Los griegos acuden a las urnas más desencantados y sin que economía despegue
Remei Calabuig. Atenas, 20 ene (EFE).- Dos años y medio después de las últimas elecciones generales los griegos vuelven a estar convocados a las urnas, esta vez aún más desencantados, pues nada en sus vidas ha cambiado: la economía no despega, las recetas de la austeridad han fracasado y la pobreza se ha acentuado.
Tras seis años de recesión, 2014 fue el primero en que Grecia registró un leve crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB), que según las cifras provisionales del Gobierno -las oficiales se conocerán en febrero- fue del 0,6 % real.
El turismo, la principal fuente de ingresos del país, ha remontado en el último año y las previsiones del sector apuntan a que en 2015 Grecia superará la cifra récord de 21,5 millones de visitantes del pasado ejercicio.
Sin embargo, este incremento no se ha notado en los comercios, muchos de los cuales incluso han reportado pérdidas y ni siquiera los periodos de rebajas y Navidad han servido para cuadrar sus cuentas.
Tampoco la mejora de las cifras macroeconómicas ha llegado a los bolsillos de los ciudadanos que han visto como desde el inicio de la crisis han visto reducidos sus ingresos en un 40 %.
Esto ha generado una nueva clase de pobres en Grecia, aquellos que incluso conservando su trabajo tienen muy difícil llegar a fin de mes y afrontar los gastos corrientes como la luz y la calefacción, que en casos extremos se han convertido en un lujo.
Yannis trabaja en una tienda del céntrico barrio ateniense de Omonia desde hace seis años, cuando empezó la crisis.
«Trabajo desde que tenía 16 años. Antes de la crisis trabajaba menos y cobraba más y ahora trabajo mucho más y gano menos», asegura a Efe y añade que aún así su tienda de productos a 1 euro no se ha visto tan afectada, pues sus ocho trabajadores han conservado el empleo.
«Hemos tocado fondo, es imposible que la situación no mejore», afirma.
El paro continúa siendo el problema más grave pues, según los últimos datos, roza el 26 % y más del 50 % en los jóvenes, lo que ha provocado que muchos de ellos hayan optado por dejar el país en busca de oportunidades en el extranjero o esperar a que la crisis pase aceptando trabajos a tiempo parcial y, en ocasiones, muy precarios.
«No tenemos futuro. Mis amigos están en la misma situación», asegura Eleni, de 22 años, quien ha tenido que interrumpir sus estudios de contabilidad para ponerse a trabajar como vendedora ambulante de tarjetas telefónicas de una gran empresa.
A cambio de seis horas al día, Eleni recibe 480 euros al mes, el salario mínimo interprofesional para los jóvenes.
En el otro extremo generacional pero en precariedad similar se encuentra Kostas, un jubilado que después de «trabajar duramente toda una vida» cobra 400 euros de pensión y tiene que buscar envases en la basura que vende para mejorar sus ingresos.
Grecia despidió 2014 en deflación, uno de los peores indicadores de la salud de una economía.
El principal problema es, sin duda, el desempleo, pero a ello se suman las cifras poco alentadoras de sectores como la construcción o la producción industrial, que siguen cayendo respecto al ejercicio anterior y demuestran que la economía real no consigue despegar.
Frente a las perspectivas de encarar la senda del crecimiento económico se encuentran los compromisos que el Ejecutivo del conservador Andonis Samarás ha pactado con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) sobre el programa de rescate que implican una serie de recortes.
Entre estos compromisos destacan la reducción de las pensiones, la eliminación de 5.500 empleos públicos, la liberalización completa de los despidos en el sector privado y la supresión de la protección contra los desahucios de la primera vivienda.
El nuevo Gobierno heleno deberá sentarse a negociar los temas que quedan pendientes del último tramo del plan de ajuste, que expira a finales de febrero y que la Comisión Europea ya ha propuesto extender hasta seis meses más para evitar posibles problemas de liquidez.
La negociación con los acreedores ha centrado gran parte de la campaña electoral, y mientras Samarás ha prometido el fin del programa de rescate sin poner en peligro la pertenencia del país a la Unión Europea, el compromiso del líder de Syriza, Alexis Tsipras, se centra en la renegociación de los acuerdos con Bruselas y Washington. EFE