Museo de Arte Contemporáneo griego abre sus puertas de la mano del de Amberes
Óscar Valero. Atenas, 31 oct (EFE).- El Museo Nacional de Arte Contemporáneo griego (EMST) abrió hoy sus puertas con una exposición de 66 artistas, la mayoría griegos y belgas, que ponen sus obras a dialogar sobre temas que van desde la política a la reflexión sobre la producción artística o la naturaleza del pensamiento.
La muestra, titulada «Diálogos Urgentes» ha sido elaborada conjuntamente por el EMST y el Museo de Arte Contemporáneo de Amberes (MHKA). y los directores de ambas instituciones decidieron unir a tríos de artistas (uno griego, uno belga y uno internacional) en torno a 22 temas previamente elegidos para que cada uno respondiera con una obra propia.
El director del MHKA, Bart de Baere, explicó en la presentación a la prensa que Grecia es un lugar ideal para comenzar este diálogo artístico -que se trasladará en abril a Amberes- porque «no solamente es el centro de la civilización europea sino que es el centro de las cuestiones urgentes de hoy».
Cuestiones como las relaciones entre el poder político y el económico se vislumbran a modo de paradoja en «On the Nature of the Beast» de la artista polaca Goshka Macuga.
Se trata de un fotomontaje de gran tamaño que a primera vista parece un simple discurso del príncipe Guillermo de Inglaterra ante el Guernica de Picasso. Escondidos entre la audiencia, la artista inserta mensajes de denuncia como el clásico gesto de unas manos cerrando un trato a espaldas de uno de los asistentes, o personajes reales relacionados con la venta de armas.
En esa línea está la escultura presentada por el artista heleno Kostas Varotsos aunque de modo más explícito. En «Kateri I Radës» Varotsos inserta la hélice real del barco homónimo, en el que murieron 57 migrantes albaneses al intentar llegar a Italia, en varias capas de vidrio apilada que simulan un vórtice de agua que se ha tragado la nave.
También habla del pasado, con una pizca de teoría de la conspiración, el trabajo del estadounidense Cady Noland, que erige una escultura con una foto del asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, tomada poco antes de ser él mismo asesinado por Jack Ruby.
En ella Noland ha practicado siete agujeros, seis balazos y uno en la boca, donde como mordaza coloca una bandera estadounidense. ¿Fue la muerte de Oswald la manera que tuvo Washington para acallar un complot contra Kennedy? se pregunta al artista.
La obra de Noland dialoga, bajo el paraguas del tema «Rabia», con la del belga Jef Geys, quien critica la complacencia del mundo del arte contemporáneo con un pasaje de la Biblia en el que el rey Baltasar es avisado de su inminente caída por una inscripción en hebreo aparecida de forma sobrenatural en la pared de su castillo.
Sobre la creación artística hablan otros como el belga Wim Delvoye, que expone «Betonmolen», una reproducción de una hormigonera revestida de pintura azul celeste y decoraciones versallescas que hacen descender del pedestal el trabajo del artista para ponerlo al nivel de un trabajo de construcción más.
Y de este concepto a la acción literal pasa la obra del belga Francis Alÿs, afincado en Ciudad de México desde los años ochenta, con su vídeo de 2002 rodado al estilo de un documental «Cuando la fe mueve montañas», que muestra cómo reclutó a 500 voluntarios para mover unos centímetros una colina en Distrito de Ventanilla, Perú.
Por último cabe destacar el «crucero» simultáneo por varios de los ríos más importantes del mundo -como el Misisipi, el Danubio, el Nilo o el Amazonas- en el que nos embarca Danae Stratou, que coloca en círculo varias pantallas con las que se pueden ver las travesías y comparar las distintas culturas solo observando las riberas.
Con esta exposición el Museo Nacional de Arte Contemporáneo marca el comienzo de una andadura que quedará sellada con la apertura en breves fechas de su exposición permanente, y que ya expresa su intención de proyección hacia el arte contemporáneo de Europa, donde hasta ahora Grecia no tenía voz. EFE