Dolencias estacionales
Estoy que muerdo. No, no me ha pasado nada. Al menos nada real y tangible a lo que pueda echarle la culpa. Yo creo que es cosa del tiempo. Eso que llaman ahora “astenia primaveral”, pero que a mí, en lugar de darme por deprimirme, lo que me provoca es una mala leche del copón. Como la que tengo ahora mismo, que he tenido que corregir tres veces la palabra “copón”, porque la escribo y el corrector me pone “colón”, la vuelvo a escribir, y lo mismo. Tres veces. ¿Pero es que ni el ordenador me va a dejar escribir lo que me dé la gana, ¡copón!.?
Pues lo que te digo, que ando de lo más susceptible. Ha sido empezar a hacer buen tiempo y el subconsciente a jugarme malas pasadas. Bueno, el subconsciente, y el consciente también, porque ya se sabe lo que pasa cuando empiezan los calores. La sangre se altera y las jóvenes (y las adultas de buen ver), empiezan a despojarse de los velos invernales y a “mostrar cacha”, que decimos en Madrid.
Y con este escenario alrededor, vas tú y tienes un sueño. Un sueño de esos que, cuando te despiertas, te deja un regustillo amargo en la boca del estómago. En mi caso, que mi marido me dejaba por una de estas exhibicionistas primaverales con unas cuantas primaveras menos que servidora. Y te dices: “Venga Lola mujer, que ha sido un sueño. Sal a aprovechar el buen tiempo y a empezar a ponerte morenita, que vives en Grecia”. Y a partir de ahí la cosa no hace más que empeorar, porque te da por probarte los bikinis y cuando te miras al espejo no sabes si te has teletransportado al Museo del Prado y lo que estás viendo son las “Tres gracias de Rubens” que se han hecho una. Y esa una, mi vida, eres tú. (Eso, para los que sepan lo que es la Tuna).
Pero bueno, te vas a la calle (eso sí, bien tapadita) y decides hacerte la manicura. (Sí guapa, qué pasa, me hago la manicura, y también la pedicura ¿es que tú no?. Porque a ver si ahora me vas a venir con que “Mira Lola, como se nota que es expatriada y no tiene nada que hacer?”, porque a mí la manicura me la han hecho toda la vida de Dios, que nunca he sido capaz de hacérmela sola y además se me encarnan las uñas de los pies.) Y te vas al único sitio del barrio donde no hace falta pedir hora, y te dicen que sí, que pueden, y crees que el día va a mejorar, pero en seguida te das cuenta de que no, porque el regustillo del sueño lo sigues teniendo y la chica monísima (y delgadísima, y semidesnudísima) que te está haciendo las manos, tiene la misma costumbre que un montón de dependientas y trabajadoras del ramo de servicios de Grecia, que son incapaces de decir una palabra que no esté en diminutivo. Que mira que todavía tengo un vocabulario limitado en griego, pero me llega de sobra para entender sus “¿y hacemos sólo las uñitas, o te vas a hacer también los piececitos?”, o “Y de que colorcito la pintamos”, o ¿”te estoy haciendo cosquillitas”?, y a tí, que hasta ahora te había parecido de lo más dulce esa manía de terminarlo todo en “ito/a” (“¿Te lo envuelvo para regalito? ¿Te pongo tajetita de devolución?), lo que te está apeteciendo es coger la palangana con las células muertas de las plantas de tus pies y echárselo por la cabeza a la lista esa, joven lozana que de un momento a otro le va a quitar el marido a una que va camino de los cincuenta cuesta abajo y con patines.
Y llega el momento de reencontrarte con el tuyo, que el hombre no entiende de astenias primaverales, y que vive feliz viendo como florecen algunas con el buen tiempo, y llega a casa de buen humor, y te da un beso, y como quien no quiere la cosa te empieza a contar que en la oficina ha estado de charla con un compañero, y te dice que han estado hablando de su vida sexual, y tú ahí ya empiezas a entrar en barrena, porque sabes perfectamente que los hombres no hablan de su vida sexual con otros a no ser que se la estén inventado… o que tengan una amante. Pero intentas mantener el tipo y le preguntas ¿Ah sí? ¿y qué te ha dicho?, y te dice: “Pues me ha preguntado que qué postura le gusta más a mi mujer y yo le he dicho que la del pez y cuando me ha dicho que esa no la conocía, que en qué consistía, le he explicado: pues se da la vuelta… y nada.” Y se empieza a reír.
Y en ese momento a tí se te viene a la cabeza La Gracia de Rubens, los muslos perfectos de la manicura, el bronceado de la profe de pilates, y empiezas a arrugar la cara (cosa que, encima, no te favorece nada), y a llorar como una niña ante la certeza de que no vas a cumplir los cuarenta, y no porque te vayas a morir, sino porque ya los cumpliste hace (demasiado) tiempo. Y tu marido te mira con los ojos como platos y te dice “pero mujer, no te pongas así, que es un chiste”, pero para tí no hay consuelo, porque primero el sueño, y luego esto…
Pero vamos, que no te preocupes, que en cuanto pasen dos semanas de buen tiempo y coja un poquito de color en el jardín sin que me vea nadie, me volverá la alegría veraniega y me lo volveré a comer y a beber todo y volverán a no preocuparme las lorzas. Si no me conoceré yo.
Feliz primero de mayo y feliz primavera. Si nos dejan “Las Instituciones”.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
Lo que me he reído!!!!! Como te entiendo! Nada para q se te pase ven a vivir al norte q con lo que llueve aún van todas tapaditas
Gracias a lola lareina y atenas digital por mantenerme unido e informado de mi querida Grecia, realmente aprecio su trabajo, dia a dia sigo con atencion todas sus noticias y los viernes espero con entusiasmo el articulo de lola que mas que leerlo me hace sentir a mi pais, realmente valoro su trabajo, saludos a todos desde Mexico.
Si, debes de estar susceptible querida Lola!!!!! De eso nada, estas estupendisima de la muerte….tómate dos vinitos y que viva la primavera.