Gobierno griego afronta doble reto de cumplir con los socios y con electores
Ingrid Haack. Atenas, 25 feb (EFE).- El gobierno de Alexis Tsipras afronta a partir de hoy el doble reto de aplicar las reformas prometidas a los socios de la eurozona para poder recibir la ayuda financiera, sin defraudar a un electorado que ha apostado por el cambio.
En un discurso ante su grupo parlamentario, Tsipras subrayó hoy que el Gobierno debe ahora ponerse en marcha «inmediatamente» para «precisar» las reformas y ganar credibilidad entre los socios demostrando que «estamos dispuestos hacer cambios en temas espinosos que eran necesarios desde hace décadas».
El primer gran desafío del Ejecutivo será buscar una solución inmediata a los problemas de liquidez que se avecinan en tan solo unos días.
Aún antes de poder contar con la ayuda de 3.700 millones de euros de la eurozona, que tan solo se desembolsará si ha emprendido con éxito las reformas anunciadas a finales de abril, Grecia se enfrenta en marzo a pagos que ascienden a 7.300 millones de euros.
Se trata de devoluciones de créditos y vencimientos de Letras del Tesoro, a los que se suman otros 2.800 millones en salarios y pensiones.
El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, reconoció hoy en declaraciones a la cadena de televisión privada Mega que de aquí a agosto «hay grandes necesidades financieras» sobre las que todavía no se ha hablado con los socios del euro y que habrá que resolver.
Un día después de aprobarse la lista reformas que, como señalaron fuentes del Ministerio de Finanzas, ofrece una «ambigüedad constructiva», todavía no hay un calendario claro sobre cuáles serán las primeras legislaciones y hasta qué punto el Gobierno dará marcha atrás o suavizará algunos de sus proyectos.
El ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, aseguró hoy que en ningún caso el Ejecutivo despedirá a empleados públicos ni reducirá las pensiones o los salarios, como tampoco echará marcha atrás a su plan de combatir la morosidad frente a la Hacienda y la Seguridad Social con un sistema de devolución de las deudas a plazos.
Sin embargo, reconoció indirectamente que habrá algún retoque en este último plan, que pretende elevar el círculo de personas que puedan devolver en hasta cien plazos sus deudas, y cuya ley iba a presentarse inicialmente la semana pasada en el Parlamento.
Pese a que la ambigüedad del acuerdo no ha satisfecho a muchos en las filas de Syriza, y las críticas se han escuchado más o menos abiertas en los últimos días, muchos griegos parecen preferir esta opción a atenerse a las consecuencias de una ruptura con los socios.
«Está claro que la lista es muy ambigua y hay muchos puntos que no están nada claros, pero a pesar de que el Gobierno ha perdido algo de credibilidad con este giro en su política, es mejor un mal acuerdo a romper con los socios», comenta a Efe el director de escuela, Iraklís Tsiolakis.
Para el catedrático de Economía en la Universidad de Atenas, Yorgos Petrakis, el acuerdo supone un paso positivo, porque reduce mucho la tensión financiera.
No obstante, dice, para tener una idea más clara sobre si se mantiene garantizada la liquidez de los bancos y las empresas habrá que ver qué decide el Banco Central Europeo (BCE).
El Gobierno confía en que los socios concedan a Grecia la posibilidad de elevar el techo de las Letras del Tesoro que tiene permitido emitir, actualmente en 15.000 millones.
En las negociaciones en el Eurogrupo, Varufakis solicitó al BCE elevar este límite, en principio en otros 8.000 millones de euros, pero de momento no hay una decisión al respecto.
Desde que el BCE decidiera no aceptar los bonos helenos en sus operaciones de refinanciación, los bancos griegos acceden solo a los créditos a través del mecanismo de asistencia urgente a la liquidez (ELA), a un precio más alto.
La situación de la liquidez bancaria es otro de los grandes retos de las próximas semanas, en que se demostrará si los ciudadanos recuperan la confianza y se frena la fuga de depósitos que está teniendo lugar desde hace varios meses.
Según cálculos del banco inversor estadounidense JP Morgan, tan solo en la última semana, es decir, antes del Eurogrupo decisivo en el que se llegó a un acuerdo, salieron de los bancos griegos 3.000 millones de euros, y 2.000 millones en la semana precedente.
Desde finales de octubre, se estima que la fuga de depósitos asciende a 22.000 millones de euros, si bien la mayor parte de ese dinero aparentemente no ha salido del país, sino se ha guardado «bajo el colchón». EFE