El griego Mustakis mantiene la ilusión tras vivir tres crisis económicas
Remei Calabuig. Atenas, 21 ene (EFE).- Lambros Mustakis es uno de los muchos griegos que lo ha perdido todo, pero él ha decidido luchar, como le gusta decir siempre, y encarar cada día como una nueva oportunidad. A sus 53 años ha resistido la embestida de tres crisis económicas; la última le ha pillado en Grecia.
«Llegué a Grecia en 1997, y cuando mi tío me recogió en el aeropuerto me dijo: ‘Aunque estamos a principios del verano solo te vas a poder pegar cinco baños, porque el lunes empiezas a trabajar’. Pensé que había llegado al paraíso», explica Lambros a Efe.
Pero el «paraíso» de Lambros, un puesto de trabajo en un hotel del centro de Atenas, duró trece años, pues en 2010, a causa de la crisis económica que ya había empezado a azotar con fuerza, el establecimiento en el que trabajaba tuvo que cerrar y perdió su empleo.
A este griego nacido en Brasil le ha «agarrado» tres veces el Fondo Monetario Internacional, pues ha vivido en carne propia la crisis económica en Argentina, adonde llegó con 18 años para trabajar en el departamento de exportación de un matadero.
Allí aprendió español y pasó 14 años hasta que la mala racha económica que atravesaba el país le dejó sin empleo y le obligó a volver a casa.
Al poco de regresar a Brasil vivió el siguiente terremoto económico, que le impidió seguir trabajando, así que, aconsejado por unos primos griegos, decidió emigrar al país heleno en busca de un futuro mejor.
Después de trece años de tranquilidad económica, también en Grecia se torcieron las cosas y, tras dejar el hotel, llegaron las complicaciones para pagar el alquiler.
«Esa fue una experiencia nueva para un hombre que siempre trabajó y pagó sus deudas, y que de repente se tiene que ir a vivir a una plaza en Grecia, esto en un país de la Unión Europea», comenta.
Lambros recuerda que tuvo la suerte de estar solo un mes sin techo, pues rápidamente logró ser aceptado en un albergue del ayuntamiento de Atenas, donde actualmente comparte habitación con otra persona.
Como él, otras 140 personas se hospedan en este centro municipal, donde según cuenta, en los últimos tres años ha aumentado el número de menores de 30 años, casi todos con el mismo perfil: son desempleados.
«Mañana es otro día de batalla» es el lema que no se cansa de repetir, pues desde hace tres años trabaja como vendedor de «Sjedía», el periódico de la calle que es su principal fuente de ingresos.
De lunes a sábado o domingo, depende de cómo haya ido la venta de la semana, Lambros se sitúa en diferentes puntos de la ciudad para vender la revista, que cuesta 3 euros de los que él se queda la mitad.
«Si no consigo vender 10 ejemplares al día y vendo 7 gano 10 euros y estoy contento porque los gané honestamente y es una forma de coger fuerzas para pelear al día siguiente», afirma.
La revista, además, le ha ayudado a conseguir otro pequeño trabajo y desde septiembre pasado ejerce todos los sábados como guía turístico del proyecto «Rutas invisibles».
Sin embargo, la Atenas que él enseña tiene poco que ver con la de las guías turísticas, ya que acerca al visitante a la parte menos conocida de la ciudad, donde viven los sin techo y están los comedores sociales y los centros de ayuda a drogodependientes.
Las elecciones generales del próximo domingo le han reportado no solo la esperanza de un cambio político, sino una nueva fuente de ingresos.
Lambros tiene ya una larga experiencia como intérprete de español, portugués e italiano para varios medios y periodistas españoles que esta vez cuentan de nuevo con sus servicios para dar a conocer la realidad griega.
«Mi esperanza es encontrar un trabajo, hoy por hoy mis expectativas son poder ganar un sueldo que me permita pagar el alquiler de un pequeño apartamento», confiesa.
Dice que no mira al futuro, que sus perspectivas «son de cara al próximo lunes», el día posterior a los comicios, cuando espera que llegue al gobierno «un nuevo partido, un nuevo político con la intención de mirar por el pueblo, por los jóvenes desempleados y por los tres millones de griegos pobres».
«Que no nos masacren más con la política de la señora Merkel. No tienen derecho a hacer el experimento que han hecho en Grecia los últimos cuatro años», apunta. EFE