Dudas razonables
Últimamente vivo en una mar de dudas. De esas que te asaltan en la situación más insospechada y te dejan con cara de “¿y ésto?”.
Un ejemplo: Hace unos días fui a comer a una taberna con las inmortales y al terminar preguntamos que si había cafe (por si no lo sabes, hay muchos restaurantes en Atenas -sobre todo tabernas y soubládikos, que no tienen café, ya que aquí no es tanta la costumbre de tomarlo después de comer). Bueno, pues éste sí tenía, como nos informó el camarero. Expreso, nos dijo (también por si no lo sabes, es estos sitios, cuando tienen café, es común que sea café griego -el llamado turco o de puchero en España). Pero éste tenía expresso, así que “miel sobre hojuelas” (expresión española que viene a ser “pues estupendamente”). Pues yo uno doble, por favor. Pedí. Y el camarero me contestó: “No, doble no tenemos”. ¿Qué contestas a eso? Lo que yo contesté fue “pues tráigame dos cafés”. Lo que el camarero, solícito, hizo inmediatamente. Las dos tazas estaban medio vacías (o medio llenas, que yo soy tirando a optimista). Y no, no era mala fe del camarero, porque además me invitó a los dos cafés, simplemente, dobles, no tenían…
Otro ejemplo: a mis hijos les vuelve locos el “fuet”, ese salami español, típico de Cataluña, finito y sabrosísimo. Cuando viajamos, suelo volver cargada, aunque traiga la cantidad que traiga, siempre se me acaba en poco tiempo. He encontrado en un súper unos mini salamis empaquetados en raciones individuales que vienen muy bien para la comida que se llevan al cole. Hace unas semanas, la niña me dijo que había una compañera de su clase que le mangaba el salami, que se lo cogía de la bolsa cuando no la veía y luego se lo comía delante de ella aduciendo que se lo había comprado la madre. Para que al menos se tuviera que buscar otra excusa para quitárselo, empecé a ponerle el nombre en el paquetito, pero por lo visto la niña le tenía querencia a la cosa, porque se lo volvió a quitar de la bolsa, aunque esta vez, en lugar de comérselo en su cara, lo escondió para hacerlo a posteriori y secretamente (o no tanto porque la vieron otras compañeras y como a estas edades son muy de hacer y deshacer alianzas, se lo chivaron a mi niña).
Yo, sin dejar de flipar con el desparpajo de la enana, decidí tomarlo como la típica chiquillada. ¿Quién no ha sufrido que los de cursos superiores te comieran medio bocata en el recreo? Y alguno habrá de los que me lee que incluso la habrán hecho, lo que pasa es que a nosotros nos faltaba vocabulario, porque todavía no sabíamos decir “bullying”.
El caso es que hablando con otra madre de la clase sobre cosas de niños, le comenté el tema, y al decirle el nombre de la pequeña cleptómana, me dijo “¿no me digas?, ¡Pero si no puede tomar cerdo!”. Yo me eché a temblar pensando que la niña tuviese alguna alergia o algún problema de salud y le pudiera pasar algo por mis salamis. Pero no. Lo que le pasa a la niña es que es judía, y ni su religión, ni por supuesto su madre, le dejan comer carne de cerdo. Pobre mía, con lo que le gusta. Y esta es la segunda duda existencial (que ya te veo la cara de “¿por qué me está contando eso?”). ¿Por qué hay religiones que prohiben comer alimentos concretos todo el tiempo?.
Cuando leo la prensa escrita, también me pasa. Hace dos días, sin ir más lejos, leí un artículo en un periódico español sobre Varufakis (sí, el ministro macizo de economía, pero no te preocupes, que no voy a hablar de política, ya verás). En él se citaban frases que había dicho en distintos momentos de su carrera política y sobre todo en sus últimas intervenciones. Y cerraba el texto con que, en una de las últimas reuniones en el Eurogrupo, le había dicho a De Guindos (el ministro de economía español) “somos del Atleti”. Los ojos como cuadros. ¿Cómo debería interpretar esto? ¿De Guindos es del Madrid y le quería chinchar por el resultado contra el Shalke04 alemán?. ¿Qué pasa porque diga que es del Atleti? Pregunto ¿eh?, que ya sabéis que yo soy muy respetuosa, pero a mi Atleti que no me lo toquen. (y qué quieres que te diga, Varufakis acaba de ganar puntos).
Otras cosas que me pregunto:
¿Por qué los griegos dan los dos besos al revés que los españoles?
¿Por qué para decir que no, hacen un gesto que a nosotros nos parece que dicen que sí?
¿Por qué en griego “si” se dice “ne”, cuando se parece tanto a “no”?
O, si me pongo más profunda:
¿Por qué a Alemania se le perdonó un 60% de su deuda tras la segunda guerra y a Grecia se le quiere negar siquiera una restructuración de la misma cuando ambos países han sido víctimas de unos desastrosos gobiernos elegidos democráticamente?
¿Por qué los ingleses todavía no han devuelto los mármoles del Partenón?
¿Por qué no tiene derecho Grecia a que Alemania le devuelva el crédito forzoso que le impuso el gobierno nazi, y sin embargo sí lo tuvieron Polonia y Yugoslavia?
Lo dicho, un mar de dudas. Que tengas un buen fin de semana.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
Te felicito por tus artículos,los sigo siempre y admiro tu capacidad para decir grandes verdades en un tono que no incomoda a nadie….saludos
Voy con Nury, me encantan tus artículos, Lola. Una aclaración te hago. El Ministro Guindos es del Atlético de Madrid, por eso se lo dijo Varoufakis. Solidaridad entre economistas, digo yo. Feliz Pi-Day, amiga