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Basilópita

enero 29, 2016 7 Columnas, La Lola se va a los puertos, Lo Ultimo No hay comentarios

Pues así, a lo tonto, a lo tonto, llevo ya dos años dándote la vara desde esta ventanita que AtenasDigital.com me abrió para que te contara mis peripecias y experiencias durante mi estancia en Grecia. Fue el 25 de enero de 2014 cuando me estrené en el reporterismo cotidiano cuando te conté mi aventura en “La primera en la frente”, el inicio y la razón de “La Lola se va a los puertos”. Pues habrá que celebrarlo.

La Lola

La Lola

Pero me parece a mí que lo vamos a llevar chungo para encontrar una fecha, porque por estos lares, de los creadores de “Vamos a quedar para tomar algo que es navidad” y “Un amigo invisible más y me tiro al metro”, llega “¡Cortemos la Basilópita!”

¿Y qué es la Basilópita? dices, mientras clavas, en mi pupila, tu pupila azul… o del color que la tengas. Pues viene a ser un roscón de reyes, pero sin el agujero.

Ya en tiempos de la Antigua Grecia, y posteriormente, en el imperio romano, hay vestigios de que se utilizaba un pan ceremonial en los grandes festejos rurales, en el que se escondía una moneda o un pequeño artículo lujoso, y que se supone que traía suerte durante todo el año al afortunado que lo encontraba en su trozo.

Posteriormente, ya en la época bizantina, surgió la leyenda (o una apropiación más de la Iglesia de las costumbres paganas), que le dio el nombre con el que hoy se la conoce.

Cuentan que en la ciudad de Cesaría, en lo que hoy es la Capadocia, en Asia Menor, como les gusta decir a los griegos (Turquía para los demás), vivía el gran Basilio, obispo. El Tirano de la región, que como todo tirano que se precie, tenía la costumbre de tocar las narices a sus súbditos un día sí y otro también, decidió que quería ser más rico, y comunicó al obispo su intención de confiscar a la población todas sus joyas y riquezas, bajo amenaza de terminar con todos ellos.

El Obispo se lo contó a sus fieles, y ellos, muy bien mandados, entregaron todo lo que tenían y lo depositaron en un cofre para que el Gran Basilio pudiera hacer la entrega, Pero hete tu aquí que, cuando el tirano fue a poner sus manos en las joyas, de la nada apareció San Mercurio y todos sus angeles, y con una llamarada celestial, inmovilizaron las manos del tirano que quedó tullido para los restos.

En medio de esta apoteosis justiciera, Basilio aprovechó para volver a llevarse el cofre y devolvérselo a sus dueños. Pero como no quería que se montara jaleo de “esto es mío, esto es tuyo”, y además, como era muy santo y muy equitativo y quería que la riqueza se redistribuyera de buena manera, decidió ordenar a sus cocineros que amasaran panecillos y que en cada uno de ellos escondieran una de las joyas, y que los repartieran entre los fieles dándole un pan a cada uno de los miembros de cada familia.

Teniendo en cuenta que, en el fondo, es una leyenda, nada se sabe de si los habitantes de Cesaria quedaron contentos con este reparto, permíteme que lo diga, tan poco ortodoxo (aunque Basilio lo fuera), pero la cuestión es que desde ese momento, para conmemorar el hecho, nació la costumbre de la Basilópita (o la torta de Basilio), y en los hogares de la cristiandad ortodoxa, se instauró el primero de enero, festividad de San Basilio, como el momento en que, tras la llegada del año nuevo, se corta la pita en familia.

Una vez pasadas las doce del último día del año, se procede de la siguiente manera: Antes de cortarla se introduce el “flouri”, la moneda de la suerte, que en épocas de bonanza era una libra inglesa de oro y ahora suele ser una chapa hecha por la pastelería en cuestión) Primero se traza una cruz sobre ella (sin cortar, en plan bendición), y luego se trocea en tantas partes como personas la van a compartir. Se suele dejar una para “la casa” y los más devotos también para la “Santísima trinidad”. Eso sí, sólo un trozo, (como son tres, pero son uno, que se las apañen). Luego se reparte empezando por el de mayor edad.

Esta es la teoría. O sea, que tú cortas la basilópita en tu casa con tu familia o con quien hayas celebrado la nochevieja cuando ésta ya se ha convertido en el día de San Basilio y aquí paz y después gloria.

Pues no, porque en la práctica los griegos se pasan cortando basilópitas hasta casi pascua. Porque, vamos a ver, si es una cosa bonita, tradicional, que te da la oportunidad de montarte una sarao… ¿por qué van a dejarlo sólo al ámbito de la familia?.

Así que se empiezan cortando en casa, pero luego se cortan en el trabajo, en la clase, en el grupo de yoga, con la gente de zumba, tras la clase de pilates, con “las inmortales”… Las grandes empresas aprovechan para hacer actos sociales e invitan a sus clientes, proveedores, simpatizantes… Un no parar. Mi santo ya ha estado en, por lo menos, tres y todavía le quedan las delegaciones regionales. Y yo, en la de todos los grupos que frecuento.

Así que lo de la celebración de los dos años de “La Lola…” ya lo dejamos para más adelante. Igual para los 100 artículo, que tampoco queda tanto ya.

P.D: Que alguien me explique si la tradición dice algo sobre lo que hay que hacer con los trozos de “la casa” y de “la Santísima Trinidad”. Nadie me lo ha sabido explicar y con la rabia que me da a mí que sobre comida, la que se está poniendo como si fuera tres, en lugar de una, soy yo.

Lola Larreina para AtenasDigital.com

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