerza política del país, gracias a un programa de rechazo de la austeridad draconiana que los acreedores del país habían impuesto a Grecia.
En los dos años y medio que siguieron, Tsipras se lanzó a la conquista de la clase media griega, que tras seis años de recesión, ha visto hundido su nivel de vida.
Su nombramiento por el partido de Izquierda Europea como candidato a la presidencia de la Comisión en las elecciones europeas de junio 2014 le permitió hacer una campaña europea contra la austeridad y mejorar su imagen en los medios europeos.
Tsipras nació en 1974, apenas unos días después de la caída de la Junta de los Coroneles, que había estrangulado al país desde 1967. Desde el instituto, despuntó como un líder estudiantil en las protestas contra las reformas educativas de los sucesivos gobiernos y como militante de las juventudes del poderoso Partido Comunista de Grecia (KKE), entonces aliado con otras fuerzas de izquierda en una coalición.
La caída de la URSS provocó una escisión en el seno de KKE, y la mayoría de sus militantes abandonó esta coalición, mientras la minoría permaneció en ella.
Tsipras optó por estos últimos y por la amalgama de socialistas, trotskistas, maoístas, ecologistas y otras varias familias de la dividida izquierda que en 2004 se convertiría en la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza).
Ingeniero civil de profesión, la carrera política de Tsipras empezó en 2006, cuando fue nombrado candidato de su partido a la alcaldía de Atenas y consiguió el 10,6 % del voto, un resultado inesperado que le propulsó, a inicios de 2008, a la presidencia de Synaspismós, principal componente de Syriza.
El giro radical que dio al discurso político de su partido le costó una escisión, a inicios de 2010, del ala más moderada de su partido, que creó otra formación, Dimar.
Tras las elecciones de 2012, Tsipras emprendió con éxito el trabajo laborioso de la conversión de los diversos grupúsculos aliados a Synaspismós en el seno de Syriza, en un solo partido.
En las elecciones europeas de junio 2014 Syriza fue el partido más votado con una ventaja de casi un 4 % frente a Nueva Democracia, el partido del primer ministro conservador Andonis Samarás.
Tsipras centra su combate electoral en la necesidad de hacer frente a la crisis humanitaria desatada por la austeridad draconiana, luchar contra la evasión fiscal y liberar el sistema político de la influencia de los oligarcas.
A las acusaciones de su rival conservador de que Syriza provocará la salida de Grecia de la eurozona y la quiebra del país, Tsipras contesta que, «con excepción las medidas para contener la crisis humanitaria, todas las otras medidas serán fruto de negociaciones con los socios europeos».
«La negociación será probablemente larga, será difícil, pero se cerrará con soluciones que serán en beneficio de todos los pueblos europeos. Los efectos de la austeridad son desastrosos para todos los pueblos europeos», destaca el líder de Syriza.
Tampoco tiene miedo al llamado «grexit», la salida del euro, porque, dice, «todos son conscientes de sus consecuencias». EFE