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Ni tanto ni tan calvo

marzo 27, 2015 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo 2 comentarios

Estoy segura que, si, como yo, has tenido la experiencia de ser expatriada, emigrante, desplazado o como quieras llamarlo, has tendido a pensar (bueno, hay quien no tiende… sino que se queda anclado en ello) que en tu país todo es mucho mejor ¿verdad?.

La Lola

La Lola

Sin ir más lejos, el fin de semana pasado, hice un viaje exprés a Madrid, por razones que no vienen a cuento. Gracias a los puntos de Iberia, pude escaparme 24 horas para asistir a un evento que no quería perderme. El domingo, que tenía ya que volverme, llegué al aeropuerto de Barajas y, o bien se me cayó la cartera en el taxi, o bien me la mangó algún desalmado sin darme cuenta, el caso es que me encontré, a una hora de la salida del avión, sin documentación y sin un duro.

No te voy a contar mis carreras de la comisaría de policía a la oficina de Iberia y a la puerta de embarque, ni cómo me dolían los pies por haber sido tan tonta de llevarme sólo unas botas de tacón convencida como estaba de que no iba a caminar mucho, pero te diré que tanto los policías, como el personal de Iberia, me mostraron su mejor cara y casi no podía creérmelo cuando me encontré sentada en el avión, de vuelta a casa, y con un café y un paquete de galletas cortesía de las azafatas (Iberia ya no da comidas gratis en sus vuelos a Grecia, Aegean sí) a las que había contado mi peripecia.

En el trayecto fui repasando mentalmente las conversaciones que había tenido el día anterior. Todo el mundo me preguntaba que cómo estaban las cosas por Grecia, que si estábamos bien, que si el país estaba tranquilo. Claro, que viendo las noticias que se publicaban en los medios españoles, era normal que tuvieran tantas dudas.

Llegué a casa sin novedad y como se daba la circunstancia de que el siguiente fin de semana tenía que volver a Madrid por otra razón que tampoco viene a cuento, que te quieres enterar de todo, me metí en la página web de la Dirección General de Tráfico para ver si podía conseguir una cita previa para que me hicieran un duplicado del carnet de conducir, que había desaparecido junto con mi cartera. Había una fecha libre, justo el día que yo llegaba a la ciudad.

Esa noche me fui a la cama pensando que qué bien funcionaba todo en España, que qué majos los policías, que qué comprensivos los de Iberia.

Pasados los días de la semana, volví a hacer el trayecto Atenas-Madrid y cuando aterricé, me fuí a Tráfico a hacer la gestión del carnet de conducir, pensando que, como todo funciona tan bien, me llevaría 10 minutos.

Pues no. Primero, por algún misterio informático, mi cita previa no se había registrado y cuando, después de hacer la cola en información, me atendió una señorita, me vino a decir que: «no hay cita previa, no hay duplicado». Le intenté contar mi situación: no puedo hacerlo más que aquí, la próxima cita previa que me dan es para dentro de 6 días y yo me tengo que volver a Atenas, no puedo estar sin carnet de conducir. «No hay cita previa, no hay duplicado».

Yo, que cabezona soy un rato, no me di por vencida a la primera, y en la segunda planta, abordé a un trabajador que se dirigía a recoger unos papeles a una impresora y le solté la charla. «Eso te lo tienen que solucionar en la primera planta», me dijo. O sea, de dónde venía. Volví a bajar, volví a hacer la cola y me volvió a tocar la misma señorita, a la que volví a contar la misma historia. Ella me miraba escéptica, como diciéndome «ya me lo has contado antes». Cuando terminé, me miró con expresión de hastío y, señalándome a un chico que estaba en una mesa detrás de ella, me dijo «habla con él». Me dirigí a la mesa pensando que me mandaba allí sólo para quitárseme de encima, pero para mi sorpresa, cuando le empecé a contar mi tema al hombre, simplemente me preguntó «¿tienes billete de vuelta?» Claro, le contesté. «Pues vuelve el viernes después de las 12:30, con la copia del billete y te lo tramitamos».

Ah muy bien, pensé. O sea, que si no me da por ponerme vara y preguntar por ahí, me voy sin solucionar mi tema. y lo que más me fastidió: Si la señorita que me atendió sabía que existía la posibilidad de que el de «la mesa de atrás» me solucionara la papeleta ¿por qué no me mandó a él en primera instancia?.

¿Y que por qué te cuento todo esto?, pues porque con estos sucesos tan cercanos en el tiempo me he dado cuenta de que, aunque a veces nos empeñemos en pensar lo contrario, en todas partes «cuecen habas» y que, normalmente, ni nada es tan maravilloso en un sitio ni tampoco es tan terrible en otro. Que depende de quien te toque y de las circunstancias.

Porque en el primer viaje me salió aparentemente todo bien, pero, si la cartera se me cayó en el taxi, de momento nadie me la ha devuelto, y si me la mangaron, entonces tampoco fue todo tan idílico.

Y, que vale, que las cosas, sobre todo las económicas, están fatal en Grecia, como todo el mundo comenta en todos los corrillos de todos los países, pero de momento el corralito se ha dado en un banco de Madrid y yo sigo sacando dinero del cajero sin problema en Atenas.

Ahora, una cosa sí te voy a decir: si alguien se me va a intentar colar, si un taxista pretende darme una vuelta turística en lugar de llevarme por el camino más corto, o si una dependienta me dice que el artículo que voy buscando no existe, para minutos después encontrarlo en una estantería, prefiero que me pase en España. Te quedas mucho más a gusto cuando les puedes mandar a freír espárragos en una lengua que dominas. Eso tengo que reconocerlo.

Hay 2 comentarios en esta entrada:

  1. Danae dice:

    Como siempre super divertida!! Lo de no poder mandar a freír esparragos a alguien en tu idioma es super frustante. Me paso el otro día que pagué una carrera de 4 euros con un billete de 10 y el hombre no tenía cambio. Me quería mandar a por cambio a mi al periptero a cambio que le dejara mi cartera como prueba de que no me escaparía… Le digo, pero hombre, no es mi culpa que no lleves cambio, no te estoy pagando con 50, son diez. Y entonces me dice el amigo que «estamos en crisis» que no tenía cambio y que no me podía regalar la carrera. Y yo toda frustrada por no poder decirle lo que le quería decir! esa es y será una de mis motivaciones para aprender griego más rápido, insultar a los taxistas en la lengua de Homero tiene su aquel 😉

    Φιλάκια και καλό Σαββατοκύριακο
    Δανάη

  2. O. dice:

    Que razón tienes!!!!!

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