Gobierno griego logra aceptación tras semana de anuncios y choques con Europa
Remei Calabuig. Atenas, 3 feb (EFE).- En tan solo una semana de trabajo, en que ha anunciado varias medidas económicas y ha mantenido algunos desacuerdos con Europa, el nuevo Gobierno griego ha logrado que la mayoría de los ciudadanos, incluso desde fuera de las filas de Syriza, apruebe su gestión.
Una encuesta realizada por el instituto demoscópico Public Issue para el diario «Avgi» otorga al Gobierno el 67 % de aprobación y a Tsipras el 70 % de apoyo, aunque lo más llamativo es que uno de cada tres votantes de la conservadora Nueva Democracia reconoce la buena disposición del nuevo Ejecutivo.
En el primer Consejo de Ministros con Alexis Tsipras al frente, el Gobierno anunció sus próximos pasos: la paralización del programa de privatizaciones de las eléctricas, de los puertos y los aeropuertos, el aumento del salario mínimo a 751 euros y la readmisión de funcionarios despedidos inconstitucionalmente, medidas con que concretaba algunas de sus promesas electorales.
«Quieren hacer cambios y creo que están en la buena dirección. Con los tres últimos Gobiernos no ha cambiado nada para la gente. Al menos ahora tenemos esperanza», aseguró a Efe Mijalis en su tienda de compra venta de oro en el centro de Atenas.
Esta semana el Gobierno también sentó las bases de las negociaciones con la troika de acreedores (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) en las reuniones con las primeras autoridades europeas que han visitado Atenas.
Pero no fue hasta el encuentro con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, cuando el Ejecutivo heleno sirvió su plato fuerte de la mano del ministro de Finanzas, Yanis Varufakis.
«No tenemos intención de trabajar con una comisión (la troika) que no tiene razón de existir, incluso desde la perspectiva del Parlamento Europeo», dijo Varufakis, en su comparecencia con Dijsselbloem.
Estas palabras, que solo ratificaban la postura que Syriza defendió en sus tiempos en la oposición, encendieron las alarmas en Europa y provocaron la reacción de varios de sus líderes que reclamaron a Grecia «el cumplimiento de sus obligaciones».
«No me parece bien el tono tan duro de las visitas europeas hacia Grecia, un país que es tan hospitalario», afirma Fotis, portero de un edificio de oficinas, que votó por Syriza porque veía necesario un cambio, aunque teme que en unos meses Europa retire su respaldo a Grecia una vez que el Gobierno ponga en marcha su plan gubernamental.
«Nadie va a recibir a Tsipras y Varufakis con besos y abrazos, pero deben negociar, lo tienen que hacer. Si no luchan ahora, ¿cuando?. De otro modo no hay futuro», señala Mijalis.
Este joven emprendedor se muestra confiado en que las negociaciones con los prestamistas concluirán con éxito.
«Todo el mundo nos quiere en Europa, porque de lo contrario puede haber un efecto dominó en España, Italia y Portugal», destaca.
Aliki, de 21 años, que ha dejado los estudios para trabajar en una tienda de electrónica, dice confiar en Tsipras aunque reconoce que es muy pronto para valorar su gestión. «Solo ha pasado una semana, es muy pronto, pero creo que las cosas pueden cambiar en Grecia», asegura.
La esperanza es la palabra más repetida entre los griegos.
«Muchas cosas (medidas anunciadas) dependen del Parlamento, pero esperamos algo de Tsipras. Tenemos esperanza», comenta Jalud, un pakistaní que trabaja en una tienda de envío de dinero.
Otro sondeo del instituto demoscópico Metron Analisis para el diario Parapolitiká muestra que la coalición entre Syiriza y el partido de derecha nacionalista Griegos Independientes cuenta con una aceptación del 56 %, frente a un 35 % que no la aprueba.
Muchos griegos califican como «necesaria» esta extraña coalición, que en los últimos días centra gran parte de las conversaciones.
Así la ve Yorgos, un cafetero ateniense que opina que ha contribuido a crear «un Gobierno fuerte».
Piensa que la crisis no es solo «un problema griego», sino que es más evidente en Grecia, aunque afecta a «todo el sur de Europa, incluida España».
«Solo hace falta echar un vistazo aquí, en el centro de Atenas, para ver cuántos comercios están vacíos. ¿Cuánto más se puede asfixiar a la gente?», se pregunta este pequeño empresario, que defiende el pago de la deuda, eso sí, subordinado al crecimiento.EFE