City Plaza: de hotel ocupado a centro de refugiados autogestionado
Óscar Valero. Atenas, 21 ene (EFE).- El vestíbulo del City Plaza, en el centro de Atenas, no es como la bulliciosa entrada de alguno de los hoteles de la capital griega, donde los turistas tratan aprovechar hasta el último segundo de sus vacaciones, pues sus huéspedes, todos ellos refugiados, saben que la paciencia es su mejor aliado.
En la primavera de 2016 un grupo de militantes de izquierda ocupó el edificio abandonado de este hotel, cuya empresa propietaria quebró en 2009, para alojar a migrantes en mejores condiciones que los campamentos instalados por el Gobierno y, sobre todo, con una filosofía diferente: que fueran los propios refugiados los que organizaran sus vidas.
Unos 380 migrantes viven actualmente en el hotel, aunque por él han pasado hasta 1.100.
«La gestión de la vida diaria, la autogestión, necesita organizarse», matiza no obstante a Efe Olga Lafazani, una de las voluntarias que acude diariamente al centro.
Como ella hay unos 15 activistas que, aunque no tienen cargos específicos, si tienen una cierta autoridad y son los guías de los nuevos voluntarios.
Los refugiados viven en las habitaciones de los pisos superiores, mientras que en las zonas comunes, aunque también en algunas habitaciones, se realizan las actividades, desde una escuela para los más pequeños a cursos de idiomas -árabe, inglés, alemán…-, e incluso una clínica que funciona cuatro días por semana.
Todas estas actividades están anotadas en un horario colgado a la entrada del comedor.
Lafazani explica que su objetivo es que todos o la mayor parte de los que viven en el hotel participen en ellas: «Hacemos un esfuerzo para que las personas que viven aquí no queden limitadas al papel de víctimas que esperan que les ofrezcan servicios, sino que participen, que sean creativas, que todo eso sea un proceso de emancipación para ellas».
Para ello establecen unos turnos de limpieza, de cocina… que hacen a los habitantes responsables del lugar, que «lo consideren su casa, participan en todo, que no sea un espacio que se apoya en voluntarios exteriores que vienen ayudar, sino que ellos se encarguen de su vida diaria», concluye Lafazani.
En la cocina, es uno de los pilares del City Plaza, dos de los huéspedes se preparan para arremangarse y ayudar a los cocineros.
«Necesitamos una vida segura, como seres humanos, para mi Grecia está bien (para vivir) si encuentro un trabajo. No necesito que el Gobierno me de dinero, creo en mi, puedo trabajar, para mi da igual en qué país europeo vivir», cuenta a Efe Ahmed, afgano en la treintena que lleva tres meses en el City Plaza.
Sayyad, paquistaní, es un recién llegado -lleva 25 días en el hotel- y dice sonriendo que él prefiere ser reubicado «en España o en Italia».
«No queremos que la gente que vive aquí sea dependiente de nosotros», cuenta Lafazani, «creemos que la gente debe salir, socializarse, conocer la ciudad, apoyarse en sí mismos. Nosotros hoy estamos, mañana quizás no, el edificio está ocupado».
Tal vez por ello es complicado ver aglomeraciones dentro del hotel, salvo en los momentos de asamblea, ya que cada huésped y cada familia llevan una vida independiente.
«Queremos que la gente se emancipe, tanto en su vida en este edificio, como fuera. Por ejemplo en otros centros de acogida gestionados por las ONG si alguien debe ir al hospital para ser examinado, alguien debe acompañarle. Nosotros le damos una mapa y las indicaciones», dice Lafazani, «consideramos que alguien que llegó desde Siria, puede ir hasta el hospital público».
O al colegio, ya que bastantes niños del City Plaza, gracias al esfuerzo de los voluntarios, pueden ir a clase en colegios griegos.
«Con la ayuda del sindicato de maestros el pasado verano conseguimos inscribir a 78 niños de distintas nacionalidades en las escuelas», relata Lafazani, aunque «muchos no pudieron seguir, bien porque les era muy difícil, bien porque no entendían nada… pero principalmente porque muchas familias se marchan» al ser reubicadas.
El objetivo de la familia, encontrar una vida mejor, es la prioridad.
En las paredes del City Plaza sonríen los retratos fotográficos de muchos refugiados en una exposición que se mezcla con los mensajes y pancartas reivindicativos, recordatorio para los que viven allí de que esta es solamente una parada en su largo viaje tras huir de la guerra. EFE