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Summer is coming

junio 5, 2015 7 Columnas, La Lola se va a los puertos No hay comentarios

No puedo empezar sin pedir disculpas en nombre de la jefa y de todo el equipo de AtenasDigital.com por los tres días de cuelgue de la página web. Hija, ¡qué desesperación!, que no daban con el problema. Y venga chat por aquí y chat por allá, y mandando unos mensajes que cualquiera los descifraba, tipo: ¿Estáis seguros que no estáis demasiado cargados de procesos PHP y lo que necesitas es más CPU y RAM?. Y nosotras: Pues no, no estamos seguros. Y ellos: y el problema también viene de las actualizaciones del phyton de los scripts. Y nosotras: ¡Ah, siendo así!. En fin, menos mal que lo han solucionado porque como dice el refrán “el que no sabe, es como el que no ve”.

La Lola

La Lola

Mi título de hoy quiero que lo toméis como si fuera un capítulo de Juego de Tronos cuando dicen “Winter is coming”. O sea, como con miedo. Porque eso es lo que me está dando a mí esta recta final de cole y preparación para las vacaciones, mucho miedo.

A ver, tenemos: Fiesta de clausura del cole, fiesta de clausura del fútbol, fiesta de clausura de gimnasia rítmica y así, sucesivas fiestas de clausura del curso de las distintas actividades extraescolares de los niños. ¡Ah! y las cenitas de madres.

Al programa de festejos pre-vacacional hay que añadir las tropecientas fiestas de cumpleaños que se agolpan en las últimas semanas de colegio, por un lado por aprovechar el buen tiempo, y por otro lado, por adelantar las de todos los niños que cumplen años en verano y que, como los míos, están hartos de que en las fechas reales de sus cumpleaños no esté ni el tato.

Así que además de ejercer de taxista llevando niños de una fiesta a otra, también me toca organizar las dos mías, porque yo, hasta el momento, me había escaqueado de adelantarlas, y llegado el momento, juntaba las dos fiestas en una y así teníamos aforo sin llegar a multitudes.

Pero este año los niños me han dicho, como dice mi madre, “que me lo ate a un dedo”. Cada uno quiere su fiesta, y aunque al menos el mayor ha sido selectivo y ha querido invitar a solo unos cuantos amiguetes a un sitio de esos de cuerdas y tirolinas, la pequeña quiere que invitemos a toda la clase y que además, lo hagamos en casa. Horror.

Tenemos las madres tantos saraos infantiles en los que hacer acto de presencia, con esta vida social que tienen nuestros niños, que vamos como vaca sin cencerro. Y lo único que podemos hacer para sobrellevarlo es juntarnos a compartir nuestras cuitas con una cervecita de por medio, que ya aprieta el calor, o sea, a hacer puñetas la operación bikini justo cuando empieza el momento de sacar las lorzas al aire. Te juro que yo no puedo.

Si eres una madre trabajadora con horario de oficina como yo era en mi anterior vida, estarás diciendo: “Hay que fastidiarse con Lola, una aquí currando sin poder pensar siquiera en el bikini, y ella quejándose de tener que ir de fiesta en fiesta y de que le van a engordar las cervezas que se toma con las de su calaña”. Y no te digo que no tengas razón, pero ya sabes lo que pasa, que siempre se añora lo que no se tiene, y ahora mismo, con mi panorama por delante, pensar en una oficina, con sus horarios, con su aire acondicionado, con sus “lo siento, pero no puedo asistir porque tengo que trabajar”, se me antoja un oasis, hija, qué quieres que te diga.

Tengo por delante un mes de abnegada madre desocupada contribuyendo a la socialización de sus churumbeles, aparte de tener que organizar las vacaciones estivales y conseguir darle esquinazo a algún que otro elemento familiar tirando a gorrón que parece tener intención de aprovecharse de nuestra estancia en tierras griegas para acoplarse en nuestra casa desde el primer día de permiso. “¿Que no vais a venir a España hasta agosto?, pues nada, nos cogemos nosotros las vacaciones en Julio y nos vamos a veros”… los cinco… a tu casa. A mí me va a dar algo.

Eso sí, este mes culminará con los niños yéndose una semana de campamento de verano. La paz. A no ser que, como suele pasar, me ponga a echarlos de menos como una loca y no pueda ni dormir pensando si habrán comido, si se habrán puesto crema para el sol y si congeniarán bien con los demás niños.

Una de las madres inmortales nos ha propuesto a otra madre y a mí que, dado que los niños no estarán y los maridos trabajarán, aprovechemos esos días para hacer, por ejemplo, un curso de windsurfing. Pero yo ya le he dicho: De windsurfing nada, bonita. Yo, a lo máximo que me apunto es a un curso de coctelería y eso sólo con la condición de que me dejen beberme todo lo que preparemos.

Y para terminar con menos frivolidad, te recuerdo que hoy sabremos si Grecia consigue pagar al FMI el próximo plazo del préstamo. A contener el aliento de nuevo. Esto es un sinvivir.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

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