Periodistas griegos luchan por sobrevivir entre el paro y salarios de miseria
Yannis Chryssoverghis. Atenas, 24 feb (EFE).- Un 50 % de profesionales en el paro, salarios que de media rondan los 800 euros al mes, una jornada que puede alcanzar las diez horas y atrasos salariales de hasta un año, esa es la realidad del periodismo en Grecia en el noveno año de la crisis.
La quiebra del prestigioso grupo DOL, propietario de dos de los diarios más veteranos de este país, ha sacado a relucir la precariedad en la que viven los profesionales de este sector acuciado por la doble crisis, la económica y la de los medios.
«Nosotros (en DOL) entramos en crisis en 2010, pero al principio no nos dimos cuenta. La publicidad se reducía, mientras al mismo tiempo bajaban las ventas de los periódicos», dice a Efe Kostas Delesos, delegado sindical de los periodistas de DOL.
La crisis económica provocó la caída libre de la publicidad en los medios, su principal fuente de ingresos. Hubo reducciones masivas de plantilla y las primeras quiebras.
Ya en 2008, nada más arrancar la crisis económica, comenzaron las grandes olas de despidos, que con los años han acabado con el 50 % de las plantillas.
«De los que perdieron su trabajo muy pocos consiguieron encontrar otro», explica Stamatis Nikolópulos, presidente de la Unión de Periodistas de Atenas (ESIEA, por sus siglas en griego).
A eso se suma que los que aún tienen un trabajo sufrieron recortes salariales de entre el 35 % y el 50 %.
Al mismo tiempo se han multiplicado las páginas web informativas, que ofrecen salarios de miseria, cuando no viven del trabajo gratuito de jóvenes periodistas.
A comienzos de enero una periodista con 15 años de experiencia denunció a ESIEA que una página web le propuso trabajar nueve horas al día por un salario bruto de 330 euros mensuales.
La respuesta que obtuvo ante su reacción de protesta fue tajante: «O lo tomas o lo dejas. Hay decenas de periodistas en la cola».
En Salónica, la segunda ciudad de Grecia con un millón y medio de habitantes, los únicos medios que quedan son los canales regionales de la radiotelevisión pública, una emisora del ayuntamiento y un solo periódico publicado por un puñado de periodistas, que no cobran desde hace muchos meses.
Los atrasos salariales son otra de las grandes plagas de esta crisis.
«Con raras excepciones, hay atrasos de entre dos meses y medio y un año», destaca Nikolópulos.
Toda esta situación responde a que las deudas de los medios con los bancos se han vuelto astronómicas, unos 1.300 millones de euros.
En marzo de 2016, los bancos acreedores exigieron a la cadena de televisión privada «Mega», la más antigua del país, que hiciera una ampliación de capital de 5 millones para garantizarse el cobro de los intereses de la deuda de ese año.
Teniendo en cuenta que la cadena es propiedad de tres de las grandes fortunas de Grecia -el imperio constructor de la familia Bóbolas, la de los armadores Vardinoyannis y el magnate Stavros Psijaris- la operación parecía sencilla.
Pero no fue el caso, pues las tres familias no lograron ponerse de acuerdo.
El resultado fue el bloqueo de las cuentas bancarias de la cadena, lo que llevó a la plantilla, que llevaba tiempo sin cobrar, a iniciar una huelga indefinida.
Desde hace meses la cadena ha cesado de emitir informativos y producciones propias y únicamente sigue en el aire gracias a los productos enlatados que retransmite.
Una situación similar se ha producido con el grupo DOL, cuyo propietario es precisamente el citado Psijaris, por añadidura imputado por evadir al fisco 45 millones de euros.
El bloqueo en DOL llevó a comienzos de mes al cierre temporal de sus dos periódicos históricos, «Ta Nea» y «To Vima».
«La Justicia dictó cargos contra una decena de directores de Alphabank por haber concedido préstamos a DOL sin haber recibido suficientes garantías. Estas personas continúan en sus puestos y son las que provocaron la asfixia financiera de DOL», denuncia Delesos.
Ante la ola de protestas por el cierre de los dos periódicos críticos con el Gobierno, los bancos aceptaron desbloquear una cuenta para el pago del papel y de parte de los salarios del personal que lleva más de siete meses sin cobrar.
«Los trabajadores de DOL han demostrado mucho más responsabilidad y respeto a la historia del grupo que el propietario», sostiene Delesos.
La esperanza de los trabajadores consiste en mantener vivos los recursos del grupo, para salvar un máximo de puestos de trabajo y salarios de cara al momento en que pasen a manos de nuevos propietarios, si es que eso llega a ocurrir. EFE