Resumen del año
Vamos, que nos vamos. Estoy a falta de un show navideño escolar, dos comidas de despedida del año, un amigo invisible y un “mannequin challenge” y me monto en un avión para reencontrarme con el mazapán, el turrón, la familia, los amigos y mi Madrid. En unas horas los niños terminan el colegio y a mí se me termina el disponer de mi tiempo, así que ha llegado el momento del resumen. Porque estarás de acuerdo conmigo en que a estas alturas del año, no hay medio que se precie que no te haga un especial “momentos del 2016”. Pues ahí va el mío.
Treinta y cinco (con éste) artículos han salido de estas manitas este año para que los leyeran tus lindos ojos. Empecé contándote mi propósito de año nuevo, que no era otro que colocar un “no” delante de todos los “voy a” que me había propuesto en años anteriores, a ver si por llevar la contraria cumplía alguno. No funciona. Te lo digo desde ya por si te estabas planteando imitarme.
Empezamos el año 2016 con la resaca de las elecciones españolas y sin gobierno, y con ojos atónitos hemos contemplado juntos los resultados de todas las demás consultas que se han dado a nuestro alrededor: te he contado el Brexit, el tratado de paz en Colombia, las segundas elecciones patrias y la victoria de Trump en Estados Unidos. Del referendum en Italia no dije nada, empachada ya de tanto resultado tonto.
Te he hablado de tradiciones griegas como la basilópita, el guri, las paranoias con las parturientas y la tendencia de los políticos griegos a formar dinastías. Te he dado información sobre el origen de la fiesta de San Valentín, la evolución del griego moderno, la controversia con el término “Macedonia” e incluso te he enseñado a ponerle nombre (normalmente raro) a cientos de fobias.
Te he dado consejos sobre cómo sobrellevar la expatriación y aprender a disfrutar de ella. Te he contado lo que te espera cuando tengas que enfrentarte al “choque cultural inverso”, a tu retorno. Hasta he nombrado una patrona de los expatriados.
Te he proporcionado información práctica, por ejemplo, cómo utilizar una aplicación para ayudarte a buscar parking, o presentarte la Cámara de Comercio Hispano-helena, para que no te pierdas ningún evento de los que organizan. Y aunque no sea santo de tu devoción, te he abierto nuevos horizontes profesionales haciéndote ver que, a las malas malas, puedes hacer un curso online sobre preparación de cadáveres, reducción de restos humanos o maquillaje de finados. Te he puesto al día sobre utilización de rotondas, formas de incorporarte a una carretera o cuidados a tener con los motoristas atenienses.
Te he traído otras voces para contarte en primera persona temas de actualidad, como la triste realidad del campo de refugiados de Moria.
Te he contado mi vida: el robo de mi móvil, la visita al casino, el proyecto de poner en orden mi casa, la visita de mis suegros, mis vacaciones, mis síndromes post-vacacionales y mis broncas con los que me aparcan en la puerta de casa.
He compartido contigo efemérides, como el artículo número cien de esta columna o la fiesta de cumpleaños de mi hija. Incluso habilidades de mi marido te he contado, como su pericia cortando jamón, que le ha proporcionado hasta una oferta de trabajo de un lector español que se casa en verano y nos invitaba a su boda previa aparición con cuchillo en mano (pena que no vayamos a estar).
A veces me he puesto un poco feminista y muchas veces un poco pesada, como con mis agobios navideños y de actividades escolares pre-veraniegas.
Y te he adelantado la primicia del centro cultural español que si los dioses del Olimpo nos son propicios, abrirá en este año que está a punto de comenzar.
Y así, semanita a semanita, hemos pasado el año juntos. Yo intentando darle un puntito de humor al día a día y tu leyéndome con paciencia infinita. Y no sabes cómo te lo agradezco. Y en unas semanas me volveré a sentar para empezar el 2017 también contigo (sigo con mi costumbre de apuntarme a las vacaciones escolares).
He dejado de hacer muchas cosas que me había propuesto, pero me siento contenta de haber sido constante en esta cita semanal nuestra, aunque a veces sólo te haya contando mi bloqueo o te haya despachado con un texto de 140 caracteres emulando a Twitter.
Me despido de este año deseándote unas felices fiestas y un nuevo año lleno de alegrías, de tabernoterapia, de amigos y familia con los que compartir momentos buenos y no tan buenos, y sobre todo de paz.
Nos vemos en Enero.
Lola Larreina para AtenasDigital.com
¡Felices fiestas y feliz año! Καλά Χριστούγεννα και καλή χρονιά!
En el 2017 esperaré también con impaciencia a que llegue el viernes para disfrutar de tu columna, que es el anticipo del fin de semana.
¡Muy simpática, amena y dinámica! Me gusta eso y lo agraderzco…Buenas vacaciones, Irene