Día de la mujer
Ya sabes que el miércoles fue el Día Internacional de la Mujer. Se celebró por primera vez el 8 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza y se fue extendiendo a distintos países. En 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas, animó a los países a que eligieran un día para conmemorarlo.
La elección de la fecha concreta no fue arbitraria, ni tampoco alegre: La historia se remonta al 8 de marzo de 1875 más de 100 años, cuando cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica de textiles de Nueva York marcharon por las calles contra los bajos salarios, menos de la mitad de lo que cobraban los hombres. Esa jornada terminó con 120 mujeres muertas por la brutalidad policial y provocó que las trabajadoras fundaran el primer sindicato femenino.
A mí me encanta que se dedique un día (al menos), para recordar a todas esas mujeres valientes, inteligentes, sobresalientes, heroicas y mil adjetivos más a añadir, que tanto han aportado a la humanidad en todos los ámbitos y que además nos han hecho la vida más fácil a las mujeres de hoy en día.
Y además, personalmente, quiero aprovechar si no te importa, y aunque sea a toro pasado, para felicitar y festejar a todas las mujeres que me han allanado el camino en estos últimos años, durante mi estancia en Grecia. A mis amigas, a mis profesoras, a mi peluquera, a mi manicura, a mi asistenta, a mis compañeras de trabajo… a todas.
Afortunadamente, me muevo en un mundo de mujeres. Y digo afortunadamente, porque, asomándome a los periódicos del día del festejo, y viendo los enfoques masculinos, por poco termino llorando.
En un medio digital español, encontré un artículo sobre el tema (firmado por un hombre) el que se dedicaba a recomendar formas de felicitar el día a las mujeres. Todas las recomendaciones eran “políticamente correctas”, claro, pero me dio mucha penita pensar que tuviera que ser una cosa “dirigida”… en plan “ten cuidado con lo que vas a decir, que ya sabes lo que pasa”.
Luego, como siempre, encontré que las declaraciones menos “políticamente correctas” eran precisamente la de los políticos.
La cosa ya había empezado mal días antes, cuando un diputado polaco, del que no me acuerdo el nombre, y además no me voy a molestar en buscar, porque lo que merece es desvanecerse en el olvido, declaró en el Parlamento Europeo que “Las mujeres deben ganar menos porque son más débiles y menos inteligentes”.
Luego ya en el día de la efemérides, pude leer, ojiplática, declaraciones de personajes públicos que, no te lo pierdas, encima lo que intentaban era mostrar su apoyo a las celebraciones del día.
Ejemplos:
Michel Temer, Presidente de Brasil, alabó “Todo lo que (la mujer) hace por la casa y por los hijos” “Nadie es más capaz de indicar los desajustes de los precios en el supermercado”.
Francisco Nuñez, Alcalde de Almansa, Albacete, España: Quiso felicitar a todas esas mujeres “Que se pasan las noches sin dormir para criar a sus hijos, se levantan para que todo esté listo, que se van al colegio, que vuelven, que regresan del trabajo y preparan la comida, que tienen la casa lista y cuidan de la familia”.
Santiago Freire, Alcalde de Noia, en Galicia, además, quiso ponerse chistoso y con “mucha gracia” dijo: “La mujer es un ser especial que es capaz de sangrar sin cortarse, de dar a la luz sin corriente y de tocar las narices sin acercarse.”
Ante estos ejemplos de la imagen tan moderna e igualitaria que tienen estos señores sobre el modelo de mujer, yo no puedo más que desearle buena suerte a mi hija y citar la frase que más me ha gustado sobre el tema:
Estella Ramey, psicóloga, endocrina y feminista nacida en 1917, escribió “La igualdad llegará cuando una mujer tonta pueda llegar tan lejos como hoy llega un hombre tonto”. Cien años después, ejemplos no faltan, por lo que se ve.
Lola Larreina para AtenasDigital.com