La cafetería ateniense que lleva a otra dimensión la cultura griega del café
Miguel Ruiz de Arcaute. Atenas, 23 mar (EFE).- Tomar café en Grecia no acostumbra a ser un acto apresurado. Acompañados de alegres charlas y un extenso listado de variedades, los encuentros en cafeterías pueden prolongarse durante horas. La cultura de la bebida estimulante más antigua es, indudablemente, una de las marcas del país heleno.
Amante del buen género y representante paradigmático de esa filosofía, el empresario cafetero Yannis Talumis vio su oportunidad de crear escuela en la capital griega hace ocho años.
Tras varios tanteos y contactos con proveedores de países tradicionalmente cultivadores de café, Talumis optó por dar un toque de distinción al negocio familiar.
La cafetería Taf (acrónimo de Talumis Family), que comenzó su andadura en los años 90, pasó a convertirse en pionera del café artesanal en Atenas.
Casi diez años después de su reapertura, una cuidadísima selección de los granos y la interacción permanente con los proveedores (con viajes anuales a los países de origen para supervisar personalmente las cosechas) pueden resumirse como las dos claves de su éxito.
Varios premios en concursos de café, una calificación casi inmejorable por parte de los usuarios y otros tantos certificados de calidad de portales especializados avalan su excelencia.
Vista desde fuera, la cafetería puede pasar desapercibida entre la maraña de bares, restaurantes y tiendas de comida que envuelven las calles de la capital griega.
No obstante, y a pesar de que la inauguración coincidió con el inicio de la demoledora crisis, Talumis asegura que, gracias a mantener la calidad por encima de cualquier otro aspecto, clientes y feligreses se han mantenido fieles aun con las devastadoras turbulencias económicas arrasando con todo a su paso.
«La crisis ha afectado a todo el mundo pero, a diferencia de otras cafeterías, nosotros hemos primado el producto y optado por ahorrar en elementos a los que otros establecimientos daban más valor para no tener que tocar tanto los precios», explica.
La poca vistosidad de este discreto local, dotado de una pequeña pero acogedora terraza, apenas tres mesas y un puñado de asientos en el interior, es uno de esos elementos no tan mimados.
Tampoco la fuerte irrupción en los últimos años de las grandes cadenas, cada vez más presentes y numerosas, ha sido óbice para la sostenibilidad de su modelo de negocio.
«Ellos lo hacen a su modo, nosotros al nuestro. En EEUU las multinacionales pueden tener más fuerza, pero en países como Italia o aquí donde la gente sabe lo que es un buen café y lo que no, uno es consciente de adonde ir para obtener una mejor experiencia», analiza.
Lejos de haberse quedado limitados a Atenas, ni la austeridad mobiliaria ni la creciente competencia les ha impedido expandirse.
Físicamente solo cuentan con la cafetería de la capital griega, pero su marca ha cruzado fronteras. Hoy son, a su vez, proveedores de «unas 1.000 cafeterías en todo el mundo», aseguran.
Innovadores y «exploradores», como ellos mismos se definen, Taf trata continuamente de «llevar la experiencia al siguiente nivel».
Ya sea a partir de nuevos sabores o mezclando diferentes variedades, el equipo de baristas que conforman el personal (hermanos y primos del propio Talumis) se afanan en preparar las bebidas echando mano de la mejor maquinaria del mercado.
«Nuestro reto más grande es poder ofrecer un café especial cada día y, al mismo tiempo, crear conciencia de qué es lo que nos diferencia del resto», señala el propietario y jefe de calidad de Taf. EFE