Cautela ante la posición griega entre los europeos que recibieron ayudas
Redacción Internacional, 4 feb (EFE).- Los países europeos que fueron rescatados o recibieron ayudas para su sistema bancario se muestran ahora cautelosos y en varios casos abiertamente reticentes a la posición del nuevo gobierno griego respecto a su deuda.
El Ejecutivo griego formado por la coalición de izquierdas Syriza ha reclamado una reestructuración de la deuda tras haber recibido rescates por valor de 240.000 millones de euros y de asegurar que no reconoce como interlocutor a la «troika» integrada por la Comisión Europea, el BCE y el Fondo Monetario Internacional.
El 28 de febrero acaban los dos meses de prórroga del rescate que acordaron esos acreedores y el anterior Ejecutivo griego y los nuevos gobernantes llevan a cabo contactos en las capitales europeas para explicar su posición e intentar un acuerdo.
Tanto el primer ministro, Alexis Tsipras, con reuniones hoy en Bruselas y París, como el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, en Fráncfort para entrevistarse con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se han mostrado optimistas respecto a ese eventual acuerdo.
Las nuevas autoridades griegas desean reducir la deuda a través de dos tipos de nuevos bonos, y a cambio de mantener un superávit primario (antes del pago de intereses).
Los planes griegos encuentran un eco diferente, entre el rechazo claro de Alemania y el deseo francés de colaborar, pero las reticencias predominan entre los países que han sido ayudados.
Desde Italia, que tuvo que ser respaldada con la adquisición de deuda pública por parte del Banco Central Europeo, llega la posición más abierta en favor del proyecto de Tsipras, aunque con cautela.
Tras reunirse el martes con Tsipras en Roma, el primer ministro, Matteo Renzi, se mostró favorable al proyecto de cambio y de apuesta por el crecimiento de Grecia, pero matizó que ayudar no significa «dar siempre la razón».
Renzi tendió la mano a Tsipras sin olvidar que su propia deuda es el 130,6% del PIB y que, además, ha anticipado cerca de 36.000 millones a las arcas helénicas.
España ha prestado 26.000 millones de euros y su ministro de Economía, Luis de Guindos, ha asegurado que velará para no perderlos.
«La gente tiene que ser consciente de que nosotros ya hemos sido muy generosos con Grecia, vamos a continuar siéndolo como lo fuimos en el pasado, y, sin embargo, hay 26.000 millones de euros prestados y España tiene que velar por ese dinero, que es de todos los españoles» y que es equivalente a lo que gasta en un año en el pago de las prestaciones por desempleo, según De Guindos.
El ministro español descartó que se vaya a aplicar una quita parcial a la deuda pública griega: «la reestructuración no está en la mesa», dijo De Guindos, quien recordó que ya se han modificado en cuatro ocasiones las condiciones del préstamo griego, con la reducción de los tipos de interés y el alargamiento de plazos de la devolución de los créditos.
Las propuestas griegas suscitan un rechazo radical en el Gobierno portugués, empeñado en separar al país del rumbo heleno a toda costa, tal y como ya ocurrió durante el período en que ambos fueron rescatados por la UE y el FMI.
Frente a una oposición de izquierdas que cree que Lisboa podría beneficiarse de un hipotético alivio a las obligaciones en materia de deuda de Atenas, el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho se mantiene firme en su oposición, a menos a nivel retórico.
Por el momento Lisboa ha conseguido mantenerse al margen de la incertidumbre en los mercados.
Desde Irlanda, el Gobierno ha rechazado la idea de Tsipras y le ha recomendado que siga los cauces establecidos para hacer frente a los problemas económicos de su país.
El ministro de Economía, Michael Noonan, ha negado que exista una falta de solidaridad entre los socios de la UE y ha recordado que, «en los últimos años», la vía de la negociación ha mejorado «la posición de deuda» de Irlanda, que abandonó con éxito en diciembre de 2013 el rescate solicitado en 2010 a Europa y el FMI por 85.000 millones de euros.
Aunque Dublín reconoce que las medidas de austeridad han exigido enormes sacrificios por parte de la ciudadanía, su adhesión al duro programa de ayuda ha permitido, dice el Gobierno, renegociar en varias ocasiones las condiciones de devolución de los fondos del rescate. EFE