Los diarios de Schliemann
La Asociación de Embajadoras y Cónyuges de Embajadores en Atenas (LAASA) ha presentado en el auditorio del Instituto Americano de Estudios Clásicos un documento que cataloga las lenguas en las que el arqueólogo Heinrich Schliemann redactó los diarios de sus viajes a través de Europa, Asia y América entre 1846 y 1890. LAASA, que agrupa casi a 40 nacionalidades de todo el mundo, ha aprovechado su inmenso potencial lingüístico para identificar, hoja a hoja, en los dieciocho diarios manuscritos la lengua utilizada por el interesante personaje.
Tras una introducción del Director del Instituto, James C. Wrigth, la archivera Natalia Vogeikoff-Brogan aportó curiosos datos sobre la extraordinaria personalidad de Schliemann y sobre la ingente documentación, hoy prácticamente toda digitalizada y disponible en la web, que se conserva de él en depósito en la Biblioteca Gennadious del Instituto.
A continuación, los miembros de LAASA que habían participado en el proyecto (David Bates, the United Kingdom; Bärbel Geijsen, the Netherlands; Khadija Lyakoubi-El Ansari, Morocco; Maria Christina de Mesquita Sampaio, Brazil; Patrick Nopens, Belgium; Faiza Saaed, Pakistan; Zeynep Saylan Uras, Turkey; Carmen Serrano de Haro, Spain y Pakapat Thipayaprapai, Australia) fueron comentando las variadas anécdotas y dificultades lingüísticas encontradas al enfrentarse a las 3.215 páginas manuscritas en 12 diferentes lenguas. De ellas, la lengua árabe había requerido una importante colaboración del equipo ya que Schliemann, además de incorporar múltiples fórmulas dialectales, utilizaba esa grafía para escribir en turco, farsi y urdu. La lengua más usada en los diarios es el francés; el español ocupa la quinta posición y aparece en 307 páginas.
El documento de identificación lingüística, donado gratuitamente por LAASA a la Biblioteca Gennadious y entregado al final del acto a su Directora, Maria Georgopoulou, va a ampliarse con la determinación de los lugares por los que el arqueólogo pasó a lo largo de sus viajes. A la complejidad inicial de que los sitios aparecen caligrafiados y en distintas lenguas, se añade el que muchos de ellos corresponden a enclaves desaparecidos o cuya denominación es distinta a la que tenían en el siglo XIX.
muy buen dato, estarìa bueno poder leer los diarios de viaje del hombre que descubrio troya!