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La Pascua ortodoxa griega se celebra por todo el país con fiestas pintorescas

abril 10, 2015 4 Sociedad No hay comentarios

Gerard de Josep. Atenas, 10 abr (EFE).- La Pascua ortodoxa es una de las festividades más importantes del año en Grecia, donde se celebra la resurrección de Cristo y la llegada de la primavera con tradiciones pintorescas que recorren el país a partir de hoy y hasta el lunes.

La palabra «Pascua» deriva de la palabra judía «pesaj», que significa «paso», y que supuestamente celebraba el pueblo judío para conmemorar su liberación de los egipcios y el paso por el mar Rojo relatado en el Antiguo Testamento.

A su vez, la festividad significa también el «paso» del invierno a la primavera y mantiene celebraciones paganas con tradiciones de hace siglos que todavía se mantienen vivas.

Una de las fiestas que más llama la atención es la que tiene lugar en la isla de Quíos, en el Dodecaneso, que consiste en una batalla de cohetes entre dos parroquias de la aldea de Vrondados (en griego significa el lugar donde truena).

En el siglo XIX, bajo la dominación otomana, la comunidad griega ortodoxa local no tenía acceso a las armas, pero durante la Pascua las autoridades cedían un cañón a cada una de las dos parroquias para que pudieran conmemorar esta fecha tan señalada.

Hasta hoy, la batalla tiene lugar el sábado santo y se inicia alrededor de las 19.30 hora local, cuando unos 150 jóvenes de las dos iglesias empiezan a lanzar cohetes de fabricación casera y lo hacen sin interrupción hasta las 22.30, cuando se hace una pausa de media hora para permitir a los creyentes ir a la misa de resurrección.

El espectáculo de fuego cruzado dura hasta la medianoche, y se calcula que para entonces se han disparado entre 80.000 y 120.000 cohetes con el objetivo de alcanzar la parroquia contraria por parte de cada uno de los bandos.

Nikos Ipsilós, un habitante de Vrondados de 55 años, explica en declaraciones a Efe que de joven solía participar en la fiesta y recuerda que «no hay enemistad alguna entre los participantes».

«La mayoría son alumnos de colegios y los mayores tienen hasta 30 años», precisa Ipsilós con nostalgia.

La materia explosiva se hace de salitre (60 %), carbón vegetal (40 %) y azufre (20 %) y el proceso se transmite de padres a hijos.

El isleño asegura que «en los últimos años asisten a la batalla más de 5.000 espectadores, entre los que hay incluso turistas de Japón y Corea».

Ante el peligro que supone, los bomberos de la aldea están en máxima alerta durante todo el transcurso del acto, «los servicios del Ayuntamiento levantan protecciones a las casas vecinas para protegerlas y se restringe la circulación para evitar accidentes», precisa Ipsilós.

Recuerda que «hace casi quince años, hubo un incendio en el lugar donde se fabricaban los cohetes y dos jóvenes murieron por inhalación de gases tóxicos».

Otro isleño de la misma edad, Andonis Tsatsaronis, afirma que él no ha formado parte de las parroquias y que nunca ha asistido a la misa de resurrección, pero añade que, desde su niñez, cada Pascua va a la cima de una colina de la isla para poder observar mejor la batalla.

«La dictadura militar en los años setenta prohibió esta fiesta y lanzar cohetes en Pascua tuvo entonces para la sociedad local el valor de un acto de resistencia, con la policía persiguiendo a los participantes», añade Tsatsaronis.

Otra isla en la que la fiesta se celebra de manera especial es en Corfú, situada en el noroeste de Grecia, donde el sábado santo por la mañana se lanzan cántaros llenos de agua por las ventanas de las casas y se rompen al caer en las callejuelas pavimentadas.

Es el primer acto para festejar la resurrección y, después, las orquestas filarmónicas del lugar tocan durante todo el día en la isla.

En Leonidio, una población del Peloponeso con un dialecto particular, durante la noche de resurrección se oye el canto de «Cristo ha vuelto» mientras el cielo se llena de pequeños globos aerostáticos de aire caliente, pertenecientes a cada parroquia.

Al subir, los globos dibujan un cielo estrellado con mucho movimiento. EFE

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